
Península 360 Press con información de The New York Times.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a poner a San Francisco en la mira política al advertir que podría desplegar a la Guardia Nacional en la ciudad, una decisión que ya tomó en Washington y Los Ángeles.
El anuncio marca un giro en su estrategia, pues hasta ahora la ciudad californiana había quedado fuera de sus ataques más recientes contra urbes gobernadas por demócratas.
“Ustedes ven lo que los demócratas han hecho con San Francisco: la han destruido”, declaró Trump desde la Oficina Oval, según reportó The New York Times. “Podemos limpiar eso también… lo vamos a limpiar también”.
Las declaraciones fueron recibidas con escepticismo por las autoridades locales. “Es pura fanfarronería e insensatez”, respondió Nancy Tung, presidenta del Partido Demócrata en San Francisco, quien ironizó: “Si quiere intentar bajar un tanque por Lombard Street, adelante. Estamos listos”.
El alcalde Daniel Lurie, electo tras una ola de hartazgo ciudadano por la inseguridad y la crisis de personas sin hogar, evitó confrontar directamente al mandatario y se limitó a destacar los avances locales. “Mi administración ha hecho de las calles limpias y seguras la máxima prioridad, y los resultados son claros: el crimen está en su punto más bajo en décadas, los visitantes están regresando y San Francisco está en ascenso”, afirmó en un comunicado.
Otros funcionarios, como Bilal Mahmood, supervisor del distrito de Tenderloin, respondieron con dureza: “Donald Trump es un cobarde. San Francisco en realidad va al alza, y él teme que las ciudades demócratas estén mejorando”.
Durante meses, San Francisco había permanecido relativamente fuera de la retórica presidencial. A diferencia de Washington, Los Ángeles, Chicago o Baltimore, la ciudad parecía beneficiarse de un perfil más bajo mientras emprendía reformas internas. Votantes moderados impulsaron la destitución de un fiscal progresista y de tres miembros de la junta escolar, además de aprobar medidas que fortalecen a la policía.
El triunfo de Lurie, heredero de la fortuna Levi Strauss, simbolizó ese viraje político. Con un discurso centrado en reducir la criminalidad y atender la crisis de personas sin hogar, el nuevo alcalde ha cosechado resultados: caída en las cifras de delitos violentos, aumento de arrestos por venta de fentanilo y la menor cantidad de campamentos de personas sin hogar desde la pandemia, de acuerdo con cifras citadas por el NYT.
El despliegue de la Guardia Nacional en ciudades gobernadas por demócratas ha sido objeto de debate jurídico y político. Expertos legales sostienen que, fuera de Washington, la Casa Blanca enfrenta limitaciones para usar tropas federales en funciones policiales.
Algunos líderes demócratas denunciaron que la selección de ciudades responde a un sesgo racial, pues varias de ellas tienen alcaldes afroamericanos y poblaciones negras significativas. “Reconozco los mensajes de odio cuando los escucho”, afirmó Barbara Lee, nueva alcaldesa de Oakland.
La Casa Blanca rechazó esas acusaciones y aseguró que las decisiones se basan en tasas de criminalidad, aunque críticos apuntaron que Trump ha omitido ciudades con altos índices delictivos en estados republicanos, como Memphis o San Luis.
Analistas locales advirtieron que la creciente influencia de empresarios tecnológicos conservadores en San Francisco podría estar influyendo en la estrategia de Trump. Sin embargo, advierten que el alcalde Lurie no podrá eludir indefinidamente la confrontación con la Casa Blanca.
“En algún momento, los habitantes de San Francisco se van a despertar y van a decir: ‘Exigimos, señor alcalde, que se enfrente a Donald Trump’”, declaró Aaron Peskin, excandidato a la alcaldía, en declaraciones recogidas por The New York Times.
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