Aunque las bases de las organizaciones de izquierda se inclinan por Bernardo Arévalo, sus dirigencias han tardado mucho en pronunciarse y harían bien en dejar atrás las viejas tendencias sectarias y autoritarias, y llamar a la unidad nacional para no dejar solo a Semilla una vez obtenido el triunfo en las urnas.
Mientras tanto, ni con insultos homofóbicos, ni movilizando la doble moral de los pastores pentecostales, ni repartiendo dinero o bolsas con alimentos, podrá la candidata Sandra Torres desplazar a Bernardo, quien lleva la delantera en las encuestas.
La autoproclamada «enviada de Dios», rehuyó participar en el debate convocado por la Asociación de Gerentes de Guatemala, y con malas palabras, mentiras, vallas panorámicas y propaganda en las radios, canales de televisión y la prensa, propiedad de la oligarquía, intenta acortar la distancia.
Por si no fuera suficiente, su compañero de fórmula, el pastor Romeo Guerra, tiene una formación intelectual precaria y ha dicho diversas mentiras, una de ellas, que fue parte de un proyecto de la NASA, mismas que han contribuido al hundimiento político de su partido y de su jefa.
La visita del secretario general de la desprestigiada Organización de Estados Americanos ‒OEA‒, Luis Almagro, no salió como ellos esperaban, y el principal compromiso pareciera ser entonces permitir la toma de posesión de Arévalo el próximo 14 de enero de 2024, pero inmediatamente la Corte de Constitucionalidad buscará destituirlo y suprimir la personería jurídica del partido Semilla.
Narcopolíticos, pastores, militares y oligarcas seguirán utilizando el litigio malicioso y la movilización de alcaldes y diputados afines para crear un estado de ingobernabilidad que incluye recurrir a técnicas usadas en tiempos de la contrainsurgencia. De allí la necesidad de sumar todas las fuerzas para lograr que en Guatemala comience una nueva primavera democrática.
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