Anna Lee Mraz Bartra. Península 360 Press [P360P]
El sonido del miedo brota entre las palabras de relatos de abuso que vivieron, que aún viven, las mujeres. Desgraciadamente, cada una de las mujeres que conozco tiene una historia que contar sobre violencia. Algunas ya lo expresan con coraje y fuerza, como soldado que orgullosamente muestra sus cicatrices de guerra. Otras, aunque aún agachan la cabeza y miran al piso para encontrar los versos, terminan con la cabeza en alto. Todas son igual de valientes.
Ocho mujeres latinas de bajos recursos de Redwood City asistieron semanalmente al programa Latinas en Acción creado por WeVoteRWC y Casa Circulo Cultural de Mayo a Septiembre del 2021.
El programa fue diseñado para empoderar a las mujeres que, como ellas, han vivido en carne propia la precaricación, la exclusión social, la violencia y los estragos de la pobreza.
Mujeres migrantes que a pesar de no haber tenido la oportunidad de estudiar una educación formal tienen un gran deseo por superarse a sí mismas y sacar a sus hijos adelante sin importar las adversidades a las que se enfrenten. Y son ellas, quienes desde su trinchera también van cambiando al mundo:
“En mi casa mi niño, no porque sea niño, será más o mejor que mi hija, serán iguales”, cuenta Araceli Agustín, originaria de Michoacán y madre soltera de dos. Araceli es un ejemplo de lo que quiere en el futuro para sus hijos: equidad.
Las cosas van cambiando, a punta de batallas ganadas. Ahora tenemos el derecho de ir a la escuela, aunque no todas puedan hacerlo por igual. Tenemos el derecho a votar, aunque no para todas las mujeres sea igual de fácil hacerlo. Y recientemente, un grupo de activistas en la Ciudad de México levantó una estatua ‘a las mujeres que luchan’ en el pedestal donde estaba Colón.
Hemos ganado luchas. Mujeres, como Liliana Cárdenas originaria de Jalisco, rompen las cadenas generacionales y hacen sus propias reglas en casa:
“Mi mamá piensa que las mujeres son las que deben cambiar los pañales y dedicarse a la cocina y a la limpieza del hogar. Ahora yo en la actualidad, afortunadamente para mi, desafortunadamente para mi mamá, en mi casa mi esposo si cambia pañales y también cocina” Liliana Cárdenas.
Tenemos el derecho a vivir una vida libre de violencia, aunque ejercer ese derecho no sea del todo posible.
La violencia doméstica no necesariamente empieza cuando una pareja se ve sofocada en deudas o en aislamiento debido a una pandemia global como COVID-19. Tampoco empieza cuando una pareja decide vivir en la carretera o hacer un viaje juntos, pero para las personas que sufren malos tratos, el aislamiento y las deudas puede ser una olla a presión.
El caso de Gabby Petito, una joven blanca de 22 años hallada asesinada en la reserva forestal de Grand Teton en Wyoming el 19 de septiembre 2021, ha perturbado a muchas mujeres porque es un recordatorio de lo difícil que es salir de una relación abusiva. También mencionaron algo parecido las Latinas en Acción cuando se habló de violencia en las relaciones íntimas, pues aseguran que los apoyos de las autoridades locales no son suficientes, al referirse a la policía o a organizaciones de la sociedad civil.
“No sirven para nada. Lo que necesitas en ese momento cuando están ocurriendo las amenazas, los golpes, los insultos, es salir de ahí y tener la posibilidad de no regresar, que alguien te ayude” comentaron Adriana Agustín y Martha Ortega en conversación con las demás Latinas en Acción.
Las señales del miedo, se repiten en la mayoría de los casos de violencia. La cámara que portaban los policías cuando detuvieron el automóvil de Brian Laundrie –hasta ahora inlocalizable– muestran a Gabby Petito aterrada y en peligro, no ansiosa como ella misma lo maneja. Petito muestra señales alarmantes y quizás con mayor y mejor capacitación a las autoridades sobre temas de violencia familiar, los oficiales que acudieron al llamado hubiesen podido realizar una temprana intervención y podrían haberle salvado la vida.
El caso de Gabby Petito es tan sólo la punta del iceberg, lo visible de la violencia contra las mujeres en Estados Unidos. Mientras dicho caso ha dominado la conversación en las noticias y redes sociales, a menudo ignoran las historias sobre mujeres de color que desaparecen y asesinan.
No se concede el mismo nivel de cobertura mediática a las negras, latinas o nativas americanas. La desaparición de Lauren Cho, vista por última vez el sábado 28 de junio, es un ejemplo de invisibilización de casos para las mujeres de color desaparecidas. Aún se desconoce su paradero.
En Wyoming, mismo Estado donde se encontró el cuerpo de Gabby Petito, al menos 710 personas indígenas desaparecieron entre 2011 y 2020, el 57% de las desapariciones eran mujeres y, en su mayoría, niñas.
Según el Informe 2020 sobre personas indígenas desaparecidas y asesinadas en todo el estado de Wyoming, una de cada tres mujeres indígenas sufre una agresión sexual a lo largo de su vida.
Seguimos perdiendo batallas, como la batalla del miedo, como las batallas más íntimas.
La tasa de homicidios de las mujeres indígenas es 6.4 veces mayor que la de las mujeres blancas. De los sospechosos en los casos de homicidio de mujeres indígenas, el 94% era la actual pareja o expareja íntima de la víctima femenina.
Las mujeres perdemos las batallas íntimas a diario; también perdemos las batallas públicas como se evidencia con el reciente cambio de ley en Texas sobre el aborto.
¿Cómo vamos a dejar de sentir miedo si nuestros cuerpos continuán bajo el control masculino?
Los abusos violentos por parte de parejas íntimas, conocidos cercanos o desconocidos es muestra de que ellos creen que pueden hacer de nuestro cuerpo lo que deseen. Los asesinatos de mujeres, de las índigenas, de las latinas, de las negras exponen lo más crudo de la violencia contra las mujeres: el feminicidio; cuya denominación traspasa fronteras o culturas.
Las latinas lo conocemos bien, este concepto. En lo que va del 2021, 1,444 mujeres han sido asesinadas en América Latina, con números particularmente alarmantes en Brasil y México, según el mapa latinoamericano de feminicidios.
Latinas en Acción reconoce, por experiencia, la inequidad que viven las mujeres. Por esto, al terminar el curso presentaron en Casa Circulo Cultural recientemente el plan de acción para la erradicación de la violencia y el empoderamiento de la mujer latina en el condado de San Mateo. Dicho plan de acción consiste en una serie de actividades enfocadas en proveer a sobrevivientes de violencia doméstica de herramientas para profesionalizarse, por ejemplo en la costura o cocina, así como un mercado interno entre mujeres apoyando mujeres. El plan también vislumbra el empoderamiento y técnicas de imagen personal, así como presentación de sí mismas para el ámbito laboral y político.
Ellas, que también han probado el miedo, no se dejan paralizar por él. Y aunque el cambio llegue más fácilmente para unas con privilegios que otras, esto no las detiene.
Sea que generes planes de acción concretos en tu localidad como las Latinas en Acción, trabajes en una organización que apoya mujeres o cambies leyes por la equidad, desde tu trinchera y, a pesar del miedo, vamos ganando poder. Falta trecho, pero no claudicamos.