Por Temóris Grecko
Ninguna organización palestina lamentó la caída / Assad e Israel, “dos caras de la misma moneda”: activistas palestinos.
Al volar a Moscú tras la derrota de su ejército, Bashar al-Assad admitió el fin de la dinastía que fundó su padre, Hafez, con un golpe de Estado en 1970: entre los dos, gobernaron 54 años, de los que los últimos 13 fueron de guerra civil, que terminaron en su derrota.
Sin duda, hay una gran incertidumbre sobre lo que van a hacer los nuevos líderes del país, sobre si sus declaraciones de que sus prioridades son superar la guerra y las divisiones, así como formar un gobierno de consenso incorporando a las distintas facciones y comunidades, son honestas y podrán ser materializadas.
Hay una disputa de narrativas, en todo caso. Desde el punto de vista de Washington y sus aliados, cayó un dictador; Siria fue retirada como eslabón clave del esquema estratégico de Irán, fragmentándolo; y Rusia pierde a un aliado clave en Medio Oriente, que además le permitía mantener su única base naval militar en el Mediterráneo.
En el otro lado, sin embargo, no hay acuerdo sobre la interpretación de este evento histórico. Unos lo celebran como la liberación del pueblo sirio, que sufrió una dictadura de más de medio siglo que oprimió sangrientamente no solo a los sirios, también a palestinos y libaneses.
Otros lo denuncian como lo contrario: un golpe militar promovido por Estados Unidos e Israel a través de Al Qaeda para romper el eje de la resistencia, aislar la causa palestina, que al-Assad defendía, y subyugar a los libaneses, que Siria protegía, con apoyo de Rusia e Irán.
¿Qué tanto de esto es cierto?
El régimen de los Assad y la causa palestina
Ni una sola de las principales organizaciones palestinas lamentó la caída de al-Assad. Al contrario: expresaron su apoyo a las decisiones del pueblo sirio
La Autoridad Nacional Palestina declaró que está al lado del pueblo sirio, “respetando su voluntad y sus opciones políticas, de manera que se garantice su seguridad y estabilidad y se preserven sus logros”.
El Movimiento de Resistencia Islámica Hamás felicitó al pueblo sirio por haber logrado sus “aspiraciones de libertad y justicia”. “Apoyamos firmemente al gran pueblo de Siria… y respetamos la voluntad, la independencia y las opciones políticas del pueblo sirio”. Y añadió que espera que Siria continúe “su papel histórico y fundamental de apoyo al pueblo palestino”.
Yihad Islámica Palestina dijo que los recientes acontecimientos son un asunto sirio que se relaciona con las “elecciones del hermano pueblo sirio”.
Las Fuerzas Nacionales e Islámicas Palestinas en Damasco declararon que “esperan sinceramente el derecho del pueblo sirio a determinar su futuro y construir una Siria unificada y plenamente soberana en un marco de libertad, justicia, democracia y ciudadanía igualitaria sin discriminación”.
¿Y la gente?
El portal The New Arab tituló esta nota así: “A pesar de que enfrentan un genocidio, los palestinos celebran la liberación de Siria de Assad”. La abre con este párrafo: “Entre felicitaciones y lágrimas, los palestinos se mostraron predominantemente alegres por la liberación de Siria del régimen de Bashar al-Assad después de más de cinco décadas de gobierno dictatorial contra el pueblo sirio. Muchos palestinos describieron a The New Arab que los acontecimientos en Siria fueron “una verdadera victoria sobre la injusticia, la tiranía y la corrupción”.
¿A qué se debe el distanciamiento, y hasta el festejo, respecto al trágico final de un régimen que supuestamente apoyaba la causa palestina?
A que todo eso era mentira, lo contrario de lo que los al-Assad hicieron durante medio siglo.
