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jueves, diciembre 26, 2024
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“Que no seamos la generación que vio morir la universidad pública”

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“Hoy es un día especial”, le dice un docente a sus dos acompañantes mujeres al abordar un abarrotado vagón en la estación Constitución de la línea C del Subte, que conecta con la Avenida de Mayo. “Todos bajan en Avenida de Mayo”, agrega luego una de ellas. Y no equivoca su pronóstico.

Un mes después de la marcha por el Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia —que recuerda que en Argentina fueron detenidas y desaparecidas 30 mil personas por persecución política durante la última dictadura militar—, el presidente Javier Milei volvió a confrontarse con una imagen elocuente de la inconformidad masiva de un sector de la sociedad argentina contra sus políticas: la oposición festiva, multitudinaria, burlona, propositiva, ante sus políticas privatizadoras.

El mandatario, quien defiende un capitalismo sin regulación desde el Estado y conquistó el favor de la mayoría electoral en noviembre de 2023 con la promesa de recortar gastos superfluos en la administración pública, ha sostenido que buscará reventar la mayor cantidad posible de entes públicos durante su gestión, desde la privatización de Aerolíneas Argentinas hasta el cierre de la histórica agencia de noticias Télam, el recorte de miles de puestos de trabajo o el desdibujamiento del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), además de promover el ingreso del país en el conflicto entre Israel e Irán, en favor de Tel Aviv, o la instalación de una base militar estadounidense en la estratégica isla de Tierra del Fuego, en el extremo sur del continente americano.

“Que no seamos la generación que vio morir la universidad pública”
“Que no seamos la generación que vio morir la universidad pública”. Este martes 23 de abril alrededor de un millón y medio de argentinos salieron a las calles a nivel nacional para defender la educación pública, entre estudiantes, docentes, investigadores, trabajadores de la educación y simpatizantes. Foto: Samuel Cortés Hamdan.

Ante ese aviso, que incluye cortar el suministro de recursos a las universidades públicas del país, este martes 23 de abril alrededor de un millón y medio de argentinos salieron a las calles a nivel nacional para defender la educación pública, según organizadores, entre estudiantes, docentes, investigadores, trabajadores de la educación y simpatizantes.

En Buenos Aires, donde el templete organizador sostuvo que marcharon 800 mil personas, desde distintos centros educativos y el Congreso, los manifestantes avanzaron durante horas rumbo a la histórica Plaza de Mayo y las calles aledañas, entre batucada, choripanes, fernet, canciones festivas del repertorio argentino, consignas combativas y carnavalescas, algunas incluso recordando la lucha estudiantil de Harry Potter y sus compañeros contra el señor oscuro, y con una postura clara: la defensa de la gratuidad para favorecer a los sectores socialmente vulnerables con la oportunidad de una formación profesional y, por consiguiente, al país en su conjunto.

Una idea se repite durante la jornada: sin educación pública, ninguno de los presentes sería lo que es: primer licenciado de la familia, docente, estudiante, aspirante a científico o niña que adelanta desde hoy: Cuando sea grande quiero ir a la UBA (Universidad de Buenos Aires). 

Y claros en quién es su rival político, llueven también las provocaciones al actual poder ejecutivo. “Estudiá, no seas Adorni”, reza un cartel en referencia a Manuel Adorni, vocero presidencial encargado de espectacularizar en TikTok sus respuestas usualmente burlonas a los periodistas que cuestionan a la Casa Rosada. O bien, sobre las vallas metálicas que colocó la policía para proteger la sede del ejecutivo en la Plaza de Mayo, una joven escribe con aerosol “Libertontos” y una flecha roja que indica a dónde mirar para encontrarlos. 

“Que no seamos la generación que vio morir la universidad pública”
Los asistentes convocaron a marchar con un libro en la mano, por lo que en la movilización abundan los elogios a la imaginación, la crítica, la ciencia (“Hay que ser muy cipayo para despreciar lo que hace grande a tu país”), la inconformidad desde títulos en torno a la memoria, a la violencia política que ha sufrido la Argentina, al totalitarismo hipervigilante, además de clásicos de la identidad gaucha, como el Martín Fierro, y de la tradición occidental. Foto: Samuel Cortés Hamdan.

“Van contra la universidad pública porque nos enseña a pensar, no a obedecer”, dicen repetidas pancartas. “Educar es combatir y el silencio no es mi idioma”, anota una pegatina adherida a la pared.

“Clonaron más vende patria”, expresa la consigna de una manta sobre un mapa de las islas Malvinas. Y una más llama a no bajar los brazos: “Que no seamos la generación que vio morir la universidad pública”.

Ya aglomerados en la plaza pública, los asistentes cantan canciones de los Fabulosos Cadillacs o del repertorio clásico andino, recuerdan al obrerista Rodolfo Walsh o arrojan incomodidades: 

Y ya lo ves,
y ya lo ves,
el que no salta
votó a Milei.

