Colores, olores, figuras monumentales y tapetes oaxaqueños tradicionales se desplegaron en el centro de la capital de Oaxaca para adornar la celebración de Día de Muertos y confirmar lo que el mundo sabe: en México a la Muerte, con M mayúscula, se le trata con cariño, se le colocan ofrendas con comida, bebida, veladoras e incluso se le rinde un tributo artístico.
Con tierra mojada, cal y diamantina, colectivos y estudiantes de arte de Oaxaca colocaron en la Plaza de la Danza, a las afueras del del Templo de la Soledad, tapetes monumentales esculpidos con arena mojada, diamantina, cal y pigmentos, con los que representaron elementos naturales, figuras representativas de la cosmovisión de las culturas prehispánicas regionales y a personajes de la historia nacional como Frida Kahlo.
La plaza se dividió en cuatro espacios de 12 por 12 metros para que ocuparan los estudiantes de la Facultad de Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca ‒UABJO‒ y tres colectivos artísticos: La Soledad de Villa de Zaachila, Encuentro Cultural y los pobladores de Macuilxóchitl.
Caminar entre los elementos naturales, el agua, el fuego, la tierra y el aire, fue la idea principal que desarrollaron los estudiantes de la UABJO en el tapete que dividieron en cinco: uno para cada uno de los elementos y un tapete central que representa el ciclo eterno, dialéctico, entre la vida y la muerte, representado con una serpiente de dos cabezas rodeando a la flor de la vida.
Las y los jóvenes discutieron, compartieron ideas, debatieron sobre lo que más convenía y al final decidieron realizar las representaciones como demostración de que el trabajo artístico, aunque se realice con las manos, exige esfuerzo intelectual: «Me lleva el…» reza el tapete del fuego en donde surge de entre las llamas un Diablo, bastante musculoso, sosteniendo una calavera y con una mueca juguetona.
Para la tierra una mujer, dadora de vida, que parece crecer de entre las raíces y, al mismo tiempo, extenderse hacia el cielo a través de las ramas de un árbol. El agua estuvo representada por el dios mixteco Dzahui rodeado por el mar. Y el viento quedó impreso en el suelo con una figura de tres niños sosteniendo tres globos: un esqueleto, un murciélago y un colibrí, una de las imágenes representativas del aire.
Cuál podría ser la tarea de los artistas sino usar sus habilidades como un martillo para moldear la realidad, como diría Bertolt Brecht. Así, los jóvenes sortearon las dificultades con ingenio y trabajo duro: luego de dos días de trabajar a sol a sol, en el tapete del agua los estudiantes decidieron mezclar el pigmento azul con blanco para cambiar las tonalidades del agua y simular la espuma del mar ante el problema de no contar con suficiente color.
«Entre tres y cuatro personas trabajaron durante los dos días para cada tapete. En mi caso no estoy tan satisfecha porque no nos alcanzó un pigmento azul pero sí lo pudimos mezclar con blanco, es que de hecho simulamos espuma con el pigmento blanco y lo pudimos solucionar», explicó autocríticamente Alexa López, del semestre tercero C.
En cambio, Uriel Rojas, de la misma clase, sí quedó satisfecho con su trabajo y además explicó para Península 360 Press el proceso creativo, que incluyó a las marmotas, las figuras monumentales que siempre acompañan las festividades en Oaxaca.
«En mi equipo empezamos a pensar las ideas queriendo hacer unas tipo marmotas, pero pues quisimos algo que llevara el elemento aire entonces optamos por los globos y quisimos mantener lo oaxaqueño que serían las marmotas y sí se mantiene más o menos esa idea pero quisimos representarlo con los globos pero que mantuviera la esencia de la marmota, por eso las tres personas de abajo sosteniendo los globos», detalló el joven.
Con una fuerte raigambre regional, la discusión del equipo de Alexa discurrió por caminos similares: la representación de un dios mixteco del agua, Dzahui, se impuso ante la propuesta de la representación de Tláloc, más característico del Valle de México.
Otros tapetes realizados fueron el de «Elementales», realizado por el colectivo Encuentro cultural, con dos caminos que representan el día y la noche y los cuatro puntos cardinales; el tapete «Ofrendas a la muerte, a la vida y no tan viva», realizado por pobladores de Macuilxóchitl con una calavera gigante y «Frida baila con la muerte», como un llamado a convivir con la muerte, sin miedo y con alegría porque ante la muerte, todos somos iguales.
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