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miércoles, noviembre 6, 2024
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Cultura, el mejor antídoto contra el odio

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Hoy he despertado con el alma encogida. Me entristece ver cómo la humanidad parece incapaz de aprender de sus errores. El legado duradero del colonialismo y el imperialismo, con sus impactos corrosivos -dividiendo países, razas y estableciendo castas- sigue desplegándose ante nuestros ojos. Estos sistemas arraigados de opresión, xenofobia y racismo han resurgido, permitiendo que abusos de derechos humanos, antes universalmente condenados, resurjan con una fuerza alarmante.

Los resultados de la elección señalan una realidad escalofriante para las comunidades marginadas en todo el mundo: las minorías raciales y étnicas, mujeres y niñas, pobres, trabajadores migrantes, minorías perseguidas, personas con discapacidades y muchos otros considerados “menos poderosos”, enfrentan nuevas amenazas de explotación. 

El racismo sistémico, la xenofobia, el colorismo y los prejuicios, aunque lejos de ser nuevos, parecen haber revivido con mayor intensidad.

El hecho preocupante es que muchos ciudadanos aceptan o son indiferentes a estas fuerzas discriminatorias, lo cual refleja los desequilibrios de poder profundamente arraigados que alimentan la opresión. Estos problemas fundamentales no son meros vestigios del pasado; continúan manifestándose hoy, otorgando un preocupante permiso para que la discriminación vuelva a entrar tanto en las esferas públicas como en las privadas.

Las comunidades con mayor riesgo incluyen aquellas que carecen de protecciones adecuadas y que han soportado persecución y marginación, ya sea a manos de gobiernos o de actores explotadores en el sector privado. Esto incluye a los trabajadores migrantes con salarios bajos, minorías étnicas y raciales, inmigrantes, prisioneros, mujeres y niñas, refugiados y otros grupos vulnerables. Estas personas, ya de por sí entre las más ignoradas y subvaloradas, ahora enfrentan una creciente ola de xenofobia y políticas antiinmigrantes.

No podemos permitirnos ignorar el resurgimiento de estas ideologías regresivas. La historia nos ha mostrado las consecuencias desgarradoras de un prejuicio y una discriminación sin control. 

Ahora, más que nunca, debemos mantenernos unidos contra la opresión en todas sus formas, defendiendo la justicia, la igualdad y la dignidad para todas las personas, independientemente de su origen o estatus social. 

La verdadera fortaleza de la humanidad reside en su diversidad, y nuestro progreso colectivo depende de nuestra capacidad para aprender de nuestro pasado y abogar por un futuro basado en la compasión y la inclusividad.

Sabemos que el trabajo de difusión cultural es esencial para la expansión del odio, y en Casa Círculo Cultural reforzaremos nuestro compromiso de seguir trabajando duro con y para nuestra comunidad.

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