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jueves, noviembre 14, 2024
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Adultos mayores y personas con discapacidad enfrentan obstáculos para acceder a vacuna contra COVID-19

Alrededor del 25 por ciento de las personas de 65 años o más no han sido vacunadas contra COVID-19, ya sea porque están aislados, viven solos, no cuentan con la movilidad, no hablan inglés con fluidez o porque no pueden acceder a Internet,  padecen alguna discapacidad o pertenecen a comunidades de color. 

La situación se ha convertido en el gran reto a nivel local, estatal y federal en la tarea de que todos aquellos que quieren inmunizarse tengan acceso a las dosis necesarias. 

Kim McCoy Wade, directora del Departamento de Envejecimiento de California, aseguró durante una conferencia de prensa, realizada por Ethnic Media Services, que «aún estamos en medio de la pandemia», por lo que existen retos en la inmunización de la población de adultos mayores 

Subrayó que, de acuerdo con datos de hace un mes, en California, en general 3 de cada 4 adultos mayores de 65 años se han vacunado, sin embargo, las tasas varían según la raza, etnia y comunidad. 

En ese sentido, enfatizó que la tasa de vacunación en aquellos adultos mayores de más de 65 años pertenecientes a la comunidad latina es tan solo del 40 por ciento, mientras que aquellos en el segmento entre  70 y 80 es aún más baja.

Lo anterior, dijo, pese a que son los grupos de edad de la comunidad que más se ha visto afectada por el COVID-19. La situación es la misma para los afroamericanos.

Resaltó que si bien es cierto que las otras comunidades no alcanzan el 100 por ciento, muestran mejores números, pues 80 por ciento de los asiático-americanos de más de 65 años están inmunizados, similar a  los caucásicos, en tanto que la de los nativos americanos llega a 60 por ciento.

Dichas brechas, explicó, se han tratado de reducir con acciones estatales como sitios comunitarios de vacunación, oferta de transporte gratuito, líneas telefónicas con apoyo en distintos idiomas,  sitio web,  y acceso sin cita a la vacuna. 

«Estamos tratando de hacer más fácil encontrar una vacuna», reiteró, al tiempo que explicó que a dichas acciones se han sumado diversos funcionarios de la salud  que han ido a  diversas comunidades para resolver dudas respecto a la inmunización, se han realizado sorteos de efectivo para aquellos que se vacunen, además de tarjetas de regalo. 

Adultos mayores enfermos  y personas con discapacidad,  con menor acceso a la vacuna 

Para la Dra. Louise Aronson, geriatra y fundadora de la práctica de optimización del envejecimiento en el Osher Center para la Medicina Integral de la Universidad de California en San Francisco ‒UCSF‒, las personas mayores más sanas tienen más probabilidades de vacunarse que aquellas que no cuentan con tan buena salud.

Lo anterior, señaló, pese a que »las personas menos sanas son las que tienen más probabilidades de contraer una enfermedad grave que requiera hospitalización y morir». 

Destacó que en esta pandemia, alrededor del cuatro por ciento de los adultos mayores estadounidenses viven en asilos de ancianos e instalaciones de vida asistida, sin embargo representaron 34 por ciento de las muertes en todo el país.

Y es que, dijo, aquellos adultos mayores que vivían en las comunidades y enfermaron de coronavirus, fueron llevados a asilos, y  al no contar con el equipo adecuado de protección sirvieron como espacios idóneos para que trabajadores llevaran el virus a su casa, por lo general en comunidades de bajos ingresos y de color.

 «Así que sí, hay un mayor riesgo biológico con la edad y con la discapacidad», precisó. 

Aronson explicó que los adultos mayores se vuelven invisibles en un cierto punto, pues al envejecer la discapacidad les impide  salir de sus hogares, lo que hace más complicado para el Estado poder atenderlos, situación que se agrava en la comunidad de color. 

Además, apuntó que la mayoría de esas estrategias se basan en Internet y «sabemos que las tres comunidades con menor acceso a Internet son las personas mayores, los habitantes de las zonas rurales y aquellos con el inglés como segunda lengua, inmigrantes y personas con bajos ingresos. 

Aseguró que la publicidad oficial está hecha para que los padres vacunen a sus hijos, sin embargo también debería enfocarse en que los hijos lleven a vacunar a sus padres, a sus abuelos y a sus familiares con alguna discapacidad.

