Maritza Leal. Península 360 Press.
Siempre que se avecinan elecciones es un reto alcanzar no sólo a nuestra comunidad hispana, sino también a los escépticos que ya están cansados de tantas promesas no cumplidas por los oficiales electos. ¿Pero cuál debe de ser nuestra reacción ante tales circunstancias?
Definitivamente no desmayar. Porque el derecho a votar un nuestro derecho de nuestra Constitución; además, es la manera de alzar nuestra voz desde nuestras trincheras y, consecuentemente, enviar un mensaje al régimen de gobierno –cualquiera que este sea– de nuestra aprobación o desaprobación, que estamos observándolos para que se lleve a cabo una auténtica democracia y un estado de derecho.
Basta con mirar hacia el pasado, a la historia, para darnos cuenta de que hubo generaciones de mujeres y comunidad afroamericana que soñó con este derecho y que, desfortunadamente, jamás fueron testigos de verlo hecho una realidad.
Hoy tenemos ese derecho y privilegio a nuestra mano.
No nos conformemos con una democracia representativa; mejor, hagamos realidad el ejercicio de una auténtica democracia participativa en donde la inclusión sea una forma de vida con responsabilidad y respeto.
Aquí, en Redwood City, hemos sufrido en carne propia el aburguesamiento, cambios en la zona industrial ligera, cambios en el distrito escolar, aumento en las familias sin hogar y aunado a eso los efectos catastróficos de la pandemia que estamos atravesando y enfrentando en forma heroica.
Definitivamente, no seremos los mismos en un futuro inmediato, pero está en nosotros –y solamente en nosotros– la definición de nuestra vida futura. Porque nuestro porvenir depende, en gran parte, de lo que se haga o lo que se deje de hacer, a favor o en contra de nuestra comunidad. ¿Seremos testigos de cómo nuestros sueños se van desvaneciendo frente a nuestros ojos? ¿O seremos protagonistas de la historia? Sentando un precedente histórico y abriendo brecha para las futuras generaciones que carecen de una cultura del voto.
Si de algo estoy convencida es de que somos lo suficientemente capaces de corregir esta democracia imperfecta en donde se nos han impuesto agendas contrarias a nuestros intereses; personas como yo, que somos conocidos en el argot popular como el ciudadano de a pie, como una persona que no ostenta salario de seis cifras y que cada día sale a ganarse el pan.
Democracia siginifica el poder del pueblo –“dḗmos” y “krátos”. Basta ya de krátos solamente e iniciemos juntos el camino a la inclusión del “dḗmos” y así tener la satisfacción de haber contribuido el camino hacia una auténtica democracia participativa, aprendiendo más de nuestra política local, de los oficiales electos y de los futuros candidatos.
Honremos, pues, el esfuerzo de nuestros antepasados; que muchos de ellos lucharon y pagaron con sangre por los derechos civiles, donde se incluye el derecho a votar. Sigamos adelante construyendo el perfil de nuestra comunidad y escojamos quién estará a cargo de nuestro gobierno e incluyan en sus agendas los problemas que nos aquejan a una gran mayoría y no a un grupo selecto.
Maritza Leal es migrante mexicana y activista. Vive en Redwood City.