El recuerdo de un México congelado en el tiempo aviva la imaginación de Arturo Borjas, también conocido como Inubass, que partió de tierra azteca hace más de 20 años para cruzar el mar en busca de aventuras en el país que vió nacer a Nintendo, Japón. Desarrollador y programador consiguió establecer un pequeño estudio de desarrollo de videojuegos en Tokio llamado Sketchy Ceviche.
A través del juego El panadero, este mexicano regala a la cultura milenaria japonesa una mirada surrealista a íconos de la panadería mexicana como las conchas, las orejas y los deliciosos puerquitos de piloncillo.

Originario de Guanajuato, México, Arturo estudió en un Centros de Estudios Tecnológicos Industrial y de Servicios (CETIS) y completó su formación con clases de japonés en la Universidad de Guanajuato. Ya entonces tenía sus ojos y ambiciones puestas en el país del sol naciente. Con su carrera de programador, consiguió trabajo de “Code Monkey, iluso del IT… clásico Chalán de cuestiones tecnológicas”, comentó en entrevista para MxPA.
“Tuve la oportunidad de aprender cómo el japonés normal de clase media funciona”, dijo.
Arturo también nos comentó que esto le significó desaprovechar oportunidades que se abren en Japón por ser extranjero. El hecho de ser bilingüe es apreciado por los locales, y el mexicano lamenta haber desaprovechado esa oportunidad al entrar desde un principio a la rama de programación.

El llamado de la tierra natal es fuerte, pero Inubass encontró en tradiciones como la celebración del Obon, un dulce paralelismo con el día de muertos que le ayuda a vencer la nostalgia. La celebración del Obon, es una fecha en la que se recuerda a los seres queridos que han partido y se les ofrecen comida, ofrendas, linternas y altares.
“Somos en ciertas partes tan distintos y en otras tan similares que hay lugares en los que los engranes embonan”, compartió el programador.
El desarrollo de El Panadero, una labor de amor
Para Inubass el advenimiento de la pandemia de COVID-19 se convirtió en la oportunidad perfecta para invertir su tiempo libre en algo constructivo y olvidarse un poco de las tragedias que sucedían alrededor del mundo. Así fue que, junto con su padre, empezó el desarrollo de su primer videojuego propio, El Minero.
“No hay forma de hacer algo sin tener errores”, Arturo comentó al respecto de su juego más reciente, El Panadero. El camino que tienen que recorrer los desarrolladores independientes para realizar su arte es muy complicado y lleno de dificultades que a menudo tienen que resolver con ayuda y recursos limitados.
En una interesante coincidencia, un productor y músico que se hace llamar ghostpops se interesó en su trabajo y le ofreció colaborar. De origen africano, ghostpops tiene un estudio de música en Japón y aportó al juego de El Panadero una interpretación única de la música mexicana.

La tarea de hacer videojuegos es un desafío enorme, algunos desarrolladores hasta califican terminar un videojuego “un milagro”. Para quienes hemos tenido el privilegio de ver detrás de las cortinas de la industria del entretenimiento digital, es obvio que los desarrolladores independientes no pueden compararse con los gigantes de la industria. Sin embargo, compiten por el mismo espacio, por el mismo dinero y los consumidores a menudo hacen menos a los videojuegos independientes. Arturo está consciente de las críticas de su obra y ha aprendido a separar la crítica constructiva de los ataques.
“A mí lo que sí me molesta, no digo que me cale, pero me molesta, es cuando dicen ‘yo no voy a comprar un juego mexicano, nada más porque es mexicano’”, expresó el desarrollador.
Hacer juegos es algo muy riesgoso, incluso en países en los que se tiene apoyo del gobierno nada garantiza que el juego recupere las inversiones y genere ganancias.
Entonces ¿por qué hacer videojuegos independientes?: “Una, porque queremos, y otra porque hay muchas cosas que los indies (juegos independientes) te pueden ofrecer que un AAA no te va a dar”, dijo el desarrollador mexicano con una convicción férrea.
Quizás ese sea el secreto del encanto de los juegos independientes, se hacen por el simple impulso de crear, de realizar algo y regalarle al mundo algo que no existía antes. El placer de compartir tu cultura, tus pensamientos o tus miedos es el motor de un arte honesto que nos ha dado obras como El Panadero y eso, no tiene precio.
Puedes encontrar el juego de Arturo Borja en Switch, y en Steam en este link:
El Panadero -The Baker- on Steam
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