miércoles, diciembre 18, 2024

Condado de Siskiyou, la nueva frontera de la resistencia a la violencia antiasiática

condado de siskiyou
Sandy Close. Ethnic Media Services.
Con información adicional de Sunita Sohrabji.
Video y fotografías de Manuel Ortiz. Península 360 Press [P360P].

YREKA, California – Más de 600 estadounidenses de etnia hmong procedentes de toda California y de lugares tan lejanos como Milwaukee y Minneapolis se concentraron el sábado en el juzgado del condado de Siskiyou, en Yreka, para exigir una investigación federal sobre el tiroteo mortal del 28 de junio contra un padre de tres hijos de etnia hmong por parte de las fuerzas del orden.

Según Mai Vang, concejal de Sacramento que intervino en la concentración del 17 de julio, la protesta ha convertido a este condado escasamente poblado, situado en las faldas del monte Shasta, en el nuevo foco de resistencia de los estadounidenses de origen asiático contra el aumento de la violencia antiasiática en el estado.

En este caso, los objetivos son los asiático-americanos de ascendencia hmong, camboyana, laosiana y china que se han establecido en número creciente en el condado, muchos de ellos para cultivar pequeñas parcelas de cannabis de forma similar a como lo hacían sus familias en Laos y Camboya. El tiroteo intensificó las crecientes tensiones raciales entre las autoridades del condado y los cultivadores de cannabis.  Aunque el cannabis es legal en California, el cultivo al aire libre está prohibido en el condado de Siskiyou. Los agricultores pueden cultivar hasta 12 plantas en el interior.

La víctima del tiroteo, identificada como Soobleej Kaub Hawj, de 35 años, supuestamente giró en sentido contrario en un puesto de control de la carretera A 12, cerca de Weed, durante una orden de evacuación obligatoria de la región en las primeras horas del incendio de Lava. Su mujer y sus tres hijos iban en un segundo coche detrás de él. 

Las fuerzas del orden dicen que estaba dando la vuelta hacia la zona de evacuación cuando fue detenido, y que estaba apuntando con una pistola semiautomática.

Los activistas de la comunidad difieren, diciendo que estaba demasiado oscuro como para ver el interior del camión. Una foto tomada por un testigo ocular muestra los laterales del camión acribillados con 21 impactos de bala y las dos ventanas laterales reventadas. Los activistas también dicen que un video de un testigo ocular registra el sonido de al menos 40 o 60 balas disparadas.

El Departamento del Sheriff del Condado de Siskiyou no emitió una declaración formal, pero publicó una respuesta en su página de Facebook: «Los tiroteos con participación de oficiales son investigaciones complejas que llevan su tiempo investigar a fondo.  Hay ciertos detalles que rodean este incidente que no se han hecho públicos ya que la investigación está en curso; sin embargo, en el futuro, una vez que se complete la investigación, se hará público un informe exhaustivo del incidente».

Zurg Xiong –un activista local de 33 años que inició una huelga de hambre el 9 de julio para exigir justicia para Hawj– fue el protagonista de la concentración del 17 de julio. En una carta dirigida al sheriff de Siskiyou, Jeremiah LaRue, y a la Junta de Supervisores del condado de Siskiyou, que circuló entre los manifestantes, Zurg reiteró sus exigencias: la publicación de todas las grabaciones de las cámaras de video, una investigación oficial sobre el tiroteo y el fin de la discriminación racial contra la comunidad hmong, incluidas las normativas restrictivas sobre el agua que, según los activistas, van dirigidas a los agricultores hmong.   

Rodeado de familiares que mantienen una vigilancia constante, Zurg dijo a los manifestantes que estaba dispuesto a morir si no se hacía justicia.

Muchos manifestantes de edad avanzada, entre los que se encontraban veteranos de la guerra de Vietnam vestidos con trajes militares, expresaron un sentimiento de traición por el hecho de que las autoridades del condado caracterizaran a los agricultores hmong como el «cártel de los hmong».

«¿Por qué odian a los hmong?», preguntó el Dr. Lee Yao Pang, de Sacramento, que se refirió, como muchos de los presentes en la protesta, a la ráfaga de balas disparadas contra el coche de Hawj. 

«Servimos a las fuerzas estadounidenses en la guerra secreta de Laos, rescatamos a pilotos estadounidenses, perdimos más de 35 mil vidas apoyando a EE.UU. Ahora nos acusan de dirigir una guerra secreta contra las drogas aquí».

«¿Qué haría un cártel pidiendo diálogo y protestando pacíficamente de esta manera?», preguntó Ed Szendrey, ex investigador jefe de la oficina del fiscal del condado de Butte, que ha ayudado a los veteranos de la guerra secreta desde la década de 1990 y acudió a la protesta desde Chico. Dijo que las normativaas sobre el agua del condado eran tan restrictivas que estaban echando a los agricultores hmong del condado.