La movilización masiva fue celebrada por el ícono rock Charly García, aquel que prometió que los dinosaurios van a desaparecer, y por el líder aimara Evo Morales, entre tantos otros testigos planetarios: los ojos del mundo siguen las convulsiones que derivan de la intentona del mandatario argentino de favorecer a los grandes capitales privados en una de las naciones más grandes del planeta, y ante la que la sociedad organizada reitera su inconformidad. 

“Que no seamos la generación que vio morir la universidad pública”
Y los inconformes vuelven a sostener con nitidez que son capaces de la convocatoria masiva y de la elocuencia crítica, de la desobediencia inventiva.  Foto: Samuel Cortés Hamdan.

Una de las integrantes del movimiento de las Madres de Plaza de Mayo, Taty Almeida, toma la palabra desde el templete central hacia el cierre del evento y recuerda entre ovaciones que ella misma se formó en la educación pública. Además de rememorar que su hijo, Alejandro Almeida, estaba matriculado en la carrera de medicina de la Universidad de Buenos Aires cuando fue detenido desaparecido. 

El premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, a su vez, recordó que se impulsa ya una solicitud de juicio político contra Javier Milei desde el poder legislativo. 

En el pronunciamiento de la concentración, que le puso fin hacia las 18:40 horas, mientras asomaba una luna casi llena a espaldas de la Casa Rosada, la organización reclamó que se ha visto obligada a retomar consignas de hace 20 años: “¡Ningún trabajador ni trabajadora por debajo de la línea de la pobreza!”. 

El documento reclamó regular la situación de los jubilados y restituir el Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid), así como revertir los despidos masivos. “Hoy las universidades carecen del presupuesto para sostener becas propias, se necesita presupuesto y políticas de bienestar estudiantil para poder estudiar. Ante esto, asumimos la tarea de defender inclaudicablemente el acceso a la educación de las grandes mayorías”. 

El posicionamiento cerró con un llamado general a la sociedad argentina a continuar la defensa de la educación pública en el país. Tan pronto como concluyó el uso de la palabra, la música desde el templete puso a bailar y corear a los asistentes con el rock del Indio Solari.

Al calor de la movilización, la vicepresidenta Victoria Villarroel, negacionista de los crímenes de la última dictadura militar, lanzó desde X la que se lee como una provocación: “Hebe, lo que te perdiste”, en referencia a la extitular de la organización de Madres de Plaza de Mayo Hebe de Bonafini, fallecida en noviembre de 2022. 

Además, el presidente Milei compartió en Instagram la imagen de un león que toma una taza de café con la leyenda: “Lágrimas de zurdos”. Si bien luego borró la imagen, estuvo compartiéndola replicada por sus simpatizantes, que celebraron el tono de mofa del meme.

La sociedad argentina continúa dividida. Si bien la manifestación masiva dejó clara la voluntad de miles de articular su inconformidad, tampoco es difícil hallar entre la conversación callejera en distintos puntos del país a quienes siguen convencidos de su voto en favor del libertario. Se mantiene el esceptisimo político, ante el que Milei aparece como un antojo de solución por su agresividad no tradicional en el lenguaje político institucional. El prolongado cansancio económico y social en la Argentina llevó a este escenario.

Algo queda claro: las convulsiones continuarán. El ejecutivo subraya desde su ámbito primordial, las redes sociales, que seguirá insistiendo en su retórica de provocación y alarde. 

El fin de la palabra en el templete no cierra la festividad. Los asistentes avanzan entre tambora, wiphalas ondeantes y zampoñas hacia la dispersión, recuperando consignas en los carretes de sus celulares, sonrientes, aglomerados, recogiendo testimonios de lo vivido. Una intervención al famoso grabado de Francisco de Goya muestra a un vampiresco mandatario atormentado junto a una leyenda: “La falacia del libre mercado produce monstruos”.

Una pinta en la pared con la firma de la anarquía eleva el tono: “Con los huesos de Caputo vamos a hacer una escuela”, en referencia al titular del Ministerio de Economía.  Foto: Samuel Cortés Hamdan.

Y los manifestantes, entre la fuerza de la concentración, consignas, festejos, crítica, humor, ternura, ironía, demandas de oportunidades sociales y memoria, reiteran su posición política: “Milei, escucha, vos sos la dictadura”. 

“Que no seamos la generación que vio morir la universidad pública”
La sociedad argentina continúa dividida. Si bien la manifestación masiva dejó clara la voluntad de miles de articular su inconformidad, tampoco es difícil hallar entre la conversación callejera en distintos puntos del país a quienes siguen convencidos de su voto en favor del libertario. Se mantiene el esceptisimo político, ante el que Milei aparece como un antojo de solución por su agresividad no tradicional en el lenguaje político institucional. El prolongado cansancio económico y social en la Argentina llevó a este escenario. Foto: Samuel Cortés Hamdan.

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Samuel Cortés
Samuel Cortés
Es un periodista mexicano, licenciado en letras por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Cofundador de la revista de divulgación cultural y reivindicación latinoamericana Altura desprendida, ha publicado en distintos medios nacionales e internacionales trabajos sobre política y arte. Escribió una autobiografía en clave de varia invención lúdica titulada Me acuerdo.
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