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domingo, abril 28, 2024
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“La casta tiene un siervo”: la marcha de la memoria en Argentina enfila contra Milei

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La riqueza sueña con robar a los pobres.
Los pobres sueñan con poder soñar.
La poesía sueña con espantar con belleza
la tristeza de estos días.
‒ Vicente Zito Lema

Tras horas de congregación en la Avenida de Mayo; de abarrotar la vía que, en línea recta, vincula al Congreso Nacional con la Casa Rosada, sede del ejecutivo; de batucada y cumbia villera combativa; de choripanes, cerveza, agua y gaseosa; de ondear banderas de partidos y sus subdivisiones, de sindicatos y organizaciones; de la burla al poder, el desafío a la prepotencia, el contraargumento popular, el carnaval que ridiculiza en afiches, pancartas y grafitis; del arribo histórico de la Confederación General del Trabajo (CGT), adherida por primera vez a esta movilización; de Abuelas y Madres resguardadas por comitivas de seguridad y por aplausos de admiración, desde el templete el último pronunciamiento de unidad de la marcha por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia traza un rival definido: Javier Milei, y establece con claridad un propósito: mantener la lucha activa y hacer retroceder el decreto de necesidad de urgencia, herramienta multifocal con la que el presidente de la Argentina busca debilitar al Estado, recortar posiciones de trabajo público y avanzar una ambiciosa agenda privatizadora con el argumento de buscar la reconstrucción de la economía nacional.

Es el 24 de marzo de 2024 en Buenos Aires, a 48 años de que, en las primeras horas de aquel día de 1976, las fuerzas armadas depusieran por la fuerza a la presidenta María Estela Martínez de Perón para instalar un régimen militar y una política de terrorismo de Estado mediante la persecución, detención, tortura y ejecución extrajudicial de miles de disidentes políticos. Aquel régimen, que extendió su dominio sobre la sociedad argentina hasta 1983, mantiene la impunidad entre varios de sus agentes políticos mientras la actual vicepresidenta, Victoria Villarruel, busca el indulto y la detención domiciliaria para varios de ellos, si bien el juicio de la cúpula militar responsable es ejemplo de justicia transicional a nivel mundial, como retrata la celebrada película Argentina, 1985, dirigida por Santiago Mitre.

Es el 24 de marzo de 2024 en Buenos Aires, a 48 años de que, en las primeras horas de aquel día de 1976, las fuerzas armadas depusieran por la fuerza a la presidenta María Estela Martínez de Perón para instalar un régimen militar y una política de terrorismo de Estado mediante la persecución, detención, tortura y ejecución extrajudicial de miles de disidentes políticos.

La constante lucha por la justicia y la memoria de la sociedad argentina —que a lo largo del territorio, en paseos turísticos de aplauso internacional o en callejuelas perdidas, recuerda con placas organizadas por los barrios el nombre y el sitio de secuestro de las víctimas—, pese a sus esfuerzos sostenidos durante casi medio siglo, sin embargo no ha logrado una garantía de no repetición estable, al grado de que hoy Villarruel ejerce una violencia constante contra la memoria, niega la cifra reivindicada por las organizaciones del total de víctimas de la dictadura, en torno a las 30 mil personas detenidas desaparecidas, y califica a los movimientos de izquierda que persiguieron las juntas militares como terroristas con castigos pendientes.

Así, pese a la festividad desbordada en las calles durante la jornada de protesta de este domingo 24 de marzo, tanto el presidente Milei como la vicepresidenta Villarruel no cesaron su confrontación directa contra los manifestantes desde su terreno discursivo natural: las redes sociales.

“La marcha de ‘memoria, verdad y justicia’ no tuvo nada de memoria, pues borraron de la historia a las víctimas de la subversión.(1) Tampoco tuvo nada de verdad, pues manipularon estadísticas y ocultaron info… y tampoco hay justicia, pues los terroristas siguen ocupando cargos”, retuiteó desde una cuenta semi anónima, identificada como militante de La Libertad Avanza, el mandatario de uno de los Estados más complejos de la América Latina, en una crisis inflacionaria prolongada que debilitó a tal grado al candidato del kirchnerismo, Sergio Massa, que permitió a Milei ganar el voto popular en 2023, agrupado con uno de los principales adquirientes de deuda de la historia argentina, el magnate y expresidente Mauricio Macri.

Pese a la festividad desbordada en las calles durante la jornada de protesta de este domingo 24 de marzo, tanto el presidente Milei como la vicepresidenta Villarruel no cesaron su confrontación directa contra los manifestantes desde su terreno discursivo natural: las redes sociales.

Por eso, por esa provocación constante contra el movimiento social, acompañada de una arremetida estratégica contra ámbitos públicos, como la agencia de noticias Télam, hoy parada, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, o el Instituto Nacional de Estadística y Censos, Milei es el rival visible de la marcha por la memoria de este 2024, junto a la vicemandataria y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich (Los dinosaurios pueden reaparecer, afirma un afiche adherido a las paredes, en referencia al himno antidictadura de Charly García, que muestra a Milei, Bullrich y Villarroel con cuerpos de tiranosaurio).

