Estela Calápiz. Península 360 Press.
Moss Beach Distillery
Habíamos manejado por terregosos caminos desde «La Casa de la Playa» bordeando el mar hasta los acantilados cubiertos por la neblina que cubrían los escarpados límites del embravecido océano. Al fin un viejo tablón indicaba: “Moss Beach Distillery”. Monumento histórico que, durante la prohibición de alcohol en los Estados Unidos, lo destilaba para vender en San Francisco.
Mientras comíamos, escuchábamos música Country que evocaba esa época. Entusiasmados bajamos a la pista y como en las películas del Antiguo Oeste, en los entrepaños del gran espejo de la cantina, había botellas de licor de esa época, donde el cantinero atendía a una mujer vestida de rojo, enfrente en la pequeña pista de baile tocaban unos cuantos músicos, y cerca de ellos una muchacha rubia vestida con un ‘flapper’ azul se contoneaba.
Un hombre tocaba con maestría el ‘washboard’ con dos cucharas armonizando con el grupo -formado, además- por el banyo, una guitarra, la armónica, el ‘dobro’ , y el ‘fiddle’. La música era estupenda, emulaba ese tiempo del contrabando. Pedimos cerveza de la casa mientras comentábamos la delgadez de la mujer de rojo, su cuerpo se alargaba rozando el techo, sus piernas huesudas salían de las aberturas laterales del vestido. Al ver que las caras barbudas de los hombres y los cuerpos de las mujeres que bailaban se esfumaban de entre sus ropas; dejé caer el vaso de cerveza salpicando mi pantalón; la mujer de azul que había observado la escena vino en mi ayuda; cuando levanté la cara para darle las gracias, los agujeros sin vida de sus ojos me miraron al tiempo que su mano huesuda me ofreció una servilleta para limpiarme y al querer apoyarme en mi pareja, mi mano se perdió dentro de una gelatinosa bruma, él no estaba allí. Subí al comedor buscándolo, le pregunté a la ‘hostess’ si lo había visto, ella al verme me dijo:
—Señora usted llegó sola y aquí no hay ningún bar en donde se toque música.
La historia
A principios del siglo XX, la llegada masiva de inmigrantes de clase obrera a las grandes Ciudades había propiciado el florecimiento de una nueva cultura urbana basada en la afición por el alcohol y el bullicioso ambiente de los Bares. Era una manera de pasarlo bien que no todos toleraban. Los sectores conservadores, que defendían los antiguos valores del orden y la moral estricta, veían en este ocio una amenaza a los principios típicamente americanos y protestaron hasta conseguir su abolición. Y esto comenzó con «La ley Volstead» (llamada así por el nombre de su impulsor, el congresista luterano por Minnesota Andrew J. Volstead) que fue aprobada en 1919 por el Congreso después de tres meses de debate. Al año siguiente entraba en vigor la norma que prohibía «la fabricación, venta o transporte de bebidas alcohólicas intoxicantes».
Datos curiosos En las playas, que era por donde llegaba el Contrabando, una boya señala las tres millas náuticas, límite de las aguas territoriales norteamericanas; al otro lado aguardan barcos cargados de licor prohibido, y los Bares que vendían clandestinamente alcohol se multiplicaron por todo el país tras la prohibición, para entrar en ellos se solía requerir una invitación como, o conocer una determinada contraseña. A estos bares clandestinos se les llamaba “speakeasies” –«hablabajo»– para no llamar la atención de la policía y en el Medio Oeste, como “blind pigs” o “blind tigers”, nombre que alude a que desarrollaban su actividad ocultamente “blind” –«persiana»–.
Los “wine bricks” –«ladrillos de vino»– contenían jugo de uva concentrado (cuya producción era legal) que permitía fabricar vino en casa. En la etiqueta (y bajo la advertencia de que tal cosa era ilegal) se explicaba el procedimiento para obtenerlo.
“Moonshine” –«luz de luna»– es el nombre que se da aún hoy al licor destilado de forma ilegal, una de las actividades florecientes en tiempos de la Prohibición. Beberlo era peligroso, ya que carecía de garantías sanitarias.
Las zonas rurales del país que contaban con una larga tradición de producir sus bebidas locales aumentaron la producción ilegal de licor que les permitía a los granjeros hacer dinero a espaldas del fisco destilando los excedentes de la cosecha quienes crearon para este fin ingeniosos sistemas para fabricar bebidas alcohólicas en casa.
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/ley-seca-era-prohibicion-estados-unidos_12311/29
La leyenda
La destilería Moss Beach se remonta a 1927 cuando Frank Torres construyó el bar restaurante. Lo llamó “Frank’s Place” y lo convirtió en un bar clandestino (un lugar que vendía alcohol ilícitamente) durante la era de la prohibición. Fue frecuentado por algunas personas muy influyentes de la época, y un lugar para una variedad de actividades delictivas clandestinas. Políticos, gánsteres y estrellas del cine mudo figuraban entre la clientela de Frank.
Esto resultó muy ventajoso para Frank. Ya que “Frank’s Place” se utilizó como punto de entrega para los corredores de ron canadienses. Aterrizaban en la playa de abajo, llevaban el ron hasta el acantilado donde lo cargaban en vehículos para entregarlo a otros establecimientos ilegales a lo largo y ancho de la costa. Las conexiones de Frank proporcionaron protección para la operación y su club nocturno nunca fue allanado, aunque otros en el área no fueron tan afortunados. Pero el ron no era el único licor en el lugar de Frank, la Prohibición se convirtió en un desafío a la ley, y en una auténtica diversión para muchos jóvenes de clase media y alta; de entre esas mujeres les contaré la leyenda de Mary Ellen (Blue Lady).
Mary Ellen, era una hermosa mujer a la que le encantaba usar vestidos azules. La historia de Blue Lady cuenta que ella era una mujer casada que se enamoró de un pianista, John Contina. John y Mary Ellen mantuvieron una historia de amor ilícita durante bastante tiempo. Ellos disfrutaban su amor en un hotel justo al lado de la destilería Moss en dónde acostumbraban a pasear a la orilla de la playa durante sus apasionados encuentros. La pareja fue apuñalada una noche mientras caminaban. Pero John sobrevivió y desapareció, apareciendo mucho después muerto en la playa. A partir de entonces, se dice que “Blue Lady” se aparece en esos lugares y, además se dice que en ese lugar suceden cosas muy extrañas como me sucedió a mí.
La leyenda se confunde con la realidad; la historia cuenta una parte de la Realidad y el Cuento se escribe al compartir esas dos realidades con la introspección y la percepción, intensa, profunda, de otra realidad no por extraña irreal.