Murió Javier Marías. Y sí, no me cabe duda de que el mundo de las letras en español está de luto. Además de narrador, fue traductor, ensayista y miembro de la Real Academia de la Lengua Española. Eterno candidato al Nobel de Literatura y Caballero de la Orden de las Letras, así como ganador de muchos y muy importantes premios literarios, como el José Donoso, el Formentor de las Letras y el Library Lion de la Biblioteca Pública de Nueva York. Recibió estos numerosos reconocimientos porque dedicó la vida entera a escribir y lo hizo con oficio y calidad. Tiene, en su haber, dieciséis novelas como Mañana en la batalla piensa en mí, Los enamoramientos, Tu rostro mañana (trilogía que consta de Fiebre la lanza, Baile y sueño y Veneno y sombra y adiós) y Tomás Levinston, entre otras, además de libros de cuentos, ensayos y más de cien artículos periodísticos.
Marías supo captar el espíritu de una España que pasó de ser la deprimida de la posguerra, a la liberada de la Movida, al país rico y desarrollado al que llegan inmigrantes africanos y latinoamericanos con la esperanza de sobrevivir.
Me gusta leer a Javier Marías, ¿cómo no? Además de lo que mencioné en líneas anteriores, su obra es profundamente universal, se nutre de sus múltiples y variadas lecturas. En 2018 escribí para la revista Gatopardo acerca de su libro Berta Isla: “Es una novela en la que se adivinan las pasiones literarias de Marías, desde Shakespeare hasta Eliot, de Faulkner, Doyle, Melville y Dickens. Es también un homenaje a la literatura y la cultura inglesas, con sus grandes clásicos pero también con sus personajes pop, como James Bond, del que en algún momento opinará Tomás “ha habido otros Bond pero el único, el original, es Sean Connery”. El espía de la novela hablando del espía inglés más famoso del mundo. Otro destello del sentido del humor que Javier Marías despliega con maestría”.
Ese era Javier Marías, el escritor. Pero las opiniones de Javier Marías, el periodista (¿cómo separar a uno de otro?, ¿es posible hacerlo?), cuando tenían que ver con las mujeres y el feminismo no fueron tan honrosas: su columna en El País del 11 de febrero de 2018 le causó una serie de críticas por frases como ésta, en relación con el surgimiento del #MeToo: “Dar crédito a las víctimas por el hecho de presentarse como tales es abrir la puerta a las venganzas, las calumnias y los ajustes de cuentas”, o “Ahora el movimiento MeToo y otros han establecido dos pseudoverdades: a) que las mujeres son siempre víctimas; b) que las mujeres nunca mienten”.
Mientras algunos amigos de Marías, como el también escritor Arturo Pérez-Reverte lo defendieron a capa y espada, hubo miles de usuarios de las redes (sobre todo usuarias, pero también varones) que lo criticaron por dicha columna, plagada de frases irresponsables —por decir lo menos— y misóginas, por decirlo con todas sus letras. Por ejemplo: “No hay que recurrir a nombres para recordar la considerable cantidad de mujeres jóvenes y atractivas que se han casado con hombres decrépitos no por amor precisamente, ni por deseo sexual tampoco”.
Apenas el 6 de mayo de 2022, su casa periodística, El País, publicó una entrevista que le hizo a propósito del libro de artículos periodísticos ¿Será buena persona el cocinero? que le publicó Alfaguara este año. En dicha entrevista, aunque dice que “a estas alturas todo el mundo es feminista” y que “cualquiera que no sea un cabestro lo ha sido”, el autor de A veces un caballero también advierte que “hay un feminismo llamado de cuarta ola que para mí contraviene al feminismo clásico. Están diciendo cosas exageradas y sandeces. Y sobre todo hay un error en que se acercan peligrosamente a la intolerancia de la Iglesia católica de los tiempos de la dictadura de Franco”.
Con tal “error”, Marías se refiere a la intención de “prohibir o multar” las miradas lascivas, y habla de lo que considera una intromisión en la libertad de las personas. No me cabe duda que el escritor nunca fue víctima de una mirada de esas que en la calle te hacen cambiar de acera y apretar el paso, o de plano te provocan bajarte del vagón del metro o del autobús urbano en el que vas.
Tampoco me queda duda, como escribe la escritora mexicana Dahlia de la Cerda, que no todos los varones son feminicidas potenciales, y que los que crecen en contextos de alta marginalización y violencia llevan todas las de perder en términos de igualdad, libertad, respeto y muchas de las cosas que exigimos desde el feminismo. O sea, que como escribió también Rita Segato, hay varones oprimidos por otros varones, incluso por mujeres blancas y de estratos sociales, económicos y políticos hegemónicos.
El tema da para una discusión mucho más profunda y meditada, pero yo, como lectora, me quedo con el Javier Marías narrador. Como feminista, no puedo sino pensar que al Javier Marías articulista le faltó hacer un análisis mucho más profundo antes de opinar.
Irma Gallo es reportera y escritora. Además de Península 360 Press, ha colaborado con Letras Libres, Revista de la Universidad de México, Revista Lee Más Gandhi, Gatopardo, Revista Este País, Sin Embargo, El Universal, Newsweek en Español. Su libro más reciente es Cuando el cielo se pinta de anaranjado. Ser mujer en México (UANL/VF Agencia Literaria, 2020). Twitter: @irmagallo IG: @irmaevangelinagallo.
Te puede interesar: Salman Rushdie, una larga lucha por la libertad de expresión