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jueves, abril 18, 2024
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Todo hierve en Brasil

Todo hierve en Brasil en estos momentos. Tras los resultados de la primera vuelta electoral, la distancia entre Lula da Silva, candidato del Partido de los Trabajadores (PT) y Jair Bolsonaro, candidato por el Partido Liberal (PL), resulta una distancia peligrosa. La encuesta más reciente, en la víspera de la segunda vuelta (a realizarse el domingo 30 de octubre de 2022) coloca por encima a Lula por tan sólo 6.4%, es decir, un total de 53.2% en intención de votos válidos y con un 46.8% al actual presidente Bolsonaro.

Las cifras representan una parte del funcionamiento de los resultados electorales, sin embargo tienen margen de error y en las calles, en las redes sociales, medios de comunicación y en los centros de votación, es en donde se decidirá quién gobernará Brasil en los siguientes 4 años. Y cuál será la decisión estructural de fondo que sostendrá la siguiente administración: por un lado, un regreso a cierto estado de bienestar sustentado por programas de asistencia y créditos bancarios a largo plazo y por otro lado, una suerte de barbarie.


Para el país entero y para el continente, estas elecciones también significan la posibilidad de una destrucción voraz de los recursos naturales en el Amazonas, no sólo por el agronegocio sino por el nulo interés que ha mostrado Bolsonaro en el cuidado y preservación del mayor pulmón del mundo. Todo lo contrario, para el actual presidente, lo importante del poder es obtener ganancias económicas y reproducir al infinito su consolidación como clase política hegemónica.

Todo hierve en Brasil
Foto: Heriberto Paredes

En estas elecciones también se juega el aumento en la circulación y posesión de armas en las calles de un país azotado por la desigualdad, el hambre y sobre todo, el rencor que se fomenta, también, desde las estructuras del gobierno. No sólo no se ha acabado con el racismo sino que se ha agudizado y las calles de las principales ciudades no pueden ocultar esta realidad: quien vive en ellas sin acceso a una vivienda digna es, en su mayoría, la población afrodescendiente e indígena.


En una estancia reciente en Brasil con motivo de la primera vuelta en las elecciones también tuve oportunidad de quedarme más tiempo e intercambiar ideas y reflexiones con muchas personas, de diferentes estratos y formaciones, con distintas profesiones y en cada una de las opiniones y balances existen algunos comunes denominadores que me gustaría compartir justo en esta víspera electoral.


Existe una claridad en que sea cual sea el resultado el país mantendrá una tensión que puede o no crecer, y esto, sobre todo pensando en un nuevo gobierno de Lula significa que necesita un sólido trabajo en equipo para atacar dos frentes fundamentales: por un lado, gobernar para una población diversa con necesidades diferentes pero que requiere atención a problemas concretos y que en cuatro años, tal vez se pueda comenzar a abordarlos. Sin embargo, la otra atención estará en defender el propio gobierno de todos los ataques y artimañas que bolsonaro y su gente tengan pensadas (y las que se les ocurran), ya que controlan las gubernaturas y una parte importante del Congreso.


La sola posibilidad de una reforma agraria que frene el agronegocio podría revertir la balanza y colocar a este gobierno en un lugar de fuerza y legitimidad sin precedentes en la historia brasileña, aunque desafortunadamente, no ha sido propuesta ni mencionada esta acción.

Foto: Heriberto Paredes

Sin embargo, si el escenario resulta en un segundo mandato de Bolsonaro, lo que toca es consolidar un proceso de resistencia activa y crítica para evitar, a toda costa, que sea el inicio de un periodo aún más oscuro. La resistencia implica que distintos sectores encuentren sus puntos en común y hagan alianzas para hacerle frente a nuevas embestidas económicas y políticas del bolsonarismo, abiertamente violento y prepotente. Tal vez sea el momento de retomar muchas discusiones que no colocan al centro la tradición política partidista sino la búsqueda de alternativas que atraviesen por otros caminos este momento.


Existen muchos sectores organizados, desde las mujeres quilombolas, las comunidades indígenas, los movimientos sin techo, el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST), los movimientos culturales en cada rincón de Brasil, la consolidación un movimiento de mujeres negras que está ocupando puestos relevantes en la política, los movimientos religiosos críticos, las comunidades LGBTQA+, las favelas y las regiones periféricas. Todas estas experiencias de lucha por una vida mejor tiene mucho que aportar, siempre, históricamente, y es hoy la historia.


El tercer común denominador es que el futuro de este país no se decidirá sólo en las elecciones sino en la participación activa de todos los sectores en la construcción de soluciones para las problemáticas más añejas: salud, educación, trabajo, techo, cultura, justicia, libertad, democracia. Resulta fundamental comprender que los gobiernos, bajo el modelo capitalista no crean mejores condiciones aunque discursivamente lo planteen, no es posible construir proyectos de vida con las mismas herramientas del sistema que se basa en la explotación y en la generación de más poder económico.


Y eso no es posible en una coyuntura sino que es trabajo de toda la vida.

Todo hierve en Brasil
Foto: Heriberto Paredes

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Heriberto Paredes
Heriberto Paredes
(Tlaxcala, 1983), fotógrafo y periodista independiente mexicano, dedicado a documentar procesos organizativos en comunidades indígenas y campesinas, búsqueda de personas desaparecidas y temas medioambientales en México. Actualmente explora formatos como el documental y el podcast sin abandonar la fotografía y el texto, en donde explora nuevas rutas narrativas. Ha colaborado con medios de comunicación nacionales e internacionales, ha dirigido cortos documentales y actualmente está en la fase de desarrollo de un largo documental así como en la escritura de un libro que reúne más de una década de trabajo en la costa michoacana. Vive en Pátzcuaro, Michoacán.
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