Dima Khatib es una palestina nacida en Siria, hija de refugiados. Es la directora de AJ+, un canal de la cadena Al Jazeera. El 5 de diciembre, ofreció una conferencia en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, sobre el exterminio de periodistas palestinos que lleva a cabo Israel. Esa noche, cené con ella y con el corresponsal de Al Jazeera John Holman. El día 7, cuando Dima volaba de regreso a Qatar, Bashar al-Assad era “evacuado” a Rusia.
El 12, la periodista publicó este video sobre lo que llama su “doble exilio”: estaba impedida de ir tanto a su tierra de origen, Palestina, por los israelíes; como a la de su nacimiento, Siria, por el régimen de al-Assad. En él, recuerda el ambiente de represión que vivió de niña, que le provocaba temor de que sus pensamientos fueran descubiertos; denuncia que el gobierno sirio asesinó a miles de palestinos para sofocar la resistencia contra Israel, y que durante la revolución, mató y encarceló a muchos más; y señala que al-Assad “nunca se enfrentó a Israel a pesar de haber perdido los Altos del Golán” (territorio sirio que Israel invadió y se anexó) y permitió “que Israel bombardeara Siria en los últimos años sin hacer nada al respecto”.
Sobre esto último, hay que explicar: la fuerza aérea de Israel ha podido atacar objetivos en Siria durante años sin recibir respuesta, a pesar de que Siria tenía medios para derribar sus aviones desde 2016, cuando Rusia desplegó en el país sus plataformas de defensa antiaérea más modernas, las S-400 y S-300 (las retiró en los últimos días).
Más adelante, Dima comenta que “algunos apasionados partidarios de la causa palestina son reacios a compartir la alegría de los sirios liberados de la brutalidad de Assad, porque imaginan que es una especie de revés para Palestina en un tablero de ajedrez geopolítico. Pero esa forma de verlo deshumaniza a los sirios de la misma manera que señalamos que la cobertura mediática deshumaniza a los palestinos”.
Dima concluye: “Los mismos valores que te hacen apoyar a los palestinos deberían aplicarse también a los sirios. Son seres humanos que merecen respirar después de soportar tanto sufrimiento por parte de uno de los regímenes más brutales que se han conocido”.
(Al final de este texto, pondré la transcripción completa de su video).
El 7 de diciembre, pude presenciar el momento en que el poeta sirio Nouri al-Jarrah -quien fue miembro de la Organización para la Liberación de Palestina- recibía por teléfono la inesperada noticia de la caída de al-Assad. Estábamos con el escritor iraquí Samuel Shimon y con el académico palestino Shadi Rohana, quien me hizo favor de traducir a Nouri en la entrevista relámpago que le hice, para registrar sus primeras impresiones de lo sucedido (la pueden encontrar aquí).
En los días siguientes, continué hablando con él, dejando que se asentaran las emociones y las ideas. En días siguientes, publicaré una crónica sobre su vida y sus nociones de exilio y retorno. Pero adelanto parte de lo relacionado con este tema.
Al-Jarrah tuvo que pasar a la clandestinidad, en Siria, cuando con otros compañeros del Partido Comunista Sirio denunció que el ejército sirio y las milicias cristianas falangistas de Líbano, aliadas de Israel, habían atacado el campamento de refugiados palestinos de Tal es-Zaatar, en Beirut, en 1976 (ver descripción al final del texto), asesinando a unas 2 mil personas y herido a 4 mil más. Después, Nouri escapó a Líbano, donde constató que el gobierno sirio, a través de la milicia chií Amal, seguía asediando a los palestinos.
En 1974, con la mediación de Estados Unidos, Israel y Siria suscribieron un acuerdo de “desconflictivización”, que solo la segunda ha respetado, mientras que Israel lo ha violado sistemáticamente, primero que nada con la anexión del territorio sirio del Golán, en 1981, y también con sus ataques aéreos que en la última década se hicieron casi diarios.
“El precio de la permanencia del régimen fue estar en silencio frente a la ocupación del Golán”, dice Nouri, y suprimir la resistencia palestina contra Israel tanto en Siria como en Líbano.
