Por Pamela Cruz. Península 360 Press [P360P]
Por Grant H. Brenner
El embarazo y el tiempo posterior al nacimiento de un hijo es para muchos un momento de alegría y grandes expectativas, pero también puede haber estrés y ansiedad no sólo en las mujeres, pues de acuerdo con estudios, hasta 25 por ciento de los hombres también sufren depresión y ansiedad posparto.
Y es que la depresión y la ansiedad posparto han estado mejor estudiadas en mujeres que en hombres, como señalan Dennis, Marini, Dol, Vigod, Grigoriadis y Brown en una reciente investigación publicada en el portal médico Depression and Anxiety, en el que investigan las dificultades posparto paternas.
El estudio detalla que existen tasas variables de problemas posparto paternos, con una depresión que oscila entre el 8.1 por ciento a los 18 meses poco después del parto, que aumenta a más del 25 por ciento en los primeros 6 meses y que vuelve a caer hacia el final del primer año.
En tanto, las tasas de ansiedad oscilan entre el 2.0 y el 18.0 por ciento, y entre los factores de riesgo se encuentran los antecedentes paternos de enfermedad mental, los problemas posparto maternos, la tensión económica y los problemas de salud del recién nacido.
La investigación abarcó a más de 2 mil 500 padres, con datos recopilados entre 2015 y 2019, en donde el 75 por ciento completó encuestas durante los dos años del estudio.
Los cuestionarios se enviaron cada tres meses durante el primer año, y luego dos veces al año durante el segundo para desarrollar una visión longitudinal.
Las medidas incluyeron posibles factores de riesgo tales como demográficos, relacionados con el embarazo, problemas psiquiátricos y de consumo de sustancias/alcohol, adversidad paterna en la infancia, calidad percibida de la relación y apoyo con sus parejas, y factores relacionados con los padres y el bebé.
Cada uno de estos seis ámbitos incluía una serie de sub factores relevantes; por ejemplo, en el apartado de «relación padre-hijo» se incluía la calidad de la lactancia materna, el colecho, (compartir cama con el bebé)la calidad del sueño de los padres, la satisfacción de los padres, la orientación del papel de los padres y el apoyo externo para el cuidado del niño.
Así, los investigadores descubrieron que en el primer año, 569 padres informaron de ansiedad y depresión concurrentes de leves a moderadas, mientras que, en el segundo año, 323 padres declararon depresión y ansiedad de leves a moderadas.
El tres por ciento de los padres declararon síntomas más graves, que solían comenzar en el primer año y persistir en el segundo.
Las tasas de depresión empezaron en un 4.0 por ciento, subieron a más del 11 por ciento en 3 meses, y luego se estabilizaron en torno al 10 por ciento durante el resto del periodo de estudio.
En el caso de la ansiedad, este trastorno siguió un patrón similar, comenzando con un 8.8 por ciento, aumentando a más del 20 por ciento en los 3 a 6 meses, y luego se estabilizó en el 20.4 por ciento en el punto final del estudio de dos años.
A su vez, encontraron que los factores de riesgo para la depresión y la ansiedad concurrentes incluían una salud infantil percibida baja o regular en las primeras 4 semanas, un historial de depresión paterna, una ansiedad paterna elevada durante el embarazo, un historial de violencia de pareja, una necesidad de mayor orientación y un historial de trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH) paterno.
Por otra parte, los factores de protección incluían una mejor alianza y ajuste de la pareja, una mejor integración social, un mayor apego, más horas de sueño ininterrumpido y una mayor satisfacción paterna.
Los factores de riesgo y de protección fueron similares para el primer y segundo años, con diferencias en el segundo año, incluyendo la tensión financiera como factor de riesgo, y la pérdida de importancia del sueño ininterrumpido como factor de protección.
De acuerdo con el doctor en psiquiatría Grant H. Brenner, en el caso de los padres, la investigación en torno a estos padecimientos ha sido menos sólida, aunque a medida que se reconoce la importancia de la paternidad, eso está cambiando.
«Las investigaciones recientes que destacan el papel del apego padre-hijo y el desarrollo de la identidad paterna, por ejemplo, han esbozado el modo en que los hombres se convierten en padres: desde el momento en que se dan cuenta de que el bebé es realmente real, en lugar de una idea abstracta, hasta el reconocimiento de la gran responsabilidad que tienen, la asunción del papel de padre y la navegación por emociones complejas y a menudo conflictivas», precisó el doctor en un artículo reciente en Psychology Today.
Explicó, además, que ningún estudio ha analizado sistemáticamente la ansiedad y la depresión, junto con los factores de riesgo relacionados de forma conjunta.
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