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Friday, October 3, 2025
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De “Bad Hombres” a Bad Bunny: el nuevo campo de batalla político en el Super Bowl

Donald Trump usó en 2016 la expresión “bad hombres” para referirse a los migrantes latinos, estigmatizando a comunidades enteras con un insulto racista que aún resuena en la memoria política de Estados Unidos. Nueve años después, ese eco regresa disfrazado de polémica cultural: la presión en redes sociales para boicotear a Bad Bunny como artista del show de medio tiempo del Super Bowl LX, que se celebrará en San Francisco el próximo 8 de febrero de 2026.

Cuando se anunció que Bad Bunny encabezaría este importante show, el entusiasmo se mezcló con críticas, desinformación y campañas en redes sociales que piden cancelar su presentación. Y aunque esas voces parecen pequeñas frente al ruido global, revelan tensiones más profundas: racismo encubierto, desconocimiento cultural, y el miedo a que un latino boricua tome el escenario más visto del mundo, y lo haga en español.

En plataformas como X y TikTok circulan mensajes que exigen que se cancele su participación porque, según algunos, “no es estadounidense” o porque “canta en español”. 

El argumento de sus detractores es tan viejo como falso. Lo que olvidan (o ignoran) es que Bad Bunny nació en Puerto Rico, un territorio estadounidense cuyos ciudadanos tienen ciudadanía plena desde 1917. 

El detalle no es menor: revela hasta qué punto el debate trasciende lo musical y se convierte en un espejo de los prejuicios que aún persisten en el país. La indignación se disfraza de argumento “patriótico”, cuando en realidad es una negación del espacio latino en la cultura mayoritaria.

En tanto, esos mismos discursos critican su idioma como si cantar en español lo descalificara para estar en un escenario global en EE.UU. Sin embargo, estrellas latinas como Jennifer López y Shakira ya han encabezado shows de medio tiempo (como en 2020 en Miami, Florida) cantando en español o mezclando idiomas, sin que ese hecho provocara tanto escándalo mediático. 

Lo que llama la atención es que detrás del activismo anti-Bad Bunny no hay argumentos que resistan un chequeo. Se enmascaran bajo críticas artísticas, pero en realidad reflejan una lucha cultural: no es la música lo que molesta, sino la visibilidad latina con orgullo. 

Si Benito Antonio Martínez Ocasio sube al escenario en febrero de 2026, habrá quien lo interprete como una invasión simbólica al espacio que muchos quieren seguir controlando.

Bad Bunny, que ha encabezado las listas globales de Spotify y ha llenado estadios en todo el continente, representa un fenómeno cultural que va más allá de la música, es el artista en español más escuchado en la historia, y su presencia en el Super Bowl no solo es lógica desde la perspectiva de la industria, sino que también es un símbolo de la influencia cultural latina en Estados Unidos.

El rechazo mediático tiene eco en decisiones recientes del artista: él omitió las fechas en EE.UU. de su gira mundial por temor a que agentes del ICE (Inmigración y Control de Aduanas) hicieran redadas en sus conciertos.

Su elección envío un mensaje claro: no arriesgar la seguridad de sus fans. Pero la paradoja llegó con el anuncio del Super Bowl —un evento estadounidense gigantesco— que lo pone de frente con aquellos que rechazaron que regresara a los escenarios de EE.UU.

California, por su parte, aparece como un contrapunto: en un estado que ha sido bastión contra la retórica inmigratoria de Donald Trump. El gobernador Gavin Newsom, por ejemplo, reaccionó con humor y respaldo ante las críticas atribuidas a simpatizantes MAGA.

El estado dorado, y en particular San Francisco, ha sido un bastión contra la retórica antiinmigrante de Trump y sus aliados. El estado ha aprobado leyes que blindan a comunidades migrantes, ha desafiado medidas federales de ICE y ha defendido abiertamente su carácter multicultural. 

Impacto económico del Super Bowl y el potencial latino

Conviene recordar que el Super Bowl es mucho más que deporte o entretenimiento: es un evento que mueve miles de millones de dólares. Tan solo la edición 2024 en Las Vegas generó una derrama económica estimada en 1,100 millones de dólares, según la Cámara de Comercio de esa ciudad. California espera cifras similares o mayores en 2026, con impacto en turismo, hotelería, restaurantes, transporte y merchandasing. 

En ese escenario, la polémica por el cantante boricua se convierte también en un asunto económico: rechazar a Bad Bunny sería darle la espalda a millones de consumidores latinos, el grupo demográfico de mayor crecimiento en Estados Unidos y con un poder de compra estimado en más de 3 billones de dólares anuales, de acuerdo con datos de Latino Donor Collaborative.

Agregar un headliner latino poderoso puede atraer audiencias adicionales hispanohablantes, aumentar la transmisión digital en mercados latinoamericanos y fortalecer alianzas comerciales con marcas que desean conectar con comunidades latinas. Es un escenario donde la cultura latina no es “exótica”, sino comercialmente estratégica.

En la arena política, Bad Bunny ya no es solo un músico: es un símbolo. Su postura crítica hacia Trump, su defensa de Puerto Rico y su rechazo al miedo han hecho que aliados políticos y detractores lo observen con lupa. Algunos comentaristas conservadores lo han bautizado como “anti-ICE activist” o lo han criticado por no tener canciones en inglés.

El debate en torno a su presentación en el Super Bowl 2026 no es un simple berrinche cultural: es un recordatorio de que, en Estados Unidos de Trump, las narrativas de exclusión siguen buscando espacios para imponerse. Sin embargo, la figura de Bad Bunny encarna la resistencia de una generación que no pide permiso para cantar, bailar y existir en español en el escenario global.

Si Bad Bunny sube al escenario en San Francisco, no será solo un show: será un mensaje potente. Un artista latino interpretando exclusivamente en español, con conciencia de género, colonialismo y migración, en el medio más americano posible. Será el eco de identidades que resisten, una afirmación de que el entretenimiento, la cultura y la política ya no viven en compartimentos separados.

Así, de los “bad hombres” demonizados por Trump en 2016 al Bad Bunny que podría dominar el escenario más visto de Estados Unidos en 2026, lo que está en juego no es solo un show musical, sino la representación de millones de latinos que exigen su lugar en el relato estadounidense.

Y quizá ese sea el verdadero temor de quienes lo quieren fuera: que cuando el conejo malo pise el escenario del Super Bowl, millones de voces latinas se verán reflejadas en él. Ya no será el insulto de “bad hombres” de Trump; será la confirmación de que el futuro cultural de Estados Unidos habla —y canta— en español.

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Pamela Cruz
Pamela Cruz
Editor-in-Chief of Peninsula 360 Press. A communications expert by profession, but a journalist and writer by conviction, with more than 10 years of experience in the media. Specialized in medical and scientific journalism by Harvard and winner of the International Visitors Leadership Program scholarship from the U.S. government.
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