Por Polliana Monteiro, Península 360 Press y Global Exchange.
Fotografías de Manuel Ortiz Escámez
¿Qué se esperaría al conmemorarse el Bicentenario de la Independencia en Brasil? ¿Cómo sería el desfile oficial de la Independencia, que ocurre todos los años en Brasil el día 7 de septiembre, en Brasilia, la capital del país?
Tras dos años sin esta conmemoración oficial, por cuenta de las restricciones impuestas debido a la pandemia, el 7 de septiembre de este 2022 se celebró el Bicentenario de la Independencia de Brasil, a tan solo 25 días de las elecciones. En esta fecha, todos los años, en el Eixo Monumental, vía donde se localiza la Esplanada dos Ministérios, lugar de Brasília que abriga los ministerios y organismos del Poder Ejecutivo, desfilan por la avenida tropas militares, blindados y miembros de diversas instituciones policiales.
Lo que debería ser la fiesta del pueblo y una oportunidad educativa para que la historia del proceso de ruptura jurídico-política entre colonia y metrópolis nos fuese contada, que los 200 años de ese acontecimiento histórico fuera de alguna manera recordado, llenando de sentido a la palabra conmemoración, pasó a ser un mero desfile exhibicionista de tropas militares sin una aparente propuesta pedagógica que dio lugar a un acto de campaña de un presidente desesperado por una reelección.
La independencia es un marco histórico, es cuando Brasil pasa a ser jurídicamente independiente de Portugal a partir de la ruptura del nexo colonial. Sin embargo, podemos decir que la «independencia» hasta los días de hoy solo ha ocurrido mismo en el ámbito jurídico-administrativo; no ha tocado en otras formas de dependencia del norte global, que son las epistémicas, raciales, de género, etcétera.
Eso se veía en las franjas presentes del desfile, que contenían además de consignas en portugués, mensajes sobre todo en inglés, pero también en alemán, como esta que dice «Raus aus dem kommunismus wir wollen Bolsonaro» ‒Fuera el comunismo, nosotros queremos Bolsonaro‒.
Los partidarios del presidente, que fueron a Brasilia desde diversos lugares del país para demostrarle apoyo, vestían verde y amarrillo, los colores de la bandera, y llevaban consigo pancartas antidemocráticas, que pedían la intervención militar, la salida de los ministros del Supremo Tribunal Federal ‒la corte suprema de justicia‒, la criminalización del comunismo en Brasil, una nueva constitución anticomunista, entre otras demandas con contenido golpista.
Llama la atención cuando el público grita «prende o Lula» y «Lula ladrão, seu lugar é na prisão» en el momento en que desfilan los coches de la Policía Federal. Eso porque el expresidente Lula, principal opositor de Bolsonaro, estuvo detenido en la sede de la Policía Federal en la ciudad de Curitiba por 580 días. Los gritos para que lo detengan demuestran la voluntad de que se repita lo que ocurrió en las elecciones pasadas, en 2018, cuando Lula no pudo disputar la presidencia en el momento en que las encuestas lo ratificaban como favorito.
Después del desfile, el presidente subió a un escenario montado en el medio de la Esplanada dos Ministérios y discursó para sus seguidores. Estuvo acompañado por la primera dama, Michelle Bolsonaro, y por un empresario que está siendo investigado por un operativo de la Policía Federal, Luciano Hang. Este año no asistieron los presidentes del Senado, Rodrigo Pacheco y de la Cámara de Diputados, Artur Lira, quienes tradicionalmente participan en el evento. En el acto también participaron los presidentes de Portugal, Cabo Verde y Guinea-Bissau.
En el discurso para sus seguidores, Bolsonaro no fue moderado en proferir alabanzas a su gobierno que no condicen con la realidad. En cambio, hizo críticas a las gestiones del Partido de los Trabajadores y, usando el discurso de Dios y la familia, comparó las elecciones actuales a una lucha del bien contra el mal. Asimismo, insufló a los manifestantes en contra el Supremo Tribunal Federal. La cereza del pastel fue cuando hizo comparaciones entre las primeras damas y se presentó como un hombre.
El acto del Día de la Independencia, que debería ser de Estado, se convirtió en una plataforma de campaña para el presidente Jair Bolsonaro. Aprovechándose de tener la máquina estatal en sus manos, usó para su promoción personal eventos de Estado, financiados con dinero público, lo que hizo que las campañas de otros candidatos manifestaran que interpondrán demandas en la Justicia Electoral en contra del mandatario por abuso de poder político y económico en la realización de los eventos realizados en Brasília y en Rio de Janeiro.
En las redes sociales, Lula celebró el Bicentenario de la Independencia. Dijo que Brasil va a reconquistar su bandera, soberanía y democracia:
«En ningún momento usamos el Día de la Patria, el día del pueblo brasileño, el día más grande de nuestro país por cuenta la independencia como instrumento de la política electoral. Y el presidente, en lugar de discutir los problemas de Brasil […] trata de hablar de campaña política y trata de atacarme».
Esta nota se realizó con el apoyo de la organización Global Exchange en colaboración con Península 360 Press.
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