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martes, noviembre 5, 2024
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Trece años de transformación cultural: Entrevista con Mauricio Galeano, Director del Instituto Distrital de las Artes de Bogotá

Bogotá, Colombia. – A trece años de la creación del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), entidad adscrita a la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, su director general, Mauricio Galeano, explicó en entrevista a Península 360 Press, cómo a través de programas de grafiti, trabajo con las primeras infancias, atención a migrantes, y la realización de festivales de hip-hop y rock, han logrado recuperar espacios públicos, permitiendo que la gente se apropie de la ciudad a través del arte.

Durante nuestra plática, profundizamos en las bases fundamentales que llevaron a la política mexicana Clara Brugada a buscar asesorías en arte y pacificación en Bogotá, con el propósito de implementar en México las reconocidas “Utopías”. 

Estas iniciativas han tenido un impacto significativo en la vida social y cultural de Iztapalapa, marcando un giro importante en la manera en que la comunidad percibe y participa en su entorno en México. 

Asimismo, exploramos cómo el presidente Gustavo Petro impulsó el trabajo con las primeras infancias para iniciar el cambio en la visión del arte desde la niñez, así como la recuperación de espacios antes afectados por la delincuencia para la creación de centros culturales.

En esta entrevista, revisamos algunos de los programas más importantes de este instituto.

Trece años de transformación cultural: Entrevista con Mauricio Galeano, Director del Instituto Distrital de las Artes de Bogotá
Mauricio Galeano, Director General de Idartes durante el Foro Respira en Arte 2023 en Bogotá, Colombia. Foto: Alejandro Meléndez.

Alejandro Meléndez: Primero, me gustaría preguntarte, especialmente para la gente aquí en México, si nos puedes explicar cómo funciona Idartes (Instituto Distrital de las Artes).

Mauricio Galeano: Básicamente, nos dedicamos a la gestión, la promoción y la difusión de las artes en la ciudad de Bogotá. Tenemos cuatro subdirecciones. La primera es una dirección administrativa-financiera. La segunda subdirección se enfoca en la formación artística, con tres proyectos: uno de ellos que trabaja en la promoción de las artes en la comunidad y en los barrios. Otro proyecto es “Crea”, que ofrece formación artística para niños, jóvenes y adultos en siete áreas disciplinares, como música, teatro, literatura, artes plásticas y visuales, artes electrónicas y música. Creo que ya lo había mencionado entre las seis áreas canónicas, más artes electrónicas. Además, tenemos un proyecto llamado “Nidos: Arte de Primera Infancia”, que genera experiencias artísticas para niños y niñas menores de cinco años, junto con sus familias y cuidadores. Nuestro objetivo es proporcionar experiencias que permitan a los niños tener un acercamiento a las artes y a la estética.

La tercera subdirección es la de Equipamientos Culturales, encargada de gestionar, operar y programar varios escenarios culturales en la ciudad. En esa subdirección, gestionamos dos escenarios móviles: el de María Mercedes Carranza y el de Armando de la Torre, que recorren toda la ciudad. Son camiones que llevan un remolque, y en ese remolque tenemos un escenario que se despliega, permitiéndonos realizar música, danza, teatro y cualquier manifestación artística. Además, contamos con el “Teatro Jorge Eliécer Gaitán” y su sala alterna, la “Sala Gaitán”. Disponemos del “Teatro El Parque”, que pusimos en funcionamiento tras un proceso de restauración. Otro de nuestros espacios es “La Media Torta”, un teatro al aire libre con 86 años de historia. También formamos parte del “Planetario de Bogotá”, uno de los escenarios polivalentes y multifacéticos más interesantes de la ciudad. Cuenta con un domo para la proyección de cine, posiblemente uno de los más grandes de América Latina. Recientemente, renovamos su tecnología a 4K y mejoramos el sistema de procesamiento de imágenes, permitiéndonos estar conectados con planetarios de todo el mundo.

El “Centro Cultural Compartir” es un escenario pequeño y nuevo para la comunidad de Ciudad Bolívar. Por otro lado, el “Teatro El Ensueño” es un teatro ubicado al sur de la ciudad, en una zona donde antes no existían infraestructuras teatrales, ya fueran públicas o privadas. Lo pusimos en funcionamiento a principios de 2021 y tiene una capacidad para 900 personas, siendo un foro muy hermoso.

