Por Olivia Wynkoop. Bay City News
Fotografía: Manuel Ortiz
A medida que el mundo enfrenta un aumento en la duración, frecuencia e intensidad de las olas de calor, un panel de académicos de Stanford y otros expertos analizaron el riesgo del calor extremo como una amenaza para los trabajadores agrícolas en un seminario web sobre resiliencia climática el jueves.
La cantidad promedio de días que los trabajadores agrícolas estadounidenses pasarán trabajando en condiciones inseguras se duplicará a mediados de siglo, según un estudio de 2020 realizado por un científico investigador en Stanford. Junto con la falta de protecciones federales, el calor extremo puede ser mortal para los trabajadores agrícolas expuestos al aire libre todo el día, dijeron los panelistas.
El investigador principal Noah Diffenbaugh dijo que una pequeña cantidad de calentamiento puede provocar un gran cambio tanto en la frecuencia como en la gravedad de las olas de calor.
Los lugares se están volviendo más cálidos en general, y los patrones de presión atmosférica que crean olas de calor ocurren con más frecuencia y con mayor intensidad. Es por eso que los veranos se han sentido mucho más cálidos que hace 10 o 20 años.
«El tipo de eventos que hemos visto este verano y en anteriores, no son solo nuestra imaginación o los efectos de las redes sociales y los medios convencionales que nos dan conciencia de que hace calor en muchos lugares diferentes a la vez», señaló Diffenbaugh. «En realidad es cierto».
Y la brecha entre lo que está sucediendo y para lo que las comunidades están preparadas es cada vez más grande, dijo. Con más calor vienen menos recursos hídricos, más incendios forestales y una peor calidad del aire debido a los cambios en la circulación atmosférica. Los trabajadores agrícolas de bajos salarios a menudo están a merced de los elementos, a pesar de las consecuencias para la salud, simplemente porque no hay otra opción.
«Solía ser un verdadero optimista de la adaptación. Hace una década… era muy optimista de que, al invertir en el desarrollo económico y el desarrollo humano, podríamos generar los recursos que seguirían, pero estaba equivocado al respecto», precisó.
La experta en salud de Standford, Michele Barry, dijo que este es un problema de equidad en salud en su esencia.
«Los trabajadores al aire libre con bajos salarios cuyo trabajo podría verse cancelado por los impactos del clima no necesariamente pueden soportar muchos días sin pago, y las personas podrían continuar trabajando debido a necesidades financieras, incluso si no es una opción saludable», subrayó Barry en una sesión de preguntas y respuestas antes del evento.
«Muchos trabajadores al aire libre con salarios bajos tampoco tienen acceso a los mismos recursos de atención médica que las poblaciones de mayores ingresos, lo que es especialmente injusto dados los impactos descomunales del cambio climático en su salud», agregó.
Eriberto Fernández, del grupo de defensa de los trabajadores agrícolas United Farm Workers Foundation, dijo que ha habido progreso en el estado; por ejemplo, ahora hay tiendas de campaña y camiones con sombra junto a los campos donde no había hace una década.
También existe una política estatal para garantizar que los empleadores respondan de manera efectiva a los síntomas de la enfermedad causada por el calor, que se produjo después de que una joven embarazada de 17 años muriera por agotamiento por el calor mientras recogía uvas en Lodi en 2008.
«Su historia, lamentablemente, no es única para ella. Es una historia que mucha gente de la comunidad campesina conoce, porque no es un hecho aislado», dijo Fernández.
Todavía considera que el calor es el principal asesino que enfrentan los trabajadores agrícolas, porque a pesar de las normas estatales, las violaciones de seguridad no se denuncian en gran medida. Fernández pide a las agencias de supervisión que mejoren el personal de los equipos de divulgación y proporcionen recursos en varios idiomas para ser un recurso competente para la comunidad.
«Los trabajadores agrícolas, la mayoría de los cuales son indocumentados, tienen un miedo real de las autoridades. Estas agencias, por bien intencionadas que sean, son vistas como las autoridades», refirió.
Fernández también cree que la política estatal debe estar respaldada por estándares federales. Tal como está, no existe un estándar federal de calor que proteja a los trabajadores agrícolas de condiciones extremas.
«Es alucinante pensar que en esta etapa, con los crecientes impactos del cambio climático, todavía no tenemos un estándar federal que garantice que los trabajadores agrícolas y todos los trabajadores al aire libre tengan protecciones significativas en el lugar de trabajo», abundó.
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