
Tras el asesinato del líder conservador Charlie Kirk, el gobernador republicano de Utah, Spencer Cox, lanzó un llamado inusual que lo distancia del tono beligerante de su propio partido: responsabilizó a la polarización y a las redes sociales del clima de odio que desemboca en violencia política en Estados Unidos.
En su discurso, Cox aseguró que el ataque contra Kirk no solo fue un atentado contra una persona, sino un “ataque contra todos nosotros, contra el experimento estadounidense y contra nuestros ideales”. Sin embargo, el mandatario estatal puso el acento en el papel de las plataformas digitales, a las que culpó de envenenar la convivencia democrática.
“Cuando las cosas se mueven muy rápido y la gente pierde la cabeza, es importante mantener los pies en la tierra. Apaga tu teléfono. Lee las Escrituras. Pasa tiempo con tus amigos y recuerda: la furia en internet no es la vida real”, citó Cox, recordando palabras del propio Kirk.
La intervención del gobernador llamó la atención porque, mientras figuras republicanas de línea dura han usado el asesinato de Kirk para avivar la retórica de confrontación, Cox insistió en que el país debe encontrar una salida distinta: menos odio y más conexión humana.
“Cuando dejas de tener conexión con alguien con quien no estás de acuerdo, se vuelve más fácil cometer violencia”, advirtió.
Aunque Cox no rompió con la narrativa republicana al reconocer a Kirk como un defensor de la libertad de expresión, su insistencia en bajar el tono, en rechazar la equivalencia entre “palabras y violencia”, y en rescatar el valor del diálogo, resuena más con los llamados de líderes demócratas a reconstruir la confianza cívica.
El gobernador enfatizó que “las palabras no son violencia. La violencia es violencia”, señalando directamente que lo ocurrido es responsabilidad de un individuo —ya detenido— y no un pretexto para más odio colectivo.
Cox también destacó la reacción pacífica de los habitantes de Utah, sin disturbios ni saqueos, en contraste con lo ocurrido en otros estados tras episodios violentos. “Hubo vigilias, oraciones, gente que se unió para compartir humanidad. Y ahí está la respuesta”, subrayó.
En un país donde la ultraderecha ha hecho de la rabia un combustible político, Cox se permitió advertir que la violencia política es distinta, porque erosiona directamente la democracia.
Citando al autor Yuval Levin, cerró diciendo que “Las cosas buenas no ocurren solas. Tenemos que hacer que ocurran. Todavía creo que hay más bondad que maldad entre nosotros. Y aún creo que podemos cambiar el curso de la historia”.
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