Finalmente, está la Subdirección de las Artes, que tiene seis gerencias que trabajan directamente con los artistas de la ciudad. Estas gerencias abarcan música, danza, artes audiovisuales, artes plásticas y visuales, literatura y arte dramático. Además, la subdirección cuenta con dos líneas estratégicas. Una de ellas es “Arte sin Fronteras”, que se enfoca principalmente en las expresiones estéticas y artísticas de las comunidades de borde y de comunidades vulnerables que han sido víctimas de las múltiples violencias a lo largo de la historia en el territorio de Colombia.

En la Subdirección de Trabajo, Población Migrante y Sostenibilidad la acción se centra en proporcionar alternativas para la creación de empresas asociadas a las economías de la creatividad, especialmente en el ámbito de las economías relacionadas con el arte. Además, esta subdirección gestiona dos áreas transversales que abarcan toda la entidad. La primera es el área de convocatorias, a través de la cual entregamos estímulos, que básicamente consisten en premios, becas y convocatorias públicas para artistas de la ciudad. La segunda es el área de producción, que abarca todos los procesos de producción, técnicos y logísticos, tanto para eventos más pequeños como para los grandes Festivales al Parque.

Dentro de esta subdirección, existe una línea de apoyo dedicada a la internacionalización. También contamos con una oficina de comunicaciones, una oficina jurídica, control interno y control interdisciplinario. En total, cerca de 2 mil 500 personas formamos parte del equipo de trabajo en el Idartes. Este es el modelo de funcionamiento que hemos implementado.

Obras artísticas del “Museo Abierto de Bogotá” en Colombia. Foto: Alejandro Meléndez

AM: En otros países, como en México, se brinda más apoyo a la asistencia social y la seguridad. Observo que ustedes impulsan fuertemente la reconstrucción del tejido social a través del arte. ¿Cómo ha sido ese camino? Veo que fomentan la política pública de menos policías y más arte.

MG: Lo que hemos realizado en la ciudad, fundamentalmente durante varios años, es plantear que las artes y la cultura son elementos clave que se entrelazan con otras agendas para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de la ciudad. Aunque contamos con una agenda relevante en áreas como el medio ambiente, seguridad y movilidad, que son preocupaciones comunes para los gobernantes de ciudades en todo el mundo, la cultura se ha reconocido como una pieza fundamental para el desarrollo integral de la sociedad bogotana.

Dentro de esta estructura establecida, el Instituto de las Artes adquiere un valor preponderante, convirtiéndose en una institución que permite que los artistas tengan incidencia no solo en las agendas propias del arte, sino también en otras agendas cruciales para la ciudad.

Entonces, por ejemplo, el “Museo Abierto de Bogotá”, una iniciativa que nos permitió intervenir cerca de 60,000 metros cuadrados con muralismo, ha evolucionado este año al reconocer que ese muralismo no puede estar aislado de los procesos comunitarios y de la vida en los barrios. Lo que hemos hecho es facilitar que los artistas se sienten con las comunidades para definir las temáticas que se plasmarán en los murales. Esto ha logrado generar una conexión emocional con la obra de arte, llevando a que la comunidad la cuide activamente. Además, ha tenido otro impacto importante; por ejemplo, en la calle 26, una de las principales vías de acceso a Bogotá desde el aeropuerto, realizamos una intervención de gran envergadura en muralismo. La empresa de servicios públicos de la ciudad mejoró las condiciones de iluminación de los puentes en las zonas bajo ellos para resaltar estas piezas de muralismo.

Eso puede parecer algo insignificante, pero en realidad tiene un impacto positivo significativo en la percepción de seguridad y, más allá de la percepción, mejora las cualidades de seguridad de los espacios. En estudios realizados con la Secretaría de Seguridad, observamos que en las zonas bajo los puentes que han sido intervenidas y han experimentado un proceso de apropiación, los crímenes asociados a hurto, atraco y violencia sexual han disminuido de manera efectiva en proporciones significativas, superando el 50% y, en algunos casos, alcanzando el 60%, en comparación con mediciones anteriores a las intervenciones de los artistas.

