La presidenta Claudia Sheinbaum felicitó al comité organizador de la Semana Santa en Iztapalapa tras el anuncio de que esta tradición fue inscrita como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. El reconocimiento, afirmó, honra a una comunidad que ha preservado y transmitido esta expresión cultural por casi dos siglos.
Desde Palacio Nacional, la mandataria extendió su felicitación a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, y a la alcaldesa de Iztapalapa, Aleida Alavez, por impulsar y fortalecer la representación durante sus gestiones. También destacó el acompañamiento del director del INAH, Diego Prieto, en el proceso de postulación.
“Es una actividad que tiene muchos años, la desarrolla un comité comunitario, social. Los felicitamos a ellos, a ellas, que ponen mucho empeño en esta celebración; a Clara, a Diego Prieto que ayudó mucho también a este reconocimiento que es muy importante para todos los habitantes de Iztapalapa”, señaló.
La tradición se remonta a 1833, cuando la comunidad realizó un voto para pedir el fin de una epidemia de cólera. Una década después se llevó a cabo la primera representación formal, dando inicio a un ciclo que hoy suma más de 180 años de historia ininterrumpida.
Durante la vigésima sesión del Comité Intergubernamental, celebrada en Nueva Delhi, la UNESCO destacó el carácter comunitario, simbólico y cultural de la representación. Subrayó que la Semana Santa moviliza cada año a miles de habitantes de los ocho barrios originarios, fortaleciendo la cohesión social y el ejercicio de los derechos culturales.
La candidatura fue impulsada por el Comité Organizador de Semana Santa en Iztapalapa A.C. (COSSIAC), en colaboración con la Secretaría de Cultura, el Gobierno de la Ciudad de México y la alcaldía Iztapalapa. El gobierno mexicano señaló que la postulación cumplió con los criterios de la Convención de 2003, al tratarse de una tradición que “más allá de su raíz religiosa, fomenta la paz, la cohesión social y el ejercicio de los derechos culturales”.
La Representación de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo se ha consolidado como un referente cultural que convoca a millones de visitantes cada año. Su organización inicia en diciembre con los preparativos comunitarios, continúa con ensayos y logística, y culmina en Semana Santa con recreaciones realizadas por habitantes locales.
La celebración concluye el 3 de mayo con la bendición de la cruz, un acto simbólico que reafirma el vínculo entre tradición e identidad comunitaria. Los propios residentes desempeñan un papel central como actores, coordinadores, facilitadores y custodios de la transmisión intergeneracional.
La UNESCO destacó que esta práctica fortalece la solidaridad, preserva oficios tradicionales y mantiene viva la memoria cultural de la comunidad. Más allá de su origen religioso, señaló, la tradición promueve la cohesión social y refuerza el sentido de pertenencia.
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