*Una organización de la Península ayudó a estudiantes a plantar siete árboles en una escuela mayoritariamente latina.

En un mapa de la zona que circunda a North Fair Oaks, es posible notar que dicha área del condado es la que tiene menor cantidad de árboles frente a ciudades limítrofes como Redwood City, Atherton o Menlo Park.
La llamada “brecha verde” (green gap, en inglés) separa a comunidades más pudientes de los vecindarios con recursos modestos. Esto es así en la Península como en el país y el mundo. En este caso, se trata de un barrio que, además de ser tradicionalmente industrial con depósitos y talleres, está poblado desde hace décadas con un alto porcentaje de latinos. Viviendas, comercios, lugares de recreación y educación: mucho espacio gris, mucho estacionamiento, poca área verde.
Este lunes 21 de abril, la organización sin fines de lucro Canopies ayudó a estudiantes de las escuelas Kipp Excelencia y Connect Community Charter a plantar siete árboles para paliar (aunque sea en parte) esa deficiencia, abriendo las celebraciones del Mes de la Tierra 2025.
Los dos planteles funcionan donde era antes la escuela North Fair Oaks; las charter Kipp y Connect rentan el espacio al distrito escolar. Si bien a la entrada hay árboles añosos con excelente sombra, este es el lugar donde menos tiempo pasan los alumnos. Dentro, el patio de la escuela semeja un amplio estadio deportivo, pero de cemento, rodeado de aulas donde el aire acondicionado es imprescindible, incluso cuando todavía no comienza el verano.

Aparte de los estudiantes, al evento llegaron padres como Juan Vail, originario de Quetzaltenango, Guatemala, con su hija Sheémye. Ella está en cuarto grado y decía muy entusiasmada: “Vine porque quiero plantar árboles que traen sombra y mariposas”.

Juan, su papá, refirió que venía porque “es importante cuidar el medio ambiente pues hay muchas toxinas, radicales libres y químicos. Sin árboles es muy difícil filtrarlos y, además quiero que mis niñas aprendan cómo se siembran, para tener un mejor futuro”.
“El cambio climático está ocurriendo”, dijo a Peninsula 360 Press Arlene Núñez, una de las coordinadoras de Canopy, “y nuestra manera de combatirlo es ésta, plantando árboles en celebración del Día y el Mes de la Tierra”.
A Arlene se sumó Jean Paul Renaud -JP-, un cubano-francés que es el director ejecutivo de Canopy. Mientras ella nos explicaba que Canopy tiene la misión altruista de plantar árboles en North Fair Oaks y en escuelas de Redwood City, East Palo Alto y Menlo Park.

JP nos decía que es necesario, al mismo tiempo, educar a la gente sobre el árbol: “Hacerles ver los beneficios que van a notar en cinco o diez años. La gente a veces no sabe que en sus vecindarios pueden reemplazar (o plantar) un árbol gratis y piensa que no tiene opciones”.
De hecho, Arlene Núñez nos informaba que trabajan con pedidos de casas particulares, aparte de parques y escuelas: “con la gente que necesita esa sombra, esa frescura y todos los beneficios que se obtienen con más árboles”.
Provistos de chalecos anaranjados de Canopy, estudiantes, padres, maestros, voluntarios y coordinadores enfilaron hacia un rincón del campus donde hay mesas y juegos para los alumnos más pequeños del establecimiento. En carretillas y diablitos, llevaban picos, palas, una especie de cuchillos para apartar la tierra de las raíces y otras herramientas. Esperaban en sus macetas -según nos informó la arborista Aubrey Knier de Canopy- cuatro crepe myrtles o mirtos crepé, y tres laureles de Saratoga.

Con mucho esfuerzo, los mayores se valieron de los picos para desgarrar la tierra y hacer los hoyos. El suelo se resistía como pavimento, por su sequedad, pero al final cedió. En tanto, los más chicos preparaban las raíces apartándolas con delicadeza.

Camila, que tiene 11 años y está en el sexto grado, esperaba paciente que sus compañeros llegaran desde el frente de la escuela con estacas, mientras que tutores sostenía erguido el tallo de uno de los árboles, demasiado frágil todavía para no doblarse sobre sí mismo.

“Primero buscamos si las raíces tenían grandes pedazos de tierra para quitárselos. Después los enterramos y ahora le vamos a poner algo para que se queden derechos. Me gustan mucho las plantas, por eso participé”, contó a Península 360 Press.

José Talavera, un costarricense que es director asociado de advocacy (aboga por los derechos de su organización) para KIPP Excelencia y además es voluntario de Canopy, mientras observaba todo y disfrutaba riendo y trabajando con colegas y alumnos, nos resumió el significado de la actividad del día: “Hay más asfalto que árboles, entonces tener un evento como éste, plantar más árboles, significa que: primero, se va a reducir la temperatura, y segundo, el oxígeno también mejorará en la escuela”.

Algunos datos:
- Usualmente, la falta de árboles es un primer símbolo de injusticia social: las áreas más arboladas suelen ser las más ricas.
- La escuela charter KIPP Excelencia tiene un 94 por ciento de estudiantes latinos. De todo el alumnado, 90 por ciento son personas de bajos recursos (dato proporcionado por José Talavera).
- Debajo de una cobertura de árboles, la temperatura desciende entre tres y cinco grados Fahrenheit; es decir entre 8 y 10 grados Celsius.
- Anteriormente, Canopy plantó unos cien árboles solo en las escuelas Hoover y Taft.
- Para contactar a Canopy, se puede acceder a la página canopy.org, o por email info@canopy.org (en instagram, @canopytrees)
- Este evento fue posible con el aporte de PG&E, a través de una subvención (“grant“) del programa California ReLeaf’s Growing Green Communities.

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