La leyenda respiró durante 101 años. Ferlinghetti fue cofundador de City Lights y autor estadounidense de poemas magníficos que rebasan la realidad mientras describe sus momentos más banales.
Rober Díaz. Península 360 Press [P360P].
El padre espiritual del movimiento beatnik y fundador de una de las editoriales y librerías más icónicas en San Francisco, City Lights –en honor de la película de Charles Chaplin–, murió a los 101 años de edad, de una enfermedad pulmonar, informó su hijo Julie Sasser.
Ferlinghetti es el caso de uno de esos escritores convertidos en canon, no solo por su importancia en la época sino por su actividad como editor, periodista y un disruptor al tanto de sus compañeros Beat: Ginsber, Burroughs, Keurac, Kassady y de las no tanto famosas mujeres Beat como lo fueron Denise Levertov, Lenore Kandel o Elise Cowen entre otras, que además de su tiempo los unió, el gusto por la carretera y los viajes, el sexo, el orientalismo, la escritura automática, la alteración de la conciencia por medio de las drogas y el alcohol y el gusto por el jazz. Más que ser un estilo, el beatnik es un momento en el que una generación se opone a un sistema que no les da lugar y que por otro lado, ellos rechazaron.
La vida de Lawrence Ferlinghetti no fue de ninguna manera fácil. Hijo de un emigrante italiano que murió antes de que él naciera su madre se vio afectada por una creciente crisis nerviosa que lo obligó a mudarse con su tío paterno, Ludovic y su esposa francesa Emily. La unión de éstos también llegaría su fin pronto y Ferlinghetti fue a vivir a Francia. De regreso a EE. UU. debió vivir en un orfanato mientras su tío buscaba trabajo. Se tituló como periodista en la universidad de Carolina de Norte, hizo una maestría en la Universidad de Columbia y un doctorado en la Sorbona de París. Llegó a ser oficial al mando durante la invasión a Normandía en la Segunda Guerra Mundial y a su regreso en San Francisco en 1952 fundó junto a Peter D. Martin, la librería y editorial City Lights donde enfrentaría rápidamente la censura del gobierno norteamericano quien al final de la guerra se tornó más conservador que nunca por publicar Howl (Aullido), de 1956, el célebre poema de Allen Ginsberg –dedicado a Carl Solomon un paciente que Ginsberg conoció en un hospital psiquiátrico– cuyo comienzo marcó a toda una generación:
«He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura».
Fue acusado de imprimir «libros obscenos» por este poema, pero, al siguiente año, fue absuelto. Lawrence es más que un autor que se considerara Beat en los términos formales de la palabra –la vida desmesurada y llena de excesos–, se comprometió más con las luchas políticas y el ensueño de fabricar nuevos ideales. Recordemos que fue él quien defendió la publicación de Howl, más inclusive que el propio autor y que en su librería no solo se presentaron los poetas Beats, sino que fue un foro que por más de 70 años ha dado cabida entre sus muros a las más diversas expresiones artísticas de la ciudad de San Francisco que pasó de ser aquella cuna bohemia de artistas a un valle lleno de trasnacionales dedicadas a la tecnología.
Ferlinghetti fue un poeta que se coció en otro fuego. A pesar de hacer también manifiestos que llamaban a los poetas a bajar de sus Campos Elíseos para hacer la revolución y participar de la rebeldía, su metáfora ocurre a la par de la crítica y la simpleza. No por ello sus versos son fáciles o entreguistas, sus imágenes son, por otro lado, de un temperamento pausado, pero a la vez cáustico.
En palabras del poeta y experto en literatura Beat Jesús Aguado, Ferlinghetti fue: «El primero en darse cuenta de lo que significaba que la poesía era política, es decir, un instrumento de pacificación al servicio de la historia, una fábrica de utopías, el camión escoba de los enmudecidos por el sistema, la brújula para detectar caminos falsos».
Importantes son los libros de Lawrence Ferlinghetti, por ejemplo Pictures of the Gone World de 1955 con el que se estrenó como poeta y como editor en 1955. Otro importante ícono dentro de su carrera fue A Coney Island of The Mind, de 1958, un libro de poemas que llegó a la exorbitante cifra de vender más de un millón de ejemplares, considerado como su obra cumbre le siguieron otros títulos importantes como Open Eye, Open Heart de 1973 y Amor en días de furia, de 1988: «un artefacto híbrido de memoria y ficción».
Lawrence Ferlinghetti fue la conciencia de una generación, su poesía se ha ganado la inmortalidad, con sus versos enmendó un camino e hizo un llamado:
(…)
«Todos ustedes “Poetas de las Ciudades”»
que cuelgan en paredes de museos, como yo,
Todos ustedes poetas de poetas que escriben poesía
acerca de la poesía,
Todos ustedes poetas de talleres de poesía
en el culo de América…»
(…)
«La poesía ha muerto, viva la poesía
de ojos terribles y fuerza de búfalo.
No esperen la Revolución
o sucederá sin ustedes…»
—Fragmentos de Manifiesto Populista