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sábado, noviembre 23, 2024
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¿Puede la Inteligencia Artificial tomar el gobierno de un país?

Escucha la nota de voz de Cristian Carlos.

Por Cristian Carlos, especial para P360P

Como en cualquier pregunta que requiere una respuesta moral, es difícil dar una respuesta concreta; así que abordaremos los pros y contras sobre IA –Inteligencia Artificial– para dirigir un gobierno porque, adelantándome un poco, en última instancia, sí depende de las circunstancias específicas del país en cuestión.

¿Qué es la inteligencia artificial?

En primera instancia, La inteligencia artificial es una rama de las ciencias de la Computación que se ocupa de la simulación de procesos de inteligencia humana en las computadoras, más específicamente, sistemas informáticos. Es un término amplio que cubre cualquier técnica donde una o más computadoras están programadas para comportarse de manera inteligente que, se espera, sea tan inteligente o más que cualquier ser humano.

El tipo más común de IA es el aprendizaje automático, que involucra algoritmos –creados por humanos– que pueden aprender de los datos y hacer predicciones basadas en patrones encontrados en esos mismos datos.

Es difícil predecir qué tan útil será la IA en el futuro, pero ciertamente podemos decir que será muy útil. No reemplazará a los humanos, sino que los ayudará con sus tareas y los hará más eficientes en lo que hacen… o eso esperamos; de cualquier modo, hay probabilidades fatalistas. ¿Y si la inteligencia artificial decide que los seres humanos ya no son capaces de tomar buenas decisiones –o ninguna decisión en absoluto–? ¿Y si la inteligencia artificial resuelve que los seres humanos sobramos en la Tierra?

Aunque, algún día también se dará cuenta de que necesita a los humanos –o sólo a unos pocos– para restablecerse en caso de una falla inalcanzable a cualquier sistema computacional.

En el lado positivo, la IA podría hacer que el gobierno fuese más eficiente y eficaz dependiendo de los recursos a los que puede obtener; por ejemplo, la IA podría utilizarse para procesar datos con mayor rapidez y precisión que los humanos, identificar patrones y tendencias, y hacer predicciones sobre acontecimientos futuros en el terreno de la sociedad.

La IA también podría ayudar a automatizar las tareas rutinarias, liberando a los empleados públicos para que se centren en tareas más importantes –o simples–. ¿Les suena a «Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones», de Adam Smith; o «La división del trabajo social» del padre de la Sociología, Émile Durkheim?

Habría sido mucho pedirles, a cualquiera de los dos, que hubiesen predicho la posibilidad de hacer uso del invento de un sistema de cómputo con inteligencia propia para la producción y el aprovechamiento de los bienes de una nación; eso si le adicionamos el pensamiento de que la IA podría ayudar a reducir los sesgos y errores humanos que perjudiquen a la sociedad.

Si los gobiernos estuviesen empleando la IA en nuestra sociedad, ¿lo notaríamos?

No está claro hasta qué punto los humanos pueden discernir la intervención de la inteligencia artificial cuando se pone en práctica. Es posible que los seres humanos seamos mejores para detectar la intervención de la IA más de lo que creemos. Eso depende, por sólo poner un ejemplo, de cuáles sean sus expectativas en materia de contenidos generados por máquinas.

Hasta ahora, podemos dar cuenta de que se ha estado utilizando la inteligencia artificial en cosas muy personales; por ejemplo, Apple declara que se vale de la inteligencia artificial a través de la introducción de su tecnología “Neural Engine” en 2017, donde el iPhone comenzó a usarla para mejorar las condiciones del funcionamiento del teléfono, como por ejemplo, la detección facial en fotografías y cómo cambia el aspecto de una persona cuando se emplean sus sistemas biométricos de autenticación.

A título personal, supongo que es muy probable que, así como de inconsútiles son las recomendaciones de Apple Music –otro tema interesante para otro día–, así de imperceptible o seamless podrían ser las intervenciones del gobierno.

En el lado negativo, existe el riesgo de que la IA se emplee para manipular o controlar injustamente a sus ciudadanos. Por ejemplo, si un gobierno usa la IA para rastrear los movimientos y las actividades de la gente, podría utilizar esta información para reprimir la disidencia o seleccionar a personas para acosarlas o cometer otras formas de abuso –como en la serie de anime “Psycho-Pass”. Allí, la IA se usa para crear «burbujas de filtrado» que impidan a las personas estar expuestas a la información que desafía sus creencias.

En general, si la IA puede dirigir con éxito un gobierno es una cuestión abierta. El uso de la IA en el gobierno conlleva beneficios y riesgos potenciales, y aún está por ver cómo se desarrollarán estos factores en la práctica. Aunque la IA es cada vez más avanzada, todavía hay muchas limitaciones en lo que puede hacer. ¿Cuántas veces Siri –Alexa o Google Voice– ha respondido con otra cosa muy diferente a la que dijimos sólo porque no pudo escuchar bien nuestras palabras?

Se sabe que la IA aún no es lo suficientemente avanzada como para dirigir un gobierno por sí sola, aunque la película “Eagle Eye”, de 2008, planteó que Departamento de Defensa de los Estados Unidos –la encargada de la seguridad nacional y las Fuerzas Armadas– tiene un proyecto secreto respecto al uso de sistemas computacionales para crear una nueva forma de gobierno: la Algocracia –el gobierno de los algoritmos–.

Algunos creen que procesos complejos de toma de decisiones en el gobierno de un país deben llevarse a cabo por seres humanos, aunque… ¿eso nos ha servido de cara al calentamiento global y cambio climático? Además, la IA aún no es capaz de reproducir toda la gama de emociones humanas, por lo que no podría enfrentarse eficazmente a los muchos retos que conlleva gobernar un país.

¿Y si lo intentamos?

Sí, la IA puede dirigir el gobierno de un país, pero probablemente sería un gobierno muy diferente al actual. La IA sería probablemente mucho más eficiente y eficaz para gobernar que los humanos, pero también sería probablemente muy diferente en su enfoque; por poner un ejemplo, a la IA podría no preocuparle los procesos democráticos o de los derechos civiles, y centrarse únicamente en la eficiencia y la eficacia. Esto podría dar lugar a un gobierno muy diferente al que estamos acostumbrados; aun así, podría tener un éxito increíble.

Habría que intentarlo. La pregunta, ahora, es: «¿Por qué país empezamos?». No estoy preguntando en razón de saber cuál sería el primer país en implementar la IA para sus ciudadanos –sería muy ingenuo pensar que aún la IA no está en funcionamiento en algún gobierno–, sino que, ¿desde cuándo y qué país empezó a utilizar la IA en sus ciudadanos y qué tan integrada podría estar en su sociedad? Ya les aviso que, en países en desarrollo, no es así.

Aunque hay esperanza para estos últimos porque, existen postulados que indican que, tras llegar a un alto grado de eficiencia en un país –es decir, autosuficiente–, podría relevar sus recursos a naciones menos afortunadas; sin embargo, por la miseria humana, es probable que a la IA se le niegue dicho pensamiento o acción.

Personalmente, espero que si la IA está en funcionamiento en algún gobierno, lo logre, porque eso sólo demostraría que es lo suficientemente inteligente como para burlar las malas decisiones de los seres humanos.

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