Texto: Ingrid Sánchez
Fotos: Candy Sotomayor
Según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales —Semarnat—, el ojo del huracán es un sector de cierta calma y bandas nubosas en forma de espiral con fuerte actividad lluviosa que convergen hacia su centro de manera ciclónica. La descripción meteorológica también funciona para entender la situación política actual de Ayacucho, el centro de la protesta del mes pasado que ahora ha entrado en un momento de tensión pero de cierta calma con tormentas a su alrededor.
El pasado 2 de diciembre, el Frente de Defensa del Pueblo de Ayacucho —FREDEPA—, la principal y más grande organización de la región, acordó sumarse a la movilización que ha sido convocada para el 4 de enero con una manifestación que se realizará en la tarde del próximo miércoles.
Esto, a diferencia de la decisión de la Asamblea Macrosur que se compuso de la región de Puno y algunos sectores de Arequipa, Tacna, Moquegua, Madre de Dios, Ica, Cusco y Apurímac, y que actualmente convoca a un paro total en todo el país.
La discusión, tensa por momentos, incluyó a dirigentes de las organizaciones de masas de la región como sectores de transportistas, profesores y algunos comerciantes que se oponían al paro, y a personas que individualmente acudieron para argumentar en favor del paro.
Los ánimos acalorados, el reclamo de las bases al gobierno de Dina Boluarte y las miradas sombrías de los familiares de las víctimas de la represión del 15 de diciembre que dejó 10 personas muertas, fueron el común denominador de una asamblea que fue abierta pero que, según el Comité Ejecutivo del FREDEPA, contó con «ternas», como llaman coloquialmente a los policías vestidos de civil que se infiltran en las movilizaciones o en las reuniones para realizar trabajos de inteligencia.
«Sabemos que aquí hay presencia de ternas, pero les decimos que estén tranquilos, que no hagan desorden y que no tomen fotos ni graben. Si descubrimos que lo están haciendo o meten desorden, los vamos a desalojar», afirmó con firmeza la presidenta del FREDEPA, Rocío Leandro Melgar poco antes de iniciar la asamblea.
La tensión ha ido creciendo en los últimos días conforme se acerca el fin de la tregua que la movilización social acordó por las fiestas decembrinas. La decisión de detener las manifestaciones no fue producto del cansancio ni del desgaste sino de la consideración de recomponer la situación: atender a los heridos, organizar a los familiares de las víctimas mortales y reponerse económicamente debido a que en Ayacucho, alrededor del 70 por ciento de la población se dedica al comercio y a los servicios, según el propio FREDEPA.
El país entero ha tenido los ojos puestos en Ayacucho por la importancia que el paro tuvo en la región el pasado 15 de diciembre cuando cientos de personas salieron a manifestarse a la Plaza Mayor y posteriormente se dirigieron al aeropuerto para tratar de bloquear la salida de militares que se dirigían a otras regiones del sur peruano. La manifestación terminó con la persecución que los militares hicieron de los manifestantes incluso entre las colonias aledañas en donde aún hoy es posible observar los huecos que las balas dejaron en las paredes.
En este contexto y de acuerdo con declaraciones de la propia Leandro Melgar, las regiones de Apurímac, Cusco, Puno y Arequipa, esperaron con ansiedad la resolución de Ayacucho en relación con el paro del 4 de enero. Además, ha sido convocada una asamblea nacional de regiones en Lima para el próximo 7 de enero donde continuará la discusión sobre el camino que la movilización debe tomar.
«De los 17 dirigentes, compañeros, sólo 3 han planteado que se haga un paro, sólo 3. Si no contamos con la participación y la aprobación de los compañeros de transporte, de los compañeros de los mercados, no vamos a garantizar un paro propiamente. Eso es iluso, compañeros, no podemos garantizar y sería irresponsable. Hay que ser objetivos», argumentó la vicepresidenta el FREDEPA, Estefany Alanya.
La decisión de no sumarse al paro del 4 de enero sino convocar a una movilización por la tarde, fue aceptada con suspiros de alivio por parte de los dirigentes gremiales que informaron que no se podrían sumar al paro. La medida responde a un ánimo, por parte de los dirigentes y el Comité Ejecutivo del FREDEPA, de acumular fuerzas, antes de lanzarse de lleno a una decisión como un paro indefinido.
Sin embargo, los activistas independientes y los pequeños colectivos manifestaron su indignación con la decisión.
«No estamos de acuerdo con la decisión porque Ayacucho se va a quedar atrás pero bueno, trabajaremos porque la movilización salga fuerte el miércoles», afirmó una profesora del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación —SUTE— de Ayacucho.
Las demandas para convocar a la manifestación nacional aún son diversas y con distintos niveles de apoyo, pero se aglutinan en torno a cierta agenda común: la convocatoria a una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución, la salida de todos los congresistas y el adelanto de elecciones para 2023. También hay sectores que continúan exigiendo la salida del gobierno de Dina Boluarte y la libertad de Pedro Castillo.
Con tensión, incertidumbre y expectativa, el país mira hacia el sur peruano: en la sierra y en la selva se gestan las nubes tormentosas del descontento.
Esta nota se realizó con el apoyo de la organización Global Exchange en colaboración con Península 360 Press.
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