Así, los manifestantes, que aunque trabajan por el pasado no se instalan en él, interpretan que el programa económico del actual presidente se homologa con la ola privatizadora que operó el gobierno de la dictadura militar, en la época internacional de aplicación del proyecto neoliberal que auspiciaron Thatcher y Reagan, y ejecutaron lo mismo Miguel de la Madrid o Augusto Pinochet. Tal vez por eso desde el templete se cita la Carta abierta de un escritor a la Junta Militar, emitida en el puntual primer aniversario del golpe de Estado, el 24 de marzo de 1977, por el escritor y periodista Rodolfo Walsh. Al día siguiente fue desaparecido.

En el texto, el autor de la celebrada Operación masacre, reportaje sobre una ejecución extrajudicial perpetrada en 1956, tras analizar la crueldad torturadora con que los uniformados aterrorizaron a sus víctimas, no pierde de vista que la mayor violencia del régimen era su sed privatizadora, toda vez que su política económica condenaba a millones de argentinos a la pobreza, la precariedad, la incertidumbre, la explotación.

Campeones del mundo en futbol, se multiplica su población en condiciones de calle, los salarios precarios obligan al gasto prudente, proliferan los vendedores ambulantes que, entre oficios o un ruego, buscan ganarse una moneda, de un momento a otro desde la toma de posesión de Milei el dinero alcanza para menos, nuevo episodio radicalizado de una ruta inflacionaria que su antecesor en la Casa Rosada, Alberto Fernández, tampoco pudo contener.

Tanto tiempo después, ese es el clima en el que hoy se desenvuelven los argentinos. Campeones del mundo en futbol, se multiplica su población en condiciones de calle, los salarios precarios obligan al gasto prudente, proliferan los vendedores ambulantes que, entre oficios o un ruego, buscan ganarse una moneda, de un momento a otro desde la toma de posesión de Milei el dinero alcanza para menos, nuevo episodio radicalizado de una ruta inflacionaria que su antecesor en la Casa Rosada, Alberto Fernández, tampoco pudo contener.

Y sin embargo, pese a las reiteraciones de la memoria por reivindicar los significados del dolor, hay un buen conjunto de argentinos que votó en mayoría a Milei y que en la conversación callejera reitera que no sólo lo apoya, sino que celebra su retórica de agresor, de bully, su estilo provocador que habla de las izquierdas como “zurditos”, que culpa al gasto público de la inestabilidad económica para prologar el recorte de derechos, que pinta al financiamiento de lo colectivo como un derroche que sería corregido por la privatización y su presunta competitividad de mercado, y que consume como espectáculo televisivo, como show de comedia —claro que disponible en TikTok—, las maneras burlonas con que el vocero presidencial, Manuel Adorni, intercambia palabras con la prensa, entre descalificaciones, minimización, ridiculización, negación del micrófono y otros raspones. 

Es contra ese clima negacionista de la vicepresidencia —“Carlotto, a vos no te votó nadie, votó a Javier Milei. Respetá al pueblo argentino, que les dijo no a ustedes también. No fueron 30 mil”, tuitea Villarruel en plena marcha—, esa política represiva de Bullrich, que se alzan las voces de una manifestación en la que concurren miles y miles y miles de argentinas y argentinos, desde niños en torno a los cinco años acompañados de sus padres, hasta ancianas sonrientes tal vez ya instaladas en las ocho décadas de vida, o más, y que se toman las manos para sostener su paso entre las calles.

“La memoria desmiente las mentiras”, “Somos más pueblo que milicos”, “No negociamos ni nos reconciliamos”, “Ni atrás ni a la derecha”, “Sin educación pública no hay futuro”, “Treinta mil compañeros detenidos desaparecidos… ¡Presente!… Ahora… ¡Y siempre!”, “Nunca más”, exclaman los concurrentes, las pintas en las calles, los afiches adheridos a la pared. 

Y hay una lectura política reiterada, común, que desnuda la promesa de eficiencia capitalista de Milei, su proyección de operar contra la casta política, y la interpreta como verdaderamente hacer pagar la deuda de la élite a la base trabajadora, mientras los ricos de la política y del sector privado se le agrupan en torno, cómodos, simulados bajo el griterío del presidente.

Así, en las inmediaciones de la Plaza de Mayo, un hombre sostiene la efigie presidencial con un rostro reversible entre Milei y Macri y una consigna: “El león terminó siendo un gato”. 

“Milei es el mercado inmobiliario”.
“La casta tiene un siervo”.
“La deuda no es mía”.

