Por Manuel Ortiz Escámez y Anna Lee Mraz Bartra
Con información de Igor Carvalho,
Fotografías de Bárabara Pelacani y Chico Brum
Global Exchange, Península 360 Press
En las elecciones generales del 2 de octubre en Brasil este año, hay dos proyectos de país que se disputan en las urnas, sin espacio para una tercera vía.
Por un lado, la ultra derecha apuesta por Jair Bolsonaro ‒PL‒, actual presidente y candidato a la reelección. Por otro, el izquierdista y ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva ‒PT‒, que intenta volver al poder después de 12 años.
En este proceso electoral no sólo se juega la presidencia, sino también están en disputa cargos a gobernadores, vicegobernadores y parte del Congreso Nacional. Este año, 29 mil 097 personas se presentaron a los cargos de diputado estatal, diputado federal, senador y gobernadores estatales.
Estas elecciones podrían determinar el rumbo del país en materia de derechos humanos, libertad de género y la subsistencia de los bosques brasileños -como el Amazonas- que actualmente están siendo devastados por la minería, la tala y la agroindustria; el desarrollo desenfrenado contamina el agua y el aire como se observa no sólo en el espacio rural sino en grandes ciudades como Rio de Janeiro.
De acuerdo con el Dr. Celso Sánchez, biólogo y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro ‒UNIRIO‒ y director de GEAsur, el gobierno del presidente Jair Bolsonaro se ha caracterizado por un llevar a cabo una devastación medioambiental sin precedentes en Brasil, particularmente en el Amazonas, considerado como el pulmón del mundo, así como un «avance muy violento de violaciones de derechos humanos».
Por ende, según Sánchez estas elecciones son «absolutamente importantes ya que está en riesgo la continuidad de la vida no solo en Brasil sino en el mundo entero».
En respuesta a las agresiones políticas y al eco-genocidio, como llama Sánchez a la devastación ambiental en Brasil, las comunidades negras llamadas en quilombolas, las mujeres, las personas LGBTTTIQ+ y pueblos originarios, se han organizado no solo para resistir sino también para re-existir a través de la creación de colectivos, redes de apoyo y candidaturas de minorías, muchas de las cuales consideradas contestatarias, que jugarán un importante papel en estas elecciones.
Los fotógrafos brasileños Bárbara Pelacani y Chico Brum retrataron algunas de estas candidatas en Rio de Janeiro.
Candidatas como Tereza Arapium, mujer indígena que postula al puesto de diputada estatal en Río de Janeiro por el partido Rede Sustentabilidade ‒REDE‒, presenta propuestas de políticas públicas de alguien que nació en la selva, se curó con la medicina tradicional y camina en la misión de defender la tierra y las personas que la habitan. Territorio, cuerpo y espíritu están conectados y son parte de la vida de los pueblos originarios, que son los guardianes de los bosques, las aguas y la tierra. Su campaña defiende que esos conocimientos ancestrales se intercambien con los grupos sociales de las ciudades.
Con la devastación del Amazonas, además, se está privando a los pueblos indígenas de su derecho a vivir. La campaña de Arapium denuncia el ecocidio y el genocidio en curso en Brasil y defiende la demarcación de los territorios indígenas.
Estas candidaturas «son predominantemente femeninas y no solo indígenas, el papel que tienen hoy las mujeres negras, por supuesto por el legado gigante de Marielle Franco y la semilla que representa de esperanza de hablar en este hogar de ocupación política, la importancia que tienen las mujeres negras indígenas, afro indígenas o como preferimos llamar afropindorámicas –porque pindorama era el nombre que se daba al continente por nuestros ancestros indígenas–», explica Sánchez.
«Entonces esta juventud afropindorámica tiene una participación tremenda en la gerencia, tiene organizadas la marchas, las marchas de las Margaritas, la marcha de las mujeres negras, la marcha de las mujeres indígenas y de ahí vienen saliendo muchas líderes artísticas», dice Sánchez a Península 360 Press.
Benedita da Silva, por ejemplo, es una mujer negra candidata a diputada federal de Río de Janeiro por el Partido de los Trabajadores ‒PT‒. Es la única parlamentaria negra que integra la Asamblea en la que se construyó la Constitución de Brasil de 1988. Su lucha se originó en la Asociación de Favelas del Estado de Río de Janeiro, donde fue voluntaria y trabajó en la alfabetización de jóvenes y adultos con el método de Paulo Freire. Actualmente, Benedita da Silva es diputada federal y es autora de un Proyecto de Ley ‒PL‒ que prevé que los partidos políticos reserven cuotas mínimas para las candidaturas de afrobrasileños en las elecciones al Poder Legislativo.