Es lo que hemos estado llevando a cabo. Hemos logrado incorporar las artes en la agenda de otras entidades, lo que ha permitido potenciar el desarrollo y mejorar indicadores en diversas áreas. Por ejemplo, en salud mental, hemos realizado mediciones que indican que las personas que estuvieron en contacto con nosotros y las artes durante la pandemia muestran mejores indicadores de salud mental, con tasas más bajas de ansiedad y acciones suicidas. En el caso de la primera infancia, podemos afirmar que los niños y niñas que tienen contacto temprano con las artes mejoran sus indicadores de desarrollo infantil temprano, especialmente en relación con un apego positivo. Además, están asociados a una misión muy valiosa: la cantidad de palabras que pueden decir y aprender más rápidamente, lo que potencia su desarrollo.

En resumen, en lugar de oponernos a otras agendas o restar importancia, nuestro enfoque es integrar las artes en la vida cotidiana. Al situarlas en la vida cotidiana, iniciamos un diálogo con las agendas de otras entidades y sectores de la sociedad, mejorando sus indicadores y potenciando el desarrollo.

Lectura con locatarios en el Mercado “Trinidad Galán” de Bogotá. Foto: Alejandro Meléndez

AM: Justo iba a preguntarte sobre el “Museo Abierto”. Ya lo mencionaste, pero ¿cómo han sido los otros programas, como “El Libro del Viento”, la “Línea de Artes y Memoria Sin Fronteras”? Especialmente en cuanto al impacto en la participación ciudadana. A menudo, existe una percepción equivocada de la cultura en espacios cerrados. La cultura en espacios abiertos facilita que las personas se acerquen y pierdan el miedo a participar en actividades artísticas. ¿Cómo ha sido trabajar con estos proyectos?

MG: Nosotros, desde hace varios años, partimos de una premisa fundamental: trabajamos desde las potencias creadoras de la comunidad, no desde las carencias de un sector específico. Al reconocer estas potencias creadoras, podemos establecer que todas las personas, todos los seres humanos, tienen alguna capacidad creativa. Lo que hacemos desde el Instituto es potenciar esto en diversas líneas. Claro está, no todo aquel que hace o crea algo en algún momento es necesariamente un artista. Contamos con líneas específicas de trabajo con los artistas profesionales, quienes también forman parte integral de nuestra labor y de lo que mencionas.

“Museo Abierto Bogotá” ha permitido colaborar con muralistas y artistas del grafiti, trabajando de la mano con comunidades para crear precisamente esos murales, brindándoles una visión significativa a las comunidades. Por otro lado, “Arte y Memoria sin Fronteras” se ha convertido en un espacio liberador donde personas que históricamente han sido vulneradas en sus derechos más importantes, como el derecho a la libre expresión, encuentran un lugar seguro. Cuando te desplazan de tu hogar, eres víctima, tu familia sufre una masacre, y ves todas las adversidades que experimentamos en Bogotá y en Colombia, situaciones que también se viven en México, la primera cosa que se pierde es la capacidad de expresarlo. El arte se vuelve indispensable para que estas comunidades puedan reconectar con su voz y expresarse nuevamente, proporcionando una liberación desde diversos aspectos.

No todos los participantes en “Arte Sin Fronteras” son necesariamente artistas consumados ni tienen la intención de seguir el arte como una profesión. Sin embargo, buscan en el arte, o encuentran en las expresiones artísticas, un camino de liberación y recuperación de sus voces y formas de expresión. Esto es esencial para nosotros. “Arte Sin Fronteras” ha proporcionado a cientos de personas y colectivos artísticos y comunitarios espacios para compartir sus experiencias, potenciar la resiliencia y explorar caminos de sanación y reparación simbólica.

Dentro de ellos, tenemos un proyecto muy hermoso llamado el “Castillo de las Artes”. Es posible que lo hayas visto, el “Castillo de las Artes”, que antes era un club nocturno con múltiples problemas, donde se cometían varios delitos. Fue expropiado mediante la figura de extinción del dominio debido a los vínculos delictivos de sus propietarios. Nos lo entregaron, y lo transformamos en un centro artístico en medio de una zona de tolerancia, que es un área regulada para el ejercicio de actividades sexuales remuneradas en la ciudad. 

En este espacio, atendemos a niños, niñas, mujeres, a la comunidad trans y a múltiples víctimas de violencia, así como a aquellos que quieren conocer lo que sucede en El Castillo. Ofrecemos talleres de danza, música, teatro, “Crea”, el “Nido de Sueños” y una pequeña biblioteca. Además, forma parte del sistema de cuidado, devolviendo la voz a aquellos a quienes se les había silenciado por alguna razón.