“Para nosotros, como sirios, la causa palestina es una parte fundamental de nuestra construcción como seres, existencial, cultural. Personalmente, he vivido la experiencia palestina y me considero a mí mismo como palestino”, reivindica el poeta. “Pero durante los últimos 13 años, el vecino israelí protegió al régimen sirio frente la revolución. Israel nunca atacó los arsenales de armas (del ejército) porque sabía que esas armas estaban siendo usadas en contra del pueblo sirio, destruyeron ciudades en su totalidad. Y ahora, una vez que cayó el régimen, vemos al Estado de Israel bombardeando las fábricas de armas, las bases militares, los barcos, todo lo que tiene que ver con las armas que ha tenido Siria, porque este régimen dictatorial se ha comportado por muchos años como una muralla defendiendo al Estado de Israel de los opositores o de otros. ¿Por qué Israel no atacó a Siria y esos lugares específicos antes de la caída de Israel? Porque antes estas armas no iban a ser usadas en contra de Israel y ahora no se sabe”.
En los medios más comprometidos con la causa palestina -pero ajenos a Rusia e Irán-, como el Middle East Monitor, se encuentran artículos que explican que los Assad realmente protegieron a Israel.
Como este, del periodista de Gaza Motassem A Dalloul: “Como palestino, considero a Al Assad no sólo un guardián de Israel, sino su defensor. La familia Assad, que pertenece a la minoría alauita, explotó la supuesta hostilidad hacia la ocupación israelí para reforzar su régimen autoritario, que se basaba básicamente en la opresión de los sirios, suprimiendo sus libertades y disuadiendo cualquier intento real de luchar contra la ocupación israelí”.
Bajo el acuerdo de 1974, “el primero de su tipo entre Israel y los regímenes árabes”, continúa, “el régimen de Assad convirtió a Siria en una zona de contención entre Israel y las naciones árabes y musulmanas, utilizando su relación con Irán como pretexto para reprimir cualquier intento de resistencia contra Israel”.
Ya en noviembre de 2023, cuando el genocidio apenas comenzaba, los activistas palestinos denunciaban que las críticas de al-Assad contra Israel eran “hipócritas” porque sus acciones eran iguales, y decían que el régimen sirio y el israelí eran “dos caras de la misma moneda”.
Al Qaeda ganó con HTS y los demócratas ganaron con Trump
El jefe de Hayat Tahrir al Sham (HTS, Organización para la Liberación del Levante), la milicia líder de los grupos que derrotaron al régimen, ha abandonado su nombre de guerra, Abu Mohamed al Julani, para recuperar el de Ahmed Husein al Shara. Es una de las varias señales que ha estado mandando para convencer de que el combatiente islamista se está transformando en un hombre de Estado, dispuesto a gobernar de manera inclusiva para toda la población siria, independientemente de su origen étnico o religioso. ¿Qué tanto de esto es cierto? ¿Contendrá el fundamentalismo salafista que enarboló en el pasado? ¿Cederá a las intenciones de su gran aliado, Turquía, de destruir la autonomía kurda del noreste del país? ¿O entenderá que la forma de pacificar Siria es generar acuerdos mediante el consenso y la tolerancia? Lo sabremos tarde o temprano.
Los rusos y los iraníes no esperarán a descubrirlo, en todo caso. Algunas viejas declaraciones de funcionarios estadounidenses les sirven para describir a Al Qaeda como instrumento de Washington; así como la antigua militancia de al Julani en Al Qaeda y su relación con el asesinado Abubakr al Baghdadi, fundador de Estado Islámico (la organización que algunos siguen llamando ISIS aunque abandonó ese nombre hace nueve años), les resultan base suficiente para afirmar que es Al Qaeda la que conquistó el poder, por designio de Estados Unidos e Israel.
