
El resultado fue 3 a 3; Miami parece no encontrar ni el norte ni la brújula bajo la dirección técnica de Javier Mascherano; el entrenador local salvó al astro visitante de una tarjeta roja post partido; la policía se llevó a dos “espontáneos” que pretendían acercársele… todo lo que se pueda decir no tiene la menor importancia.

Lo que quería la gente del área de la Bahía -y de California, y de estados vecinos- es ver jugar a Lionel. Y aunque no llegó a hacer un gol, y pese a que sus pantallazos de gloria están cada vez más limitados por la edad y las secuelas de las lesiones, Messi es Messi. Y ¿quién no quiere ir a verlo? ¿Quién no quiere alentarlo aunque juegue en el Inter de Miami, en la Selección Argentina o en Sportivo Milpitas?
Parecía una sola voz la de la mayoría de las 18 mil personas que llegaron al estadio PayPal de los Earthquakes de San José, pegado al aeropuerto local, el miércoles 14 de mayo. Posiblemente, nada más que los integrantes de dos “barras bravas” locales se callaban o silbaban con poca convicción cuando esa voz gritaba “Messi, Messi, Messi” y la armonía musical de ese canto retumbaba -y ponía la piel “de gallina”- en el recinto, como tantas otras veces, pasa todavía, en escenarios internacionales.

En días anteriores, la gente había estado buscándolo en San José, y Lionel se dejó querer. Se asomó al balcón de su cuarto del hotel Valencia de Santana Row y saludó a los fanáticos, y se quedó un rato largo.
Hay especulaciones en la prensa; dicen que quiere ser parte o comprar una franquicia, que para él es momento de tomar decisiones como dueño y no simplemente como jugador.

El dinero, imaginamos que lo tiene, pero para él, lo más importante es jugar al fútbol. Siempre lo dijo. Así que se agarra una gran y Argentina “calentura” cuando su equipo no anda bien, y arriesga todo cuando el partido ya terminó, viene y se pelea con el árbitro que le muestra el cartón amarillo y le dice (como él le dijo una vez a un holandés) que se fuera “pa’llá” porque si no venía la roja, y tiene que apartarlo el bueno de Bruce Arena, DT de los Quakes, y tranquilizarlo.
Por eso la gente quiere verlo. Por eso es que, con casi 40 años, vuelven a convocarlo para el combinado de su país, con más eliminatorias mundialistas por delante. Porque no puede decirse que Messi no entrega todo cada vez que juega, o que el hombre calcula con frialdad de empresario cada paso que da, como la posibilidad de sufrir otra lesión: se decía antes del juego que tal vez no entraba… y jugó el partido completo.

Hay Messimanía para rato, parece. El pueblo no se equivoca. Lo busca, lo quiere tener cerca, disfruta con su sola presencia. Y si de pronto para de caminar por el césped y enciende la moto como si fuera todavía aquel pibe del potrero de Rosario, y da uno de esos pases impecables, o mete de tiro libre un pelotazo con curva imposible, ahí es cuando los latinos, las estadounidenses, la gente de la India con sus hijos, los vendedores de cerveza, los chicos que alcanzan las pelotas, los camarógrafos de la TV local que ven por vez primera un partido de soccer, se paran un momento a ver de qué se trata porque no se puede no mirar.
Se dan cuenta de que han sido testigos de una magia que se da pocas veces en la vida. Que vieron jugar a uno de los mejores de todos los tiempos acá donde viven, y que él -ya en edad de estar tomando el sol de Miami y disfrutando de su fortuna- les regaló con honestidad una noche inolvidable. Por generaciones.

— Earthquakes (Terremotos) de San José 3 – Inter Miami C.F. 3 —
Major League Soccer de Estados Unidos (MLS), Temporada Regular
Jugado en el Estadio PayPal, San José, el miércoles 14 de mayo a partir de las 7:30 pm
Goles:
SJ: Cristian Arango – ‘3, Beau Leroux – ’37, Ian Harkes – 45’+4’
Miami: Maximiliano Falcón – ‘1, Tadeo Allende – ’44, ’52
Árbitro: Joseph Dickerson
Asistencia: 18 mil personas
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