El eco de la congregación es claro en sus reivindicaciones: el peronismo, la recién fallecida Hebe de Bonafini, que presidió la organización de las Madres de Plaza de Mayo —“Hebe vive en la plaza”—, el atrevimiento con el que tales mujeres solas salieron a las calles tomadas por los militares para exigir el esclarecimiento del paradero de sus hijos, el Diego Armando Maradona que se adhirió a ellas, la olla popular con que la solidaridad amortigua el disparo de precios, la reunión de firmas en oposición a que se privatice el Banco Nación, el repudio al Fondo Monetario Internacional, la defensa con la vida de la democracia, restaurada hace 40 años.

“Nosotrxs, trabajadores organizadxs, tenemos memoria. Recordamos quiénes nos quitan el trabajo, quiénes nos licuan el salario, quiénes nos devalúan la moneda. Recordamos quiénes nos desaparecieron y nos mataron. Acá nadie olvida nada. Nos pensamos, nos reagrupamos con fuerza, felicidad y unidad. Seguimos acá. Con amor, ternura y odio organizado. Seremos su peor futuro. Fuego fraterno, fortaleza impresa. Caeremos sobre ustedes con el peso de la Historia. Hacemos memoria. Venceremos”, reza un comunicado impreso en letras rojas sobre blanco y adherido a las paredes. 

A la CGT, que desde ciertos grupos se le reprocha colaboracionismo tanto con las acciones anticomunistas de la década de 1970 como con el actual gobierno, se le hace un llamado explícito a convocar a un segundo paro nacional inminente (el primero ocurrió en enero de 2024) para garantizar que su posición no quede en retórica y se logre una problematización desde la base trabajadora al actual gobierno: “¡Basta de dar vueltas: ponele fecha, CGT!”, apuntan en un grito desde el templete, urgiendo a la acción entre aplausos. 

A la CGT, que desde ciertos grupos se le reprocha colaboracionismo tanto con las acciones anticomunistas de la década de 1970 como con el actual gobierno, se le hace un llamado explícito a convocar a un segundo paro nacional inminente (el primero ocurrió en enero de 2024) para garantizar que su posición no quede en retórica y se logre una problematización desde la base trabajadora al actual gobierno: “¡Basta de dar vueltas: ponele fecha, CGT!”, apuntan en un grito desde el templete, urgiendo a la acción entre aplausos.

Y si las voces de protesta reivindican el paro de enero y la marcha de las mujeres del 8 de marzo como dos jornadas aledañas a la movilización del 24 de marzo, capítulos en un plan de lucha general, hacia el cierre de la jornada (18:14 horas, tiempo local) reclaman el trazo y ejercicio de una estrategia constante de lucha hasta lograr el freno de las tentativas del mandatario. 

La festividad, la masividad de la movilización, la belleza de los pañuelos de las madres y las abuelas estilizados en una instalación abierta al viento, la reconversión de las cebras vehiculares en banderas argentinas por la memoria, la verdad y la justicia, la agitación entre tambores y brincos de que el que no salta es milico, el que no salta votó a Milei, pues, dibujan apenas un episodio en el prolongado choque social que resiste hoy la Argentina. Y apenas entra el lunes 25 de marzo, el día después, el presidente deja claro que mantendrá su confrontación narrativa contra las izquierdas y las organizaciones de víctimas del país.

Con poco más de cien días en el cargo, para la nación sudamericana y sus fuerzas en pugna y resistencia todavía todo está por suceder.

Pero hay una consigna que hace sonreír a los manifestantes:

Olé, olé.
Olé, olá.
Como a los nazis
les va a pasar:
a donde vayan
los iremos a encontrar

(1) Es la estrategia discursiva de las derechas en América Latina, ya sea en Perú, México, Chile, Guatemala, Uruguay o Argentina: calificar a las guerrillas de grupos terroristas, darle un toque de irracionalidad a su movilización armada, soslayar las razones sociales de profunda desigualdad y cancelación de los derechos políticos por la vía tradicional que las llevaron a la radicalización y dejar fuera del encuadre, por supuesto, la violencia sistémica, diseñada, presupuestada muchas veces con el apoyo franco de los Estados Unidos y en desproporción de fuerzas, con que se persigue, aterroriza, castiga o anula a estos movimientos, con un saldo constante de inocentes aledaños torturados y asesinados por los ejércitos a cargo de la represión, como en el caso del Partido de los Pobres de Lucio Cabañas, en Guerrero, que motivó un despliegue desmedido de fuerzas armadas en esa entidad del sur de México, o de las acciones de los uniformados peruanos contra campesinos de Ayacucho en su persecución contra el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso.

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Samuel Cortés
Samuel Cortés
Es un periodista mexicano, licenciado en letras por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cofundador de la revista de divulgación cultural y reivindicación latinoamericana Altura desprendida, ha publicado en distintos medios nacionales e internacionales trabajos sobre política y arte. Escribió una autobiografía en clave de varia invención lúdica titulada Me acuerdo.
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