Durante todo el siglo XXI, Al Qaeda les ha servido a tirios y a troyanos como ogro para espantar incautos. Aunque, siendo suní fundamentalista, era enemiga del régimen suní laico de Saddam Hussein en Irak, Washington lo acusó de ser su aliado. También lo hizo con Irán, aunque aquí la animadversión es muchísimo mayor, porque desde hace 16 siglos, los suníes consideran que los chiíes, como los ayatolás de Teherán, son herejes, traidores a la verdadera religión. Israel también ha sostenido que Al Qaida y Estado Islámico controlan a las organizaciones palestinas.
Igualmente, Rusia denuncia el involucramiento de Al Qaeda con todos sus enemigos musulmanes, lo mismo en Chechenia y Daguestán que en Siria.
En este caso, su narrativa llega al extremo de presentar a al Julani y su HTS como representantes, al mismo tiempo, de Al Qaeda y Estado Islámico.
A pesar de que el segundo, que era parte de Al Qaeda, se convirtió en el mayor carnicero de sus ex-correligionarios cuando se separó de ella. Persiguió y cazó a miles de miembros y simpatizantes de Al Qaeda en Siria, en Irak y otros países. O se pertenece a uno o a la otra, es imposible que a ambas.
Al Julani rompió con Abubakr al Baghdadi, el líder de Estado Islámico que se autoproclamó califa, en abril de 2013. Hace once años, casi doce. Se convirtió en su enemigo mortal por mantener su lealtad a Al Qaeda. Aunque eso tampoco duró mucho: la abandonó en 2016. Hace ocho años. Desde entonces, su organización cambió varias veces de nombre y de alianzas hasta tomar el actual, de HTS, y vincularse a Turquía, a la que, según los turcos, mantenía informada de sus movimientos.
Nada de esto les gustó ni a Al Qaeda ni a Estado Islámico. En enero de 2017, la fusión de varias milicias para formar HTS estuvo precedida de ataques de la primera, y durante los siguientes tres años, Hayat Tahrir al Sham sostuvo una campaña militar contra ambos enemigos en la provincia siria de Idlib, que logró poner bajo su control, estableciendo un gobierno local. En 2022, el ideólogo de HTS, Abu Maria al-Qahtani, emitió una declaración exigiendo la disolución de Al Qaeda.
Aunque ahora reclame respetabilidad, se vista de civil y haya recuperado su viejo nombre al-Shara, el dirigente de HTS es responsable por graves violaciones de derechos humanos cometidas por sus combatientes, además del antecedente de la ideología extremista que enarbolaba. Todo eso preocupa.
Pero atribuirle obediencia a Al Qaeda -y además, a Estado Islámico- es tan creíble como afirmar que Donald Trump en realidad es un instrumento del Partido Demócrata, pues militó en él hasta 2001.
Sirios y falangistas en la matanza de Tal al-Zaatar
El 12 de agosto de 1976, un campo de refugiados palestinos en Beirut fue asaltado por milicias cristianas y tropas sirias tras un asedio de 52 días. La cifras corren de 1,500 a 2 mil muertos, muchos de ellos civiles; unos 4 mil heridos y miles de desplazados. El campo, conocido como Tal al-Zaatar (La Colina del Tomillo), era uno de los últimos bastiones de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en la zona dominada por los cristianos del este de Beirut.
El asedio comenzó en enero de 1976, cuando las milicias cristianas, lideradas por los falangistas del Frente Libanés (FL) y aliadas a Israel, lanzaron una campaña para expulsar a los palestinos del norte de Beirut, donde querían imponer su hegemonía. Los palestinos, por su parte, veían al Líbano como una base para su lucha contra Israel y apoyaban a las fuerzas musulmanas e izquierdistas del Movimiento Nacional Libanés (MNL). El campamento fue fortificado por la OLP y albergó a unos 20 mil refugiados.
