Península 360 Press [P360P].
Como deporte individual, el boxeo es una de las disciplinas más nacionalistas que pueden existir en cualquier país. Antes de cada pelea, se escucha en el ring el himno nacional de cada pugilista, además de una canción o pista de ingreso, misma que, comúnmente, alude a las raíces del atleta.
Dentro de dicha paradoja, cabe el análisis de los representantes estadounidenses, quienes aprenden, tanto por la cercanía geográfica como por el estilo ofensivo de peleadores, la propuesta mexicana de ser osado dentro del cuadrilátero, además de verificar en la historia los grandes resultados que dicha disciplina le entregó al país de la frontera sur.
Las peleas más taquilleras en la historia del deporte implican a mexicanos, pero existen un común denominador: Las Vegas, Nevada. Es en el recinto del MGM Grand donde se viven los mejores duelos entre púgiles, se mueven las grandes casas de apuestas y los millones de dólares para las estrellas de la noche.
«Estados Unidos sigue siendo la tierra de las oportunidades en lo que respecta a las grandes peleas y grandes eventos», comentó Russ Anber, entrenador y propietario de Rival Boxing, una de las cadenas de gimnasios y distribuidora de productos boxísticos, ¿puede ser esta la razón por la que este país acoge a extranjeros, invierte en ellos y sigue ganando presencia en tal deporte?
Como prueba de tal estrategia, tan sólo en el sur de California existen más de cien gimnasios que reciben a boxeadores de diferentes partes del mundo. Y pueden nombrarse diversos casos de deportistas migrantes que han obtenido victorias por un país distinto al que los vio nacer.
Dentro de los talentos más importantes con raíces de otras partes del mundo que representan a Estados Unidos se encuentra a Raúl Márquez –hoy en día comentarista– quien consiguió, en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, representar al país de las «barras y las estrellas». El púgil de origen mexicano culminó su trayectoria con marca de 69-4-1, con 37 victorias por la vía del nocaut.
Otro de los grandes boxeadores y, hoy en día, empresario del mundo de los puños, dueño de las grandes promociones de peleas que realiza la compañía Golden Boy es Óscar de la Hoya. De padre y abuelo, ambos boxeadores mexicanos y criado en Montebello, California, logró ser campeón mundial en seis divisiones distintas y retener un récord de 39 victorias y sólo seis derrotas en toda su carrera.
Un exitoso migrante mexicano es Saúl «Canelo» Álvarez, quien se mudó al país vecino y ahora es uno de los atletas profesionales mejores pagados. El jalisciense asegura ser parte de la comunidad latina que vienen a cumplir el «sueño americano» y se declaró en contra la postura política de Donald Trump: «Las personas de la comunidad latina venimos a Estados Unidos a trabajar. Soy uno más de ellos, que viene a salir adelante», aseguró en 2016 para el diario Récord, de México.
Nonito Donaire, filipino de peso gallo que se ha distinguido como uno de los mejores peleadores del mundo libra por libra, ha confesado estar orgulloso de su herencia a pesar de vivir en Estados Unidos desde la infancia. Tal condición le permitió formarse bajo el sistema aficionado, ganar títulos nacionales y encontrarse entre los favoritos para obtener medallas.
Dentro de las figuras más representativas y las grandes leyendas del boxeo, se encuentra Muhammad Ali, quien, más allá de representar al país norteamericano, defendió en vida causas políticas, sociales y humanistas, principalmente las relacionadas con la comunidad afrodescendiente.
Ali contribuyó, tras ganar en Roma 1960, a que Estados Unidos sea la bandera que, en más ocasiones, se ha levantado en lo alto de un podio olímpico boxístico con 50 medallas de oro, 24 de plata y 40 de bronce.
La realidad supera a la ficción: el nacionalismo y la crianza de pugilistas que cumplan el estereotipo americano –como en la saga de Rocky– ha quedado de lado, pues la gran calidad de diversos atletas migrantes muestra que el poder de los puños no conoce límites étnicos ni geográficos.