«Es como si asumieran que cada gota de agua se destina al cultivo de cannabis, pero la gente necesita agua para cocinar, para bañarse, para vivir. Las parejas de ancianos tienen que ir ahora al arroyo por agua».

Seis estadounidenses de origen asiático presentaron una demanda el 4 de junio, 24 días antes de que Hawj fuera asesinado, en la que solicitaban una orden de restricción temporal que prohibiera a la Oficina del Sheriff vigilar los camiones de reparto de agua en la zona de Mount Shasta Vista, donde los hmongs constituyen la mayoría de los residentes. Los demandantes afirmaban que sus derechos al agua se habían violado en un plan mal concebido para reducir el cultivo de marihuana. Lea la demanda aquí: https://ecf.caed.uscourts.gov/doc1/033112450266

En su respuesta a la demanda, los demandados señalaron que se habían incautado en la zona miles de kilos de marihuana cultivada ilegalmente, con un valor en la calle de entre 59 y 179 millones de dólares: https://ecf.caed.uscourts.gov/doc1/033112458714

La normativa del condado también prohíbe a las pipas que lleven más de 100 galones de agua, lo que, según los activistas, conduce a la discriminación racial de cualquier hmong que conduzca un camión con agua. «La gente no sólo pierde el agua, sino también sus camiones», señaló Szendrey.  «Los cultivadores de alfalfa y trigo utilizan infinitamente más agua, y no se les detiene ni se les cuestiona por el uso del agua».

Las restricciones de agua se dan en determinadas carreteras que abarcan gran parte de la comunidad hmong, dijo. «Aunque no se diga explícitamente, esto lo convierte en una cuestión racista. Hay un grupo social fuerte que quiere expulsar a los hmongs».

Szendery y otros simpatizantes de la comunidad hmong piden que el Departamento de Justicia investigue el tiroteo contra Hawj.

Mary Ly, esposa y madre de dos niños de 20 años, se trasladó a Siskiyou desde Denver el año pasado para cuidar de su madre. Desde que se aprobaron las ordenanzas sobre el agua, dijo, ha experimentado una creciente animosidad dirigida a ella misma y a cualquiera que parezca hmong.

«Después de la aprobación de las normativas, los coches me seguían a casa. La gente me sacaba una foto y me molestaba. Soy una joven asiática estadounidense. ¿Qué pasaría si esto le ocurriera a mi madre? Me da miedo que mi madre vaya al supermercado».  Ly trabaja en el comercio minorista y dice que ve cómo los dependientes faltan al respeto a los ancianos hmong. «Nunca había experimentado un racismo así».

Entre cánticos de “Shi lou, Shi pa” –amarse unos a otros, ayudarse unos a otros–, los oradores y los manifestantes subrayaron que, además de buscar justicia por una muerte inexplicable, su objetivo era buscar el diálogo con las autoridades.

«Queremos demostrar al sheriff que somos fuertes y tenemos voz», dijo Peter Thao, uno de los organizadores del evento. «Queremos asegurarnos de que la investigación avanza y de que publican las imágenes del cuerpo. Pero aquí hay una oportunidad para conocernos y abrir un diálogo, y si las fuerzas del orden necesitan que se les enseñe nuestra cultura, estamos abiertos a ello».

John Thoa y su esposa dirigen una organización sin ánimo de lucro para personas mayores en Fresno y han hecho el viaje a Yreka porque «este es un diálogo que necesitamos tener –entre todos nuestros grupos asiáticos– para expresar nuestras preocupaciones sobre lo que está ocurriendo aquí».

Nhoua Xiong, una estudiante del estado de Chico que se crió en Milwaukee, se sintió inspirada para unirse a la protesta por el llamamiento de Martin Luther King, Jr. de que «la injusticia en cualquier lugar es injusticia en todas partes».

Hemos dejado de lado las cuestiones tribales –tenemos 18 clanes– y estamos aprendiendo, después de sólo 50 años de estar en Estados Unidos, lo que significa ser estadounidense: «tener derecho a disentir».

Pero el optimismo y el llamamiento al diálogo se ven atenuados por la desesperación ante la crueldad cotidiana que los hmong dicen experimentar. Entre las peticiones de la carta de Zurg Xiong al sheriff y a la Junta de Supervisores está la de que el perro de Hawj, Silk, que también recibió un disparo, sea entregado inmediatamente a la familia. Silk fue recogido por los agentes de la ley la noche del tiroteo y, al parecer, será «adoptado».

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Estudio de comunicación digital transcultural

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