El FL no tenía fuerza suficiente para tomar el campamento. Los equilibrios cambiaron en junio de 1976, cuando el ejército sirio intervino del lado de los sitiadores y lanzaron un asalto brutal. Los sirios bombardearon el campamento con artillería y tanques, mientras las milicias cristianas lo rodeaban y cortaron el agua y la electricidad. Los defensores resistieron utilizando armas caseras y túneles. El campamento fue sometido a bombardeos constantes, francotiradores y hambre. Muchos refugiados murieron por heridas, enfermedades o desnutrición. Algunos se suicidaron o fueron ejecutados por sus captores. Otros lograron escapar o rendirse, pero enfrentaron más violencia o humillación.
La caída de Tal al-Zaatar el 12 de agosto marcó un punto de inflexión en la guerra civil libanesa. Completó la partición del Líbano entre los musulmanes del sur y los cristianos del norte. También debilitó la presencia y la influencia de la OLP en el Líbano y allanó el camino para la invasión israelí en 1982. La masacre quedó marcada en la conciencia y la identidad nacionales palestinas, como símbolo de su sufrimiento y resistencia, así como en una fuente de inspiración y solidaridad.
La historia de Tal al-Zaatar fue inmortalizada en varias obras artísticas. El campo fue apodado como “la capital de los pobres” por el poeta iraquí Muzaffar al-Nawab, quien escribió un famoso poema sobre él. El campo también fue representado en películas, novelas, pinturas y canciones de artistas palestinos y árabes. El recuerdo de Tal al-Zaatar todavía está vivo entre los sobrevivientes y sus descendientes, quienes conmemoran su aniversario cada año.
“Doble exilio”, de Dima Khatib (transcripción completa)
El régimen de al-Assad en Siria: ¿Era pro-palestino? ¿Lo derribó al-Qaeda?
Como palestina, he sido objeto de ataques por celebrar el fin del régimen de Assad.
El problema es que soy siria y palestina,
de hecho soy mitad palestina y, por supuesto, lo celebraría.
Este es uno de los momentos más importantes de mi vida.
Mi madre es de Damasco, mi padre es un refugiado palestino despojado en 1948.
Vivió y murió en el exilio.
Nací y crecí en Damasco.
Nunca se me permitió entrar a Palestina ni siquiera de visita.
Y desde la revolución siria de 2011, también se me prohibió entrar en Siria.
Doble exilio.
Cuando tenía 10 u 11 años, el autobús escolar solía detenerse en la plaza Abbasid,
en el centro de Damasco, para que todos pudiéramos ver a dos o tres hombres colgados de una cuerda,
sus cuerpos envueltos en una tela blanca,
y también con las caras cubiertas.
Los habrían ejecutado al amanecer y los habrían dejado para que los viéramos alrededor de las 6:30 a.m.
El conductor del autobús diría:
“¿Ven niños?
Esto es lo que pasa si no hacen lo que se les dice”.
Todos nos quedamos sentados, quietos en el autobús,
temblando por dentro y por fuera,
sin pronunciar una palabra cuando nos decían que nos calláramos.
Todos teníamos que hacer
lo que se nos decía.
En todas partes, todo el tiempo.
Nuestros padres también, nuestros vecinos,
nuestros parientes,
todo el mundo.
Recuerdo que mi corazón siempre latía con miedo y tenía miedo de que alguien pudiera oírlo y burlarse de mí por ello.
De niña, temía pensar porque me preocupaba que alguien pudiera descubrir mis pensamientos y mi familia fuera castigada por tenerlos.
Pero, ¿no era el régimen de Assad anti-Israel y pro-Palestina?
Si me preguntan, diría que sí y que no.
Como palestina, recibí educación y atención médica gratuitas. Yo diría que Siria fue el mejor de los tres países donde recibieron a muchos refugiados palestinos.
Egipto fue el peor, Líbano se situó en el medio, y Siria, el mejor.
Pero teníamos que ser leales al partido Ba’ath de Assad, como todos los sirios.
