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Una y otra vez, no importa de la época que hablemos, siempre las guerras destrozan mundos, aquellos de quienes las viven en carne propia. Artistas a lo largo del tiempo han mostrado los horrores de estas, tal es el caso de Picasso con el Guernica, una obra que impactó al artista mexicano, Fernando Escartiz, y quien, con pequeñas modificaciones a la obra original, ha llevado las piezas de Pablo a 3D, en una muestra que acerca al espectador a la reflexión sobre los conflictos bélicos actuales.
Con piezas de casi 14 pies de largo y 7 de alto, por solo mencionar un par de ellas, Escartiz buscó reflejar el impacto que tuvo al tener de frente la obra de Pablo Picasso, la cual habita en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid, España, país al que viajó en enero para buscar inspiración.
La muestra de Escartiz, con 8 piezas monumentales, se encuentra en el Art Kiosk de Redwood City (2208 Broadway), del 14 al 21 de julio, presentado por Redwood City Improvement Association y Fung Collaboratives.
Esta es la tercera vez que Fernando presenta su arte en este gran espacio de la ciudad, el cual abraza de manera vibrante lo expuesto por el artista, que en esta ocasión hace una reflexión profunda sobre el combate bélico a nivel mundial.
“En enero de este año viajé a Madrid y vi el Guernica, ya lo había visto en otras ocasiones, pero en esta fue más fuerte el golpe. Es una pintura muy impresionante, pero esta vez, viendo la pintura no dejas de pensar en los conflictos que hay actualmente; entonces la pintura sigue siendo muy contemporánea, seguimos teniendo ese tipo de horrores que generan las guerras”, contó en exclusiva a Península 360 Press.
En ese momento, dijo, se propuso la idea de hacer el Guernica, pero en 3D, “porque, a mí, lo que me gusta es la escultura y las formas, aparte de que siempre me ha llamado mucho el trabajo de Picasso”.
Y es que, la muestra, es prácticamente el Guernica: las figuras humanas y de animales, pero con pequeñas actualizaciones, pensando en los tiempos actuales.
En total son nueve piezas: el caballo, un guerrero, una paloma, la madre con el niño muerto, una mujer arrodillada, la casa en llamas, el ojo, y la mujer con la lámpara.
Para Fernando, todas las piezas “pegan” de manera diferente, sin embargo, hay un par que le “mueven” de manera particular: “la casa en llamas” y “la madre con el niño muerto”, la primera “me impresionó porque ahí tenemos la pérdida de viviendas que es algo que, aparte del dolor, el trauma y la muerte, representa toda la pérdida de tus pertenencias; entonces, hay muchas personas que pierden sus casas y ya no hay certeza de si puedan volver a regresar”.
La segunda, dijo, “es como La Piedad de Miguel Ángel, esa pieza para mí es la que más me pegó, creo si lo tomamos con el tiempo actual, inmediatamente con esa pieza me imaginé Gaza, los muertos que lleva la guerra, creo que la mitad de los muertos son niños, entonces esa pieza la vinculé inmediatamente con Gaza”.
Aunado a ello, Escartiz agregó un detalle, pues sumó un proyectil. Y es que, recordó, la republicana Nikki Haley, fue fotografiada en mayo pasado, escribiendo en un proyectil un mensaje que decía “acaben con ellos”, hecho que desató la indignación de múltiples sectores de la sociedad estadounidense que se opone a la ofensiva israelí y al apoyo de la unión americana a la guerra que ha provocado miles de muertos, la mitad de ellos mujeres y niños.
Sin embargo, “la casa en llamas” no le es indiferente, “a mí se me figuró la guerra en Ucrania y ahí involucre símbolos que son extras a la pintura, a esta pieza le pinté como un colguije en el cuello a la persona que sale, es un escudo de Ucrania”.
Entre las otras actualizaciones están la de “El ojo”, en la pieza original hay un foco, el cual Escartiz cambió por el lente de una cámara, reconociendo el trabajo de los periodistas en la guerra, así como la importancia de la inmediatez de la gente que utiliza la tecnología y las cámaras de sus teléfonos para dar voz a los hechos que acontecen todo el tiempo.
La pieza que se encuentra afuera del recinto se ilumina, y representa la luz: como las manifestaciones de los estudiantes de Estados Unidos por todo lo que ocurre en Gaza: “dan una luz a todo lo que pasa en el conflicto”.
En el caso del Caballo, este está sobre una sandia rota, en la pieza original está sobre el guerrero muerto, pero la sandía es otro símbolo de Gaza; “el caballo es un animal que lo puedes domesticar y puedes hacer con él lo que sea, representa el poder y el fascismo.
El Guerrero tiene una espada rota y una flor en el original, en la muestra de Fernando la flor se cambió por un girasol como otro símbolo de Ucrania.
Fernando trabajó con tres materiales en especial para esta muestra, madera, unicel y un recubrimiento de cemento, mismos que le permitieron obtener la textura deseada, una que mostrara la fortaleza, por lo que se aprecia lo granulado en las piezas.
Fernando Escartiz nació en la Ciudad de México y desde muy pequeño comenzó a sentir pasión por las artes. En el año 2000, se convirtió en asistente de Enrique Miralda, uno de los escultores más reconocidos de México.
Aunque Escartiz creció como artista autodidacta, Miralda le enseñó técnicas de escultura nuevas y complejas que Fernando agregó a su propio estilo.
Sin embargo, Escartiz también recibió una fuerte influencia del escultor mexicano Fernando Pereznieto, un buen amigo que falleció en el año 2000.
La inspiración de Escartiz proviene a menudo de su obsesión por viajar, así como de su profunda observación del mundo que lo rodea. El artista dice que viajar presenta las maravillosas posibilidades de encontrarse con nuevas texturas, colores, formas y sentimientos, y elementos que luego se mezclan para dar vida a sus esculturas o pinturas.
El primer encargo a gran escala de Escartiz llegó cuando el San Francisco Symphony Hall le pidió que construyera un arco sobre su escalera principal para dar la bienvenida a su público para el Concierto Comunitario del Día de los Muertos en 2010. Desde entonces, ha completado muchos proyectos por encargo, incluido un gran esqueleto de 14 pies de alto que se exhibió en el Museo de Oakland en 2017.
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