
El domingo 13 de abril, a los 89 años, murió Mario Vargas Llosa. Con él se va una de las voces más lúcidas y combativas de la literatura en español, pero su obra queda como testimonio y advertencia. Entre todas, La fiesta del chivo se alza como una de esas novelas que no solo narran el pasado, sino que iluminan el presente.
Publicada en el año 2000, esta obra reconstruye con precisión quirúrgica la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana. Pero más allá de su valor histórico, lo que convierte a La fiesta del chivo en una lectura imprescindible hoy es su capacidad para mostrar cómo el poder absoluto deforma a una nación entera —desde sus instituciones hasta la conciencia de sus ciudadanos.
En un mundo donde resurgen con fuerza los discursos autoritarios, donde el culto al líder se impone sobre el debate y la democracia parece ceder terreno ante el impulso de lo fácil y lo fuerte, Vargas Llosa nos ofrece un espejo incómodo. Su novela no habla solo de Trujillo, habla de todos los hombres que se creen indispensables, infalibles, omnipresentes.
“La historia no siempre avanza… a veces se repite”, advertimos hoy con sus propias palabras en la memoria. Vargas Llosa, que tantas veces polemizó en el terreno político, nos recuerda que la literatura también es una forma de resistencia. Y que, ante el retorno del “hombre todo poderoso”, hay libros que deberíamos volver a leer. O, mejor dicho, no dejar de leer nunca.
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