Benedita da Silva ha ocupado el espacio político institucional durante 40 años. Su historia en la vida pública va de la mano del proceso de redemocratización en Brasil, abriendo las puertas para que otras mujeres negras puedan soñar y formar parte de la política partidista. Su candidatura está atravesada por el actual momento político de retrocesos. Como referencia de estos tiempos oscuros, la candidata nos dice que el asesinato de Marielle Franco fue un hito político, donde el exterminio de vidas se convierte en una práctica institucionalizada. Algo que debe ser combatido desde los espacios políticos para que Brasil pueda restablecerse.
Por primera vez en la historia de Brasil, los negros serán la mayoría de los candidatos, el 49.57 por ciento del total. Blancos, total 48.86 por ciento. La encuesta realizada por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística ‒IBGE‒, de 2019, muestra que el 54 por ciento de la población es negra.
Sin embargo, cuando dejamos los datos generales y ponemos la lupa en los puestos en disputa, vemos que los partidos brasileños concentran las candidaturas de los negros en los puestos menos importantes de la elección.
Para los cargos mayoritarios, que son presidente, gobernador y senador, los negros representan sólo el 35 por ciento de las candidaturas: hay 166 candidatos negros o morenos, frente a 310 blancos. Entre los 13 candidatos a la presidencia, sólo tres son negros: Leonardo Péricles ‒UP‒ y Vera Lúcia ‒PSTU‒, que se declararon negros, y el Padre Kelmon ‒PTB‒, que se declaró moreno al inscribirse en el TSE.
Benedita da Silva es una referencia para los movimientos sociales de izquierda, para las mujeres y para los negros. Una mujer que, a sus 80 años, teniendo bisnietos en casa, se levanta y se lanza a otra campaña política, porque cree que es necesario luchar y mantener la esperanza en un momento de tantos desafueros.
El crecimiento de los candidatos negros, mujeres e indígenas en Brasil se debe a un apoyo de leyes específicas y ha sido celebrado por la opinión pública.
Hoy en día, las mujeres, representan el 33 por ciento de las candidaturas, mientras que, en 2018, fueron el 31 por ciento las concursantes. Aún falta camino por recorrer, pues las mujeres constituyen el 52 por ciento de la población brasileña, según el IBGE. Pero se ha visto un avance en materia de representación desde 2009, por fuerza de la Ley nº 12.034, cada leyenda debe respetar el porcentaje mínimo del 30 por ciento y el máximo del 70 por ciento para las candidaturas de cada género.
Benny Briolly, mujer trans, es candidata a diputada estatal en Río de Janeiro por el Partido Socialismo y Libertad ‒PSOL‒.
Briolly es la primera mujer transexual elegida en Niterói, en el estado de Río de Janeiro. Es travestida, defensora de las religiones de matriz negra africana y de la favela. Es concejala en Niterói, forjada en la militancia estudiantil, donde comenzó a sentirse viva y esperanzada. Su lucha surgió de la necesidad, el dolor, la pérdida, al enfrentarse a las negaciones y a la falta de acceso a lo básico.
Benny se enfrenta a los retos de una candidatura trans en medio de la violencia política, las amenazas de género y las amenazas contra su religión. Para enfrentarse a la adversidad, su principal herramienta es el cuerpo, que ocupa espacios y provoca el reposicionamiento de los límites de las relaciones de poder.
Los datos de Vote LGBT muestran que el país tendrá 275 candidatos LGBT, el 0.9 por ciento del total, con 113 mujeres cis, 82 hombres cis, 43 mujeres trans, 19 travestis, 6 no binarios, 5 hombres trans y 7 personas que eligieron definirse de otras maneras.
De estas 275 candidaturas LGBT, 227 se concentran en partidos considerados de izquierda o progresistas, con 95 en el PSOL, 60 en el PT, 28 en el PSB, 23 en el PDT y 11 en el PCdoB. Otros 42 candidatos vendrán del centro y sólo seis de la derecha, pero ninguno estará en el PL, el partido del presidente Jair Bolsonaro, considerado de extrema derecha.