El Castillo de las Artes en Bogotá, Colombia. Foto: Alejandro Meléndez

AM: Justamente en relación con lo que mencionas sobre “El Castillo”, quería preguntarte algo. Tuve la oportunidad de visitarlo y observé especialmente el proyecto de trabajo con los migrantes venezolanos. ¿Cómo se está llevando a cabo este trabajo? En México, también enfrentamos una migración constante y los migrantes suelen ser estigmatizados. Aquí, vemos que se está realizando un esfuerzo significativo para crear conciencia sobre la importancia de no estigmatizar a estos migrantes. ¿Podrías compartir más detalles sobre el trabajo que están llevando a cabo en este sentido?”

MG: Por supuesto, en El Castillo, hemos identificado una considerable población migrante venezolana, especialmente niños y niñas. Esto forma parte de una política más amplia de la alcaldía mayor, que reconoce que estas personas, especialmente los venezolanos que migran en esta tercera ola, no lo hacen por elección, sino por diversas causas. En Bogotá, hemos implementado una política de brazos abiertos, donde involucramos rápidamente a las personas, especialmente a los niños y las niñas, en servicios educativos y de salud.

Para aquellos que desean seguir su camino, brindamos diferentes tipos de protección, y para aquellos que desean quedarse, los adoptamos como nuevos bogotanos, siguiendo así la política de la ciudad. Desde el ámbito artístico, hemos generado varias alternativas. La atención en “El Castillo”, y específicamente en “El Nido”, nos ha permitido realizar acciones de reconocimiento y mapeo del tránsito migratorio de niños y niñas. También hemos explorado cómo dejan parte de su cultura y cómo podemos recuperarla para fomentar diálogos interculturales, facilitando así su desarrollo integral sin perder de vista sus raíces. Consideramos que las migraciones, en su mayoría, traen consigo oportunidades de desarrollo al introducir nuevas perspectivas y visiones del mundo a nuestra ciudad.

“Nidos” dentro del El Castillo de las Artes en Bogotá, Colombia. Foto: Alejandro Meléndez

AM: En México, la realidad es que estamos bastante rezagados en el trabajo con las primeras infancias. Apenas estamos reconociendo este aspecto, mientras que ustedes ya cuentan con un trabajo bastante amplio. ¿Podrían contarnos cómo comenzó este trabajo con el programa Nidos y cuánto tiempo llevan aproximadamente en él?

MG: El programa ya cumple diez años. Iniciamos con la creación de una política pública, la Política de Cero. En ese momento, el alcalde mayor, quien actualmente es el presidente Gustavo Petro, propuso que todas las entidades públicas debían incluir a los niños y niñas menores de cinco años en la ruta de atenciones integrales, aunque no estaba muy claro cómo sería esa ruta ni hasta dónde llegaría. En cuanto a aspectos estéticos, el Instituto de las Artes mostró interés. Decidimos diseñar algo y comenzamos en 2013 con la incorporación de elementos relacionados con experiencias artísticas.

Empezamos a plantearnos cómo sería tener experiencias artísticas con bebés, ya que el desafío inicial del alcalde era trabajar con menores de tres años, lo que lo hacía aún más complejo. Iniciamos el trabajo de documentación, buscando alternativas que permitieran responder a las necesidades de la ciudad. Descubrimos que muchos niños menores de tres años no estaban institucionalizados, es decir, no asistían a jardines infantiles; la mayoría aún estaba con sus mamás, abuelas y cuidadores. Cualquier enfoque de atención debía tener en cuenta estos cuidados.

Desarrollamos un modelo al que llamamos “experiencia artística”, que combina elementos de una obra concluida, como un concierto o una obra de teatro, con los de un taller. Esta experiencia artística se convierte en un punto intermedio donde los niños y niñas pueden interactuar con el lugar y los artistas, comenzando a incorporar conocimientos de manera natural, sin un objetivo específico de aprendizaje, sino para comprender estéticamente el mundo que los rodea. Además, les brinda la oportunidad de interpretar, recrear, replantear y jugar, especialmente con los objetos y elementos dispuestos en el entorno.

