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Votar es una de las formas más importantes que los ciudadanos de Estados Unidos tienen para poder expresar su poder judicial. En tiempos recientes, la discusión sobre el papel de la juventud, especialmente la latina, ha preocupado a la población doméstica. Esta expectativa es esperada, pero es una realidad dura que viene con mucha presión y responsabilidad.
No es que no nos importe la política, pero hay más cosas de las cuales preocuparnos en un nivel más urgente.
Como estudiantes, es difícil tener un balance entre nuestras carreras profesionales, nuestros estudios, y nuestras vidas sociales. En muchos casos, los jóvenes prefieren empezar a trabajar directamente después de graduarse de la escuela preparatoria por el alto costo de vida, al igual que desarrollar su independencia. Se preocupan por viviendas económicas, trabajos que paguen más, y todavía tener oportunidades para disfrutar la vida.
No es que seamos egoístas, más bien estamos tratando de encontrar posiciones estables para nosotros, nuestras familias y nuestros futuros, un fundamento sólido.
Adicionalmente, los jóvenes de hoy también expresan su decepción con el sistema judicial y con las opciones que les han dado en las elecciones.
Estamos frustrados con el activismo performativo, con las promesas falsas, la desconfianza y desconexión entre políticos y sus constituyentes, y también el desafío de conocer la campaña de cada candidato en todas las elecciones nacionales, al igual que de locales.
Una porción de la juventud latina todavía es indocumentada y aunque quieran votar no tienen el derecho legal para hacerlo.
Con la ayuda de las redes sociales, podemos ver más claramente que a muchos políticos, gobernadores, senadores y representantes, no les importa el pueblo sino el poder, los beneficios financieros y el estatus asociado con su nueva posición.
Tiempo al tiempo, otra vez. Hemos sido testigos del cambio de los valores de estos políticos durante sus campañas y sus valores cuando finalmente asumen sus nuevos trabajos.
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