Sin embargo, el régimen nunca se enfrentó a Israel
a pesar de haber perdido los Altos del Golán
y haber permitido que Israel bombardeara Siria,
de vez en cuando,
a veces a diario, en los últimos años,
sin hacer nada al respecto.
De hecho, las fuerzas de seguridad del régimen han sido responsables de la muerte de muchos miles de palestinos a lo largo de los años,
mediante ataques directos tanto en Líbano como en Siria,
en un intento de reprimir la resistencia palestina independiente a Israel.
Muchos cientos de palestinos más han muerto en el curso de la represión del levantamiento sirio, por parte del régimen.
Hay muchos palestinos entre los detenidos en las cárceles sirias,
no porque hayan cometido un delito o hecho algo ilegal,
todos son prisioneros de conciencia,
retenidos arbitrariamente durante años o incluso décadas en las mazmorras.
¿Qué diferencia hay entre ellos
y los palestinos retenidos por Israel bajo detención administrativa?
Los palestinos del campo de refugiados de Yarmouk, en Damasco, sufrieron hambre durante la revolución. Algunos fueron arrojados a agujeros en el suelo y ejecutados en masa en la infame masacre de Tadamon, en 2013.
¿Qué diferencia hay entre ellos
y los palestinos de Gaza hoy?
Cuando veo a las familias reunirse y a los detenidos liberados,
sé cómo se sienten.
Veo que algunos no lo pueden creer, están muy sorprendidos de ser liberados.
¡Es un milagro!
Conozco el miedo que deben haber tenido por dentro.
Mi padre se fue de Siria después de que la vida se había vuelto insoportable a finales de los años 80,
bajo el gobierno de Hafez al-Assad, el padre de Bashar.
Dirigía el Departamento de Lengua Árabe en la Facultad de Letras de la Universidad de Damasco.
Uno de los profesores se atrevió a negarle la entrada a un estudiante
por haber llegado más de 10 minutos tarde al auditorio.
Había 400 estudiantes presentes.
El estudiante resultó ser el hijo de un oficial de inteligencia militar. Regresó con dos guardaespaldas y el profesor fue sometido a abusos físicos y verbales delante de toda la clase.
Llegó a la oficina de mi padre sangrando, con las gafas rotas,
con la ropa desgarrada.
Mi padre dijo:
Si no puedo proteger a los profesores de mi departamento,
entonces no hay nada que podamos enseñarles a los estudiantes.
Mi corazón late fuerte de nuevo.
Se fue de Siria a Yemen.
Doble exilio.
Ahora algunos apasionados partidarios de la causa palestina
son reacios a compartir la alegría de los sirios liberados de la brutalidad de Assad,
porque imaginan que es una especie de revés para Palestina en un tablero de ajedrez geopolítico.
Pero esa forma de verlo deshumaniza a los sirios
de la misma manera que señalamos que la cobertura mediática deshumaniza a los palestinos.
Los sirios no son solo un factor en un juego de ajedrez geopolítico.
Siria no es sólo un trozo de tierra que está situado en un lugar estratégico en el mapa.
Los mismos valores que te hacen apoyar a los palestinos
deberían aplicarse también a los sirios.
Son seres humanos que merecen respirar después de soportar tanto sufrimiento por parte de uno de los regímenes más brutales que se han conocido.
Su derrocamiento no significa que el mañana será perfecto en Siria.
No significa que este cambio sea bueno para Palestina.
Puede que no lo sea a corto plazo.
Aún así puedes compartir la alegría
sin aplaudir a los nuevos líderes de Siria.
Los sirios han pagado con 13 años de sangre y lágrimas
para ganarse el derecho
y la libertad de elegir, como pueblo.
Tal como lo siguen haciendo los palestinos.
Pueden enseñarnos algo que no esperamos.
En cuanto a mí,
estoy inundada de alegría.
Ahora puedo volver a Siria.
Al menos una de mis dos patrias
es accesible.
Este texto fue publicado originalmente en: MUNDO ABIERTO
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