En el país emblema de las atrocidades cometidas durante la Guerra Fría en el continente americano, depredado por oligarcas, militares, narco-políticos y pastores fundamentalistas, Guatemala, crece la posibilidad de que el binomio presidencial de Semilla, el movimiento de centro izquierda lidereado por Bernardo Arévalo y Karin Herrera, gane en segunda vuelta la presidencia el próximo 20 de agosto.
Arévalo, académico y político, es hijo del expresidente Juan José Arévalo, que junto a Jacobo Arbenz encabezó el fallido intento por modernizar el capitalismo nacional, la Revolución de Octubre frustrada en 1954 por la paranoia anticomunista de Estados Unidos, la oligarquía y el clero conservador.
A casi setenta años de esa infamia, Guatemala está a punto de retomar el legado del nacionalismo revolucionario.
Los candidatos de Semilla enfrentarán a Sandra Torres de la Unión Nacional de la Esperanza, enemiga de la CICIG ‒Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala‒, vinculada al narcotráfico, ex convicta y con 23 causas judiciales abiertas.
Ante el descalabro electoral de la hija del general Ríos Montt, Torres es ahora la candidata del «Frankenstein guatemalteco», como le llamó Piero Gleijeses a la maquinaria de muerte montada con dinero y asesoría de los gobiernos de Kennedy y Johnson.
Regresan aires de cambio, como en la víspera de la Revolución de 1944, y crece el repudio ciudadano al envilecimiento de la sociedad y la degradación del arte de la política por parte de la costra criminal y regresiva que seguirá controlando un buen número de alcaldías y curules en el Congreso.
Bernardo y Karin pueden arrasar en segunda vuelta y empezar a revertir la inhumanidad que ha padecido Guatemala desde 1954.
La intensa actividad en el mundo virtual anuncia que el Frankenstein no es invencible y se abre una nueva luz en el horizonte centroamericano.
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