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La lucha contra la corrupción cruza fronteras y las alianzas entre corruptos, también. Estas alianzas son cada vez más visibles y en ellas participan individuos y organizaciones que se han beneficiado de poner el poder público al servicio del interés privado.
En México, la Cuarta Transformación, lidereada por Andrés Manuel López Obrador, sin cobrarle grandes impuestos a la elite y con los recursos que antes iban a los bolsillos de los rateros de cuello blanco, logró sacar de la pobreza a más de 9 millones de habitantes.
En la vecina Guatemala, el recién estrenado gobierno de Bernardo Arévalo y del Movimiento Semilla, luchan por frenar el raterismo que pudre a las cortes, el Congreso y el Ministerio Público.
Largas décadas de abusos crearon complicidades entre empresarios y políticos que lucran con la ausencia de regulaciones al extractivismo agroexportador y minero, con los atracos al erario.
Sin el menor reparo ético, poderosos medios de comunicación protegen la continuidad de ese modelo y un caso que llama la atención es el de la televisora propiedad de Ricardo Salinas Pliego, conocido evasor fiscal que a través de TV Azteca Guatemala legitima y encubre a la rosca criminal que controla el Ministerio Público y en connivencia con los magistrados igualmente corruptos de la Corte de Constitucionalidad pretende anular al Movimiento Semilla y destituir al presidente Arévalo.
Salinas Pliego se pliega a las fuerzas regresivas y no le importa ir a contracorriente de la voluntad ciudadana. Sin embargo, sus problemas en México, el descalabro electoral de la derecha mexicana y la fortaleza de la movilización ciudadana que sentará en la silla presidencial a Claudia Sheinbaum, son muy malas noticias para los corruptos y los parásitos que estorban la construcción de un futuro más democrático en México y Guatemala.
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