Guillermo tiene 11 años y el pie destrozado por una bala. Salió junto con sus padres a comprar un pastel pues ese 9 de enero era cumpleaños de su papá. En el camino empezó a llorar, a quejarse y a saltar del dolor; su madre, Teodolinda, creyó que había pisado un clavo hasta que vio la sangre manar del pie de su pequeño. Ahora, permanece en cama con su deseo de ser doctor en pausa. 

“Y así me lo han destruido, la vida de mi hijo. A la señora Dina yo le diría: ¿Por qué no escucha el pueblo, lo que están pidiendo? La gente está reclamando su justo derecho. ¿Por qué, señora Dina, tiene que estar usted así? ¿Acaso la gente ya no puede caminar en la calle? ¿Por qué tienes que decir “terroristas”? Por esa razón es por la que la gente se enoja más porque nosotros no somos terroristas, la gente no es terrorista. Nosotros no manejamos armas, ni siquiera sabemos manejar armas”, cuestiona Teodolinda Huancaviri madre de Guillermo.