Colectivos de madres buscadoras de sus hijos desaparecidos, activistas, defensores de derechos humanos y población en general se manifestaron este miércoles 10 de mayo en la Ciudad de México por los más de 110 mil desaparecidos que hay en el país.
Las desapariciones se contextualizan en la violencia que azota al país y que tuvo como parteaguas el inicio de la llamada «Guerra contra el Narcotráfico» iniciada en el sexenio de Felipe Calderón que, además de las desapariciones, ha dejado como saldo personas asesinadas y comunidades desplazadas.
«Yo parí a mi hijo a la vida y él me parió a la lucha. Carlos, donde quiera que estés, te amo, hijo. Yo sigo luchando», gritó ante el micrófono Lourdes Mejía, madre de Carlos Sinuhé Cuevas Mejía, estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, asesinado el 11 de octubre de 2011.
Además de denunciar que las autoridades gubernamentales no realizan su trabajo e, incluso obstaculizan las investigaciones, la señora Lourdes Mejía denunció que otras agrupaciones como la Organización de las Naciones Unidas, únicamente asisten a las actividades que realizan las madres buscadoras sin realmente apoyar ni comprometerse a nada.
«¡¿Para qué me piden mi teléfono?! ¡¿Para que me maten a otro familiar?!», le gritó Lorena Gutiérrez al personal de la ONU que se encontraba en el mitin del Ángel de la Independencia.
Los miembros de la ONU, con sus chalecos azules, miraban con tensión a la gente que se congregaba a su alrededor convocados por la furia de Lorena Gutiérrez, cuyos reclamos se oían a varios metros de distancia, al tiempo que continuaba desarrollándose el mitin.
Gutiérrez denuncia que su hija Fátima Quintana fue víctima de feminicidio el 5 de febrero de 2015. Sin embargo, debido a la lucha que emprendió contra los culpables, sufrió serias amenazas de muerte que obligaron a ella y a su familia a desplazarse a Monterrey.
En 2020, su hijo Daniel falleció debido a una negligencia de las autoridades de salud del estado que le negaron la atención médica por no contar con ningún tipo de seguridad social, precisamente por ser una familia desplazada.
«Soy una persona pública, me podrían encontrar si quisieran, pero casualmente después de que damos nuestros datos a organizaciones, nos persiguen», denunció Lorena.
Provenientes de estados tan lejanos como Chihuahua o Tamaulipas, pero también de estados aledaños a la Ciudad de México como Morelos o el Estado de México, decenas de madres de familia denunciaron la desaparición de sus hijos e hijas.
«10 de mayo no es de fiesta, es de lucha y de protesta», gritaban algunos de los asistentes a la movilización.
Al menos desde 2016, colectivos de madres buscadoras han decidido salir a las calles el 10 de mayo para recordarle al gobierno y a la sociedad que no todas las madres, ni todos los hijos, pueden celebrar el día, sino que están en medio del dolor colectivo que implica no saber en dónde están sus hijos.
En algunos casos, sobre todo los que tienen muchos años de haber ocurrido, las madres ya no buscan a sus hijos e hijas con vida, sino que se han resignado a encontrar los restos de sus familiares.
Es el caso de Mary Velázquez, madre de Pamela Gallardo, quien fue desaparecida en 2017 en las inmediaciones del Ajusco. Debido a ello, el próximo 23 y 24, Velázquez y distintas organizaciones y activistas realizarán una búsqueda ciudadana para encontrar a Pamela y a otras víctimas de desaparición.
Ante las autoridades, que en el mejor de los casos son incapaces y en el peor, son omisas y cómplices, las familias tienen que asumir las tareas de investigación y de búsqueda sin recibir ni un solo peso, denunció la madre buscadora.
«Tenemos abierta la investigación, pero estas autoridades nos piden a nosotros como familia seguir llevando pruebas de la investigación. Nosotros tenemos que aportar las pruebas, la investigación, por donde queremos que se vaya la investigación», subrayó Mary Velázquez.
La de Velázquez no es la única búsqueda en puerta, durante las próximas semanas se realizarán otras más en el Estado de México y en Morelos.
Pero, a pesar de todo, este 10 de mayo su apuesta no es por el dolor, pues su trinchera sigue siendo el coraje de denunciar las injusticias y de señalar con el dedo directamente a los culpables.
Las madres, dadoras de vida, parecen ahora buscadoras de muerte, pues saben que indudablemente encontrarán restos de personas en las misiones que organizan.
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