En las elecciones de Brasil que se llevarán a cabo el próximo 2 de octubre, no sólo se juega la presidencia del país sino también diversos puestos de elección popular: vicepresidencia, gobernadores y vicegobernadores estatales, y una parte del Congreso Nacional.
El presente proceso electoral ha estado acompañado de una intensa confrontación política entre los dos principales candidatos: Luiz Inácio Lula da Silva, ex presidente y candidato del izquierdista Partido del Trabajo ‒PT‒ y el actual presidente que contiende por una reelección, Jair Bolsonaro, del Partido Liberal, de fuertes tendencias de derecha.
Sin embargo, en total se presentarán 11 contendientes de diversos partidos políticos y, por lo tanto, de diversas inclinaciones ideológico-políticas.
¿Cómo funcionan las elecciones de Brasil?
En Brasil las elecciones operan con segunda vuelta por lo que a menos de que alguno de los candidatos presidenciales gane al recibir más del 50 por ciento de los votos, habrá una segunda vuelta que se realizará el 30 de octubre de este año. En la segunda vuelta sólo participan los dos candidatos que más votos hayan obtenido.
Los gobernadores y vicegobernadores también son elegidos por segunda vuelta mientras que en el caso del Senado Federal las elecciones son por mayoría; en este caso, debido a que dos tercios del Senado fueron elegidos en 2018, el próximo 2 de octubre sólo se elegirá a 81 senadores que representan un tercio de la cámara.
En el caso de los diputados, los 513 miembros serán elegidos y contarán con candidatos elegidos en 27 distritos electorales; asimismo se elegirán los miembros de las asambleas legislativas a nivel estatal.
Ambiente político tenso a unas semanas de las elecciones
El actual presidente Jair Bolsonaro ha estado por debajo de su contrincante Lula Da Silva en prácticamente todas las encuestas que se han realizado y aunque lo más probable es que se realice una segunda vuelta electoral, todos los números indican que el elegido por los y las brasileñas será el izquierdista y expresidente Lula.
En ese contexto, Bolsonaro ha implementado una política de cuestionamiento intenso contra el sistema electoral brasileño con miras a desconocer el resultado electoral en caso de que éste no le favorezca.
También ha encabezado una intensa campaña de desprestigio de Lula da Silva aprovechando el juicio e incluso encarcelamiento de que fue objeto cuando resultó acusado de corrupción.
Sin embargo, la estrategia de Bolsonaro y su aparente intención de no entregar la presidencia al expresidente izquierdista podría tener el objetivo de evitar que sea juzgado y condenado una vez que ya no sea presidente.
Bolsonaro actualmente está sometido a una investigación federal por supuestos actos de corrupción además de que el Senado lo acusa de ser responsable de los cientos de miles de muertos por la pandemia de COVID-19 debido a un supuesto manejo irresponsable de la crisis sanitaria.
A nivel regional latinoamericano, las elecciones de Brasil han tensado algunas relaciones. Por ejemplo, Jair Bolsonaro realizó unas declaraciones en las que acusó de su homólogo chileno, Gabriel Boric, de haber participado en los hechos violentos que acompañaron las intensas movilizaciones chilenas en 2019 en donde la población exigía la abolición de la Constitución emanada de la dictadura de Augusto Pinochet.
De acuerdo con El País, luego de las declaraciones del todavía presidente brasileño, la Cancillería en Santiago citó al embajador brasileño y le entregó una nota de protesta por lo que consideró «una declaraciones gravísimas y absolutamente falsas».
«Lamentamos que en un contexto electoral se aprovechen las relaciones bilaterales y se polaricen a través de la desinformación y las noticias falsas», dijo la ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola.
La preocupación porque ocurra un atentado en contra de alguno de los candidatos presidenciales ha aumentado, sobre todo en el contexto del recién atentado en contra de la vida de la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, a quien un hombre, de presunta nacionalidad brasileña, le disparó en el rostro cuando finalizaba un acto público.
La pistola no disparó ninguna bala, lo que permitió que la mandataria saliera indemne del ataque.
Al mismo tiempo, en Brasil, los candidatos se han rodeado de intensos mecanismos de seguridad pues no es raro que los procesos electorales estén acompañados de actos de violencia en contra de los candidatos.
Por ejemplo, Bolsonaro fue apuñalado en el abdomen un mes antes de las elecciones de 2018 debido a lo cual tuvo que ser sometido a múltiples cirugías y hospitalizaciones. Debido a ello, el actual presidente utiliza de manera recurrente un chaleco antibalas, sobre todo cuando se encuentra en eventos al aire libre, no establece contacto físico con sus seguidores, no come ni bebe en actividades públicas y lo acompaña un intenso operativo que incluye a la policía federal brasileña.
Por su parte, Luiz Inácio Lula da Silva, contrató a un equipo de seguridad privada y alrededor de un tercio de los 15 asientos del avión alquilado por su partido para la campaña están ocupados por agentes de seguridad. El líder de izquierda normalmente se rehúsa a utilizar chaleco antibalas y en ocasiones llega a abrazar a sus seguidores. Está por verse si en el contexto del ataque contra Cristina Fernández, cambie de opinión.
Esta nota se realizó con el apoyo de la organización Global Exchange en colaboración con Península 360 Press.
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