Este recorrido de diez años nos ha permitido comprender mejor los dispositivos diseñados para la primera infancia y cómo los niños los atraviesan y modifican con sus experiencias. Hemos aprendido y jugado mucho en este proceso. Si desean obtener más información, contamos con una página 2.0 donde compartimos documentación e investigaciones que ofrecen una visión más detallada de nuestra labor.

Teatro “El Ensueño” en Ciudad Bolivar, Colombia. Foto: Alejandro Meléndez

AM: Aquí en México, recientemente se postuló para la alcaldía de la Ciudad de México, Claudia Brugada, quien proviene de Iztapalapa. Fue asesorada por Jorge Melguizo de Medellín con el objetivo de crear las “Utopías” para combatir la marcada desigualdad social y la violencia predominante en Iztapalapa, uno de los barrios más empobrecidos de la Ciudad de México.

Quisiera saber su opinión sobre esta situación. Me hizo recordar tus comentarios sobre el “Teatro El Ensueño” y la importancia de llevar experiencias culturales a lugares que carecen de ellas. En el caso de Iztapalapa, la falta de espacios para la recreación cultural era evidente. ¿Cómo ha sido para ustedes crear lugares como el “Teatro El Ensueño”, “El Crea”, el “Centro Cultural Manitas”, entre otros, en entornos marcados por la marginalidad y la violencia? Personalmente, tuve la oportunidad de presenciar estos espacios, en Ciudad Bolívar y fue una experiencia muy gratificante.

MG: Pues, este tipo de infraestructuras permite, sobre todo, que la comunidad misma se involucre. Con este tipo de infraestructuras grandes e importantes, la comunidad se siente cada vez más representada y participa activamente en la vida cultural y artística de su barrio.

Efectivamente, el ensueño nos ha permitido dinamizar mucho lo que ocurre en esa zona de Ciudad Bolívar, especialmente con artistas de circo y aquellos que ya estaban allí. Porque en cualquier lugar al que vayas, encontrarás algún tipo de manifestación artística.

Muchas veces, lo que debemos hacer es crear espacios para que los artistas puedan trabajar, generando así comunidad en el mismo proceso. Entonces, este tipo de infraestructuras permiten dignificar el trabajo de todos y hacen que las comunidades se sientan más incluidas en la política pública de la ciudad. Se sienten queridas y apreciadas, generando afecto por la ciudad, incluso en aquellas comunidades que han sido totalmente abandonadas.

De todas formas, hay lugares en Bogotá que todavía no tienen esas infraestructuras. Lo que hacemos es utilizar infraestructuras móviles que nos permiten llevar los escenarios a cualquier lugar de la ciudad. Estas infraestructuras generan un rompimiento en la vida cotidiana, y en algunos casos, como los Crea, tenemos 20 en una ciudad de 8 millones de habitantes. No es poco lo que hemos venido haciendo con los creadores.

Además de tener centros ancla de cada Crea, tenemos puntos de extensión donde los artistas van y modifican un poco el espacio cotidiano. En el colegio, reconfiguran un poco la comunidad, el salón comunal o lugares de encuentro, permitiendo que se vaya generando, sobre todo, la resignificación de esos lugares que, de otra forma, podrían estar estigmatizados por la comunidad misma.

Yo creo que hay que hacer unas combinaciones entre infraestructura dura, que es fundamental. Necesitamos teatros, centros, bibliotecas; necesitamos espacios para la reunión y para la creación. Sin embargo, hay lugares en nuestras comunidades donde o no hay espacio suficiente, no hay tierra disponible, o mientras llega la infraestructura, la vida sigue.

Esa era una política que teníamos con niños. Mientras yo espero tener el Nido construido, digamos, el espacio adecuado construido, pues se me pasó una generación y perdí una oportunidad. Tuve 10 mil o 15 mil niños de ese barrio que no tuvieron posibilidades de tener contacto con el arte.

Entonces, mientras tanto, hay que ir haciendo y modificando lo que tenemos, resignificando y también dándole valor. A veces, hay lugares en las comunidades que los vamos perdiendo; se va perdiendo la vida de barrio para darle paso a otras actividades. Y lo que no podemos permitir es eso. Necesitamos que haya más niños jugando en la calle, más familias conversando en la calle. No podemos perder eso que nos hace latinos y que nos hace tan apasionados por la vida.

