Bajo el resplandor festivo de la Plaza de San Pedro y entre el ir y venir de visitantes que se detienen a contemplar los pesebres navideños del mundo, México vivió un momento histórico al participar por primera vez en la exposición internacional “100 Presepi in Vaticano”, representado por un Nacimiento rarámuri elaborado por artesanas y artesanos de Chihuahua, una pieza que llevó hasta Roma la esencia profunda de la Sierra Tarahumara.
La gobernadora Maru Campos inauguró la participación mexicana en este evento emblemático, al que describió como un honor y un orgullo para el estado. Subrayó que debutar con una pieza elaborada por manos chihuahuenses era un gesto que unía tradición, identidad y representación cultural.
El pesebre rarámuri llamó la atención desde el primer momento. Sus figuras, hechas con materiales tradicionales y una estética deliberadamente sobria, parecían surgir de la tierra misma. Los colores terrosos, las texturas que evocan la madera y la roca, y la serenidad de los rostros transmitían una espiritualidad distinta, arraigada en los cañones y montañas de la Tarahumara.
Muchos visitantes se detenían frente a la pieza para observarla con detenimiento, como si el pesebre invitara a hacer una pausa en medio del bullicio navideño. Las figuras rarámuri, reinterpretando a María, José y el Niño Dios, ofrecían una escena íntima, silenciosa, como si trajeran consigo el viento frío de la sierra.
“Este Nacimiento refleja la inmensidad de nuestras montañas y, al mismo tiempo, la sencillez de la tierra que Dios eligió para entrar en la historia humana”, dijo Campos durante la inauguración. Añadió que la tradición rarámuri enseña que “lo esencial no necesita adornos, y la luz se reconoce en el silencio, entre las rocas”.
La participación mexicana se dio como parte de La Navidad Mexicana en el Vaticano, coordinada por la Secretaría de Relaciones Exteriores. Chihuahua fue el Estado invitado, y el nacimiento rarámuri se convirtió en el primer aporte del país a esta exposición que cada año reúne pesebres de artistas de todo el mundo.
El arzobispo Rino Fisichella, Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, presidió el evento y agradeció a México su contribución. Destacó el valor cultural y espiritual del pesebre chihuahuense dentro de las actividades del Jubileo 2025, que busca mostrar la diversidad de expresiones de fe en el mundo.
El embajador de México ante la Santa Sede, Alberto Barranco, celebró la presencia de Chihuahua con esta obra que, dijo, “representa un signo de paz, fe y esperanza”. La pieza, observó, resume el arte ancestral de la región y la fuerza simbólica de sus pueblos originarios.
A lo largo del día, el Nacimiento atrajo a turistas europeos, familias latinoamericanas y religiosos de distintas comunidades. Muchos preguntaban sobre la cultura rarámuri; otros se asombraban de que una obra aparentemente tan sencilla transmitiera tanta profundidad.
Chihuahua también alcanzó un logro diplomático y cultural: se convirtió en la entidad número 17 en participar en La Navidad Mexicana en el Vaticano. La gobernadora lo resumió en un mensaje difundido en X: “Chihuahua está presente en el Vaticano. Y está presente con su arte, con su historia y con su corazón”.
En un rincón de la Plaza de San Pedro, bajo las columnas de Bernini y frente a la Basílica, el nacimiento rarámuri dialogó con las decenas de pesebres del mundo. Su mensaje fue claro: la esperanza también nace desde la tierra, desde lo sencillo y desde la memoria viva de un pueblo que, aun en silencio, sigue iluminando el camino.
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