Pamela Cruz. Península 360 Press.
El rostro de la educación superior en EE. UU. está cambiando a medida que los estudiantes universitarios provienen cada vez más de familias de inmigrantes, lo cual podría modificar el panorama a futuro de la fuerza laboral y la educación superior hacia el año 2035.
De acuerdo con un estudio del Instituto de Política Migratoria –MPI, por sus siglas en inglés–, de los 19 millones de estudiantes de colegios y universidades estadounidenses que había en 2018, 28 por ciento –5.8 millones– eran inmigrantes de primera generación o hijos de inmigrantes.
El informe destaca que la matrícula de estudiantes de origen inmigrante ha cambiado drásticamente en los últimos 20 años, pues pasó de 2.9 millones en el 2000, a 5.3 millones en 2018, lo que representó un aumento de 82 por ciento.
Así, el MPI señala que los 5.3 millones de estudiantes se distribuyen en los estados tradicionales de destino de inmigrantes, pero también en los nuevos. Por ejemplo, en California representan 50% de todos los estudiantes que buscan diplomas.
Mientras que, en ocho estados –Florida, Hawái, Massachusetts, Nevada, Nueva Jersey, Nueva York, Texas y Washington–, representaron del 30 al 40 por ciento, y en 32 estados, al menos 20 mil estudiantes de familias inmigrantes estaban cursando títulos, desde licenciatura hasta maestría y doctorado.
«La mayoría de estos estados tienen objetivos ambiciosos de educación superior destinados a aumentar el número de residentes adultos que se inscriben en programas de educación superior y se gradúan con credenciales postsecundarias, y los residentes de origen inmigrante son grupos destinatarios importantes para estas políticas», indica el reporte.
Examinar las características de esta población puede ayudar a las instituciones de educación superior y a los encargados de formular políticas educativas estatales, mientras persiguen el objetivo de otorgar a los estudiantes las habilidades y el conocimiento necesario para satisfacer las cambiantes demandas de la economía.
Por otra parte, la pandemia de COVID-19 ha planteado muchos dilemas para las instituciones de educación superior, que van desde encontrar los mejores modelos de instrucción para promover el aprendizaje y mantener seguros a los estudiantes; hasta la necesidad de brindar mayores niveles de apoyo social.
Si bien estos desafíos son grandes y urgentes, equipar a los estudiantes con educación y habilidades sigue siendo una prioridad, porque jugarán un papel importante tanto en la eventual recuperación económica de EE. UU. como en el futuro de la fuerza laboral.