Por un lado, infraestructuras son muy importantes y hay que construir más, pero mientras llegan, hay que tomarnos las calles, las plazas, los espacios comunitarios para compartir con la familia y para que los artistas tengan lugares para presentarse y vivir en la comunidad y en las comunidades que tenemos.

Festival Rock al Parque. Foto: Idartes

AM: Ahora, cuéntanos sobre los programas más consolidados, como el Festival Rock al Parque, que lleva mucho tiempo, así como Salsa al Parque o HipHop al Parque. ¿Cuál es la dirección que están tomando estos festivales? ¿Cuáles son los planes futuros para estos conciertos?

MG: Nos conocen por los grandes festivales de música, como el festival Rock al Parque, Jazz, Hip Hop, Salsa, y tenemos uno nuevo que es Joropo. En total, son 22 festivales del Instituto de las Artes. Esta es una conversación muy interesante, porque los festivales que organizamos nacen con la idea de democratizar el acceso a las expresiones artísticas, tanto en la música como en la danza y el teatro. En un país con una renta básica baja per cápita, los ingresos per cápita son bajos, incluso en comparación con México, y parte del proceso de democratización implica que tengamos que organizar eventos y festivales de acceso libre para que la gente se enamore de la música y pueda disfrutar de momentos de desfogue social.

Los festivales buscan una doble finalidad. Por un lado, son espacios de vitrina y de fogueo para los artistas, una pista increíble de despegue donde nuevas propuestas se vuelven muy importantes en América Latina. Mucha gente viene a verlos y apoya a sus artistas distritales. Para nosotros, son una plataforma tremenda tanto para los artistas como para el público que viene a verlos. Es un lugar donde se sienten orgullosos de la ciudad y pueden disfrutar de las expresiones artísticas en eventos muy bien organizados. Que sean públicos no implica que sean desorganizados; al contrario, buscamos tener la mejor calidad posible en eventos de acceso libre que permitan a los ciudadanos encontrarse en democracia en los parques, plazas y calles donde realizamos esos festivales. También damos un mayor valor al espacio público y a la ciudad.

Jorge Melguizo, Marcela La Recicladora y Simón Mejía durante la mesa “Voces del arte para la sostenibilidad ambiental” del IV Foro Respira el Arte en el Planetario de Bogotá. Foto: Alejandro Meléndez

AM: Para concluir, ¿podrías hablarnos acerca del “Foro Respira el Arte”? Lo considero un foro sumamente relevante, especialmente dadas las condiciones actuales del planeta y la necesidad de promover la sustentabilidad. ¿Cuál sería la estrategia para invitar a otros países a unirse a esta iniciativa? Quedé impresionada por la calculadora que desarrollaron para medir la huella de carbono en eventos artísticos, ¿cómo podríamos incentivar a más países a unirse y comprometerse con la reducción de la contaminación en el ámbito artístico?

MG: Sí, pues, el foro básicamente es una de las estrategias que tenemos dentro de todo el programa que hemos llamado “Respira el Arte”. Tiene tres grandes ejes de acción; un eje tiene que ver con la eficiencia energética. La eficiencia energética básicamente implica realizar todas las acciones necesarias para mejorar las infraestructuras que tenemos y ser más eficientes en las materias energéticas que tenemos ahí. Hemos realizado mejoras en los teatros, cambiado luminarias, pasando de tecnologías halógenas a tecnologías LED, cambiado proyectores de planetario, y mejorado también la eficiencia con respecto al uso de energía en festivales, reduciendo los tiempos de montaje y ensayo. También hemos mejorado las infraestructuras de los teatros, cambiando cableados estructurados para ser también mucho más eficientes y actualizando tecnología. Entonces, un punto tiene que ver con la eficiencia energética.

El otro punto, el otro eje, tiene que ver con la economía de lo que hemos llamado “economías conscientes”. Básicamente, es poder decirle a toda la cadena de valor del arte que, aunque sea poco, contribuimos en la generación de huella de carbono y de otros gases de efecto invernadero solo por el hecho de hacer lo que hacemos. Entonces, poder decirle a toda la cadena de valor de las artes que no importa dónde esté ni cuál sea el tipo de experiencia o práctica artística que fomente, debe ser consciente de esta huella que genera y tomar acciones para la mitigación de la misma. Para eso, hemos realizado diversas acciones.