Campañas de indígenas, negros, trans, LGBTQIA+, trabajadores rurales, mujeres de lucha que inauguran procesos contrahegemónicos en Río de Janeiro y Brasil en el año 2022. La invisibilidad de estas campañas y de estos grupos sociales significa la existencia de derechos que no se respetan históricamente en el país.
Para el cargo de diputado federal, las mujeres representan el 34.5 por ciento del total de las candidaturas. Hombres, 65.6 por ciento. Cuando se trata del Senado, la cámara legislativa más importante del país, hay una disparidad: sólo el 22 por ciento de las candidaturas son femeninas.
Mônica Francisco lleva en su cuerpo, en el color de su piel, en su género, en su territorio y en su ascendencia, toda la historia de opresión y violencia cometida contra los negros, especialmente contra las mujeres.
Originaria de Borel, fue obrera, empleada de hogar y, como excepción a la regla, se graduó en Sociales Era. Fue profesora en la ESPM, asesora de Mariele Franco y hoy es Representante del Estado.
Francisco cree que el trabajo y los ingresos son parte del camino para profundizar en sus luchas por los derechos humanos derechos, el feminismo y contra el racismo estructural. Mônica sabe que sin la erradicación de la pobreza no hay verdadera democracia.
Francisco trabaja por la promoción de la igualdad de género, la equidad en la atención sanitaria para los negros población negra y por el respeto a la comunidad LGBTQIs+, por más mujeres negras en la política. Ella lucha por una economía solidaria y tantas otras agendas necesarias para un Brasil más justo.
Entre los 10 mil 564 candidatos a diputados federales, los negros representan el 48.25 por ciento, frente al 50.18 por ciento de los blancos. En la carrera por el puesto de diputado estatal, el menos importante de las elecciones brasileñas, hay 16 mil 661 candidaturas registradas, el 56 por ciento del total. Aquí, los negros son mayoría, el 51.97 por ciento.
Sol Miranda, candidata a diputada federal por el PSB de Río de Janeiro, advierte de los fuertes obstáculos, dentro y fuera de las estructuras del partido, que impiden el ascenso de las candidaturas negras.
«Las mayores dificultades a las que puede enfrentarse una mujer negra en el proceso electoral orbitan en torno a varias barreras que nos llevan a la violencia política. Este proceso no tiene un inicio único, pero independientemente de la forma en que se produzca es una advertencia de que no estamos seguros, desde los comentarios y mensajes ofensivos en las redes sociales hasta las amenazas de muerte. Este aspecto de la violencia política es el más debatido actualmente», dice Miranda a P360P.
Miranda nació en la Favela Cinco Bocas, en Río de Janeiro. Ella es licenciada en Literatura. A los 23 años fue madre y hoy, como la mayoría de las jóvenes de Brasil, concilia carrera y maternidad. Su visión nace de la voluntad de utilizar su trabajo profesional para colaborar en la distribución de oportunidades, especialmente para la población menos asistida por las políticas sociales.
Hacer política es un acto poético para las mujeres retratadas. Mientras los y las excluidas no estén en los espacios políticos, no habrá creación ni aplicación de políticas públicas para ellas. Estas candidaturas son la búsqueda del fin del racismo estructural de la esclavitud, del patriarcado, de la homofobia, del elitismo, del agronegocio.
El 2 de octubre en Brasil se disputa más que la presidencia del país. Se disputan las libertades sociales y la representación política de los contestatarios. Estas candidaturas van en contra el capitalismo de la muerte, en medio de un gobierno que hoy irrespeta la constitución, retira las políticas públicas de interés para la población e implementa su proceso de extensión del neoliberalismo con la institucionalización de la muerte como herramienta política.
Las candidaturas contestatarias aquí retratadas se colocan en el ejercicio de tensionar a los propios partidos de izquierda con agendas más diversas, más amplias y más justas. Tienen en mente la lucha de clases, los empobrecidos y azotados del sistema capitalista, pero también actúan por los negros, los indígenas, las favelas, los trabajadores rurales, la población LGBTQIA+, las personas con discapacidad, los niños, los ancianos, las mujeres.
A través de sus campañas critican las formas tradicionales de hacer política y señalan el compromiso de las mujeres en la política. Estas mujeres quieren ocupar puestos políticos para desafiar las superestructuras del silencio y la negación, para reafirmar la memoria de sus grupos sociales y continuar la lucha que han construido.
Esta nota se realizó con el apoyo de la organización Global Exchange en colaboración con Península 360 Press.
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