El instituto, como parte de nuestras acciones, nos inscribimos en la guía de compras verdes del Estado colombiano. Además, hemos comenzado a realizar una labor de concientización en nuestra línea de sostenibilidad para que los emprendedores y las nuevas empresas asociadas al arte empiecen a incorporar este tipo de buenas prácticas. Hemos creado una guía para teatros y festivales sostenibles y otra guía para filmaciones y proyectos audiovisuales verdes que contribuyan a disminuir la huella de carbono.

Efectivamente, hemos desarrollado una calculadora de huella de carbono que permite medir cuánta es tu huella de carbono con un espectáculo público y sobre eso, tomar decisiones para mitigar, reducir y, en última instancia, compensar esa huella de carbono.

Lo que buscamos es que se reduzca el uso de energía y que la generación de residuos se mitigue en lo posible, como por ejemplo, reducir los tiempos de ensayos asociados a plásticos de un solo uso y optar por caterings orgánicos y de producción local. Evitamos que los artistas utilicen jets privados. Lo repetimos constantemente para prevenir que caigan en esa tentación.

En el caso de que sea necesario compensar, implementamos modelos de compensación. En este punto, conectamos con la tercera estrategia, a la que hace referencia el foro. Esta estrategia la llamamos “involucramiento ciudadano” y básicamente implica talleres, experiencias y campañas que permitan que todas las personas que tengan contacto con el instituto se enteren, aunque sea un poco, de la estrategia y de las acciones que pueden realizar. En este contexto, tenemos el foro que ha tenido cuatro versiones y que nos ha permitido comprender diversos modelos, formas y alternativas, así como conocer experiencias internacionales o nacionales de personas que trabajan en pro de estos objetivos.

Pero también tenemos estrategias como “más arte, más música, menos plástico” para los festivales. En el parque, siempre insistimos a nuestros asistentes y a los organizadores de los festivales que tengan en cuenta el uso de botellitas de plástico, y, en caso de usarlas, que las depositen en los lugares determinados. Además, trabajamos con recicladores de oficio que están constantemente recogiendo residuos, procurando que los parques estén igual o más limpios de lo que nos encontramos y llevando muchos más residuos aprovechables.

Es decir, buscamos que no se conviertan en basura y que no vayan a los lugares destinados para la disposición final de basuras. En cambio, queremos que los recicladores de oficio puedan recogerlos y convertirlos en material aprovechable.

En eso, logramos aumentar casi en un 30% la cantidad de residuos aprovechados en comparación con otros festivales de años anteriores. Con respecto a otros eventos, en toneladas de plástico, son aproximadamente unas diez toneladas más de plástico recuperado en los festivales al parque. Es una estrategia mucho más sólida.

Además, contamos con una página, “Respira el Arte” punto por punto SEO, donde pueden ver todo lo que hemos hecho frente al tema, descargar las guías y conocer un poco más sobre los foros que hemos venido realizando. Queremos que se interesen y que todos aquellos que vayan a realizar cualquier práctica artística tengan en cuenta esto.

Hay acciones tremendamente sencillas que incluso un artista que está iniciando puede llevar a cabo. Por ejemplo, cuando solicitas catering o refrigerio al teatro que te invita, pide que sea local y lleva tu propia botellita, ya sea de aluminio o plástico, que compraste y que tiene muchos usos. En lugar de pedir agua embotellada, estas pequeñas acciones ayudan significativamente a devolver el planeta mejor de lo que lo encontramos, y es nuestra responsabilidad.

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Alejandro Meléndez
Alejandro Meléndez
Nació en Ciudad de México; estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y fotografía en el Centro de Estudios Martianos de la Habana, Cuba. Es subdirector del portal Periodistas Unidos y miembro del colectivo FotorreporterosMx. Trabajó en los periódicos mexicanos El Financiero, La Jornada, diario deportivo Récord y Excélsior, además en las agencias Notimex, Clasos, AFP, Xinhua, y Procesofoto. Es colaborador en las revistas musicales: La Mosca, Rolling Stone, Grita Radio y el portal Me Hace Ruido. Es autor de dos libros: Culturas Juveniles, editado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y Luminiescencias por editorial Literal. Ganó el premio Gabriel García Márquez 2019 en la categoría de Innovación por el reportaje colectivo "Mujeres en la Vitrina".

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