Inclusión, la clave para avanzar

Por su parte, Anni Chung, presidenta y directora ejecutiva de Self Help for the Elderly, que se esfuerza por promover la independencia, la dignidad y la autoestima de las personas mayores, aseguró que existe una gran desinformación sobre la vacuna contra COVID-19 en aquellas comunidades con un inglés limitado.

Y es que, al inicio de la distribución de las vacunas, todas las citas se realizaban vía Internet y los sitios estaban disponibles solo en idioma inglés, lo que complicaba que inmigrantes, personas de bajos ingresos y adultos mayores, tuvieran acceso a la información.

Ante la situación, la organización que conduce se contactó con el Departamento de Salud para hacerles saber que era urgente y necesario encontrar otras formas y alternativas para llevar las vacunas a los ancianos donde las necesitaban.

«La mayoría de las personas han sido vacunadas, excepto un último 20 por ciento que son muy obstinados y algo tercos al respecto, pero no nos damos por vencidos», subrayó. 

Duro golpe a la comunidad afroamericana

De acuerdo con Cindy Cox Román, directora ejecutiva de HelpAge USA, una organización mundial sin fines de lucro que promueve el bienestar y la inclusión de las personas mayores en las comunidades más pobres del mundo, la voz de los adultos mayores afroamericanos de bajos ingresos no está representada en los diversos paneles sobre la vacunación contra COVID-19, sin embargo, son de los más afectados.

Destacó que una investigación cualitativa realizada en los últimos meses, la cual contó con la colaboración de 32 adultos mayores afroamericanos con una edad media de 70 años en todo el país, pero concentrados en Washington D.C., Atlanta, el área del condado de Contra Costa y Mississippi, reveló que un pequeño grupo está en contra de la vacuna, y otro grupo está conformado por aquellos que prefieren esperar a ver qué sucede antes de aceptar la inmunización.

Lo anterior, precisó, debido a información imprecisa, pues en esos grupos predominan las noticias de televisión o en pequeñas redes sociales, y forman parte de una «generación perdida» en la era de información tecnológica, además de que existen “lagunas” en fuentes de información en centros para personas mayores, bibliotecas, o por parte de funcionarios electos.

«Las familias  no están compartiendo información precisa entre las generaciones,  pocas de las personas que entrevistamos habían hablado con sus hijos o nietos adultos sobre la vacuna». 

Además se une la desconfianza en el sistema de salud, pues consideran que la atención no es equitativa para los adultos mayores de raza negra. 

En ese sentido, la experta refirió que el camino a seguir para avanzar en la respuesta a la vacuna es asegurar que los sitios de vacunación sean accesibles para todos, empoderar al personal médico para hacer un mayor alcance, mejorar la difusión y calidad de la información así como los canales a través de la cual es difundida, y divulgar las crecientes tasas de vacunación entre los adultos afroamericanos para tranquilizar a la comunidad.

Finalmente, aclaró, la voz de los adultos mayores pertenecientes a la comunidad afroamericana debe ser tomada en cuenta para participar en el desarrollo de estrategias que hagan frente a las disparidades de salud dentro de las comunidades. 

Eliminar barreras a la discapacidad

Jessica Lehman, directora ejecutiva de Senior and Disability Action, relató que las personas con discapacidad también han sido ignoradas en gran medida en el acceso a la vacunación contra COVID-19.

En EE.UU., dijo, ni siquiera existe información de cuántas personas con alguna discapacidad ha muerto debido al virus, «lo que es una señal preocupante de la falta de datos y de visibilidad de la discapacidad».

«La pandemia de COVID es la manifestación más horrible de capacitismo ‒ forma de discriminación o prejuicio social contra las personas con discapacidad‒ y edadismo ‒ estereotipos o prejuicios contra las personas debido a su edad‒ que creo que la mayoría de nosotros hemos visto en nuestras vidas», aseguró. 

Resaltó que durante las etapas más difíciles de la pandemia se asumió que las personas mayores y las personas con discapacidades estarían en la parte baja de la lista de prioridades debido a las tasas de supervivencia.

Ante ello, Lehman cuestionó: ¿valoramos que las personas mayores y los discapacitados sean vistos como menos importantes y más prescindibles? 

Sin embargo, consideró que existe una enorme oportunidad de arreglar las cosas, «de cambiar la forma de ver la discapacidad y la edad».

Pamela Cruz
Pamela Cruz
Jefa de Redacción de Península 360 Press. Comunicóloga de profesión, pero periodista y escritora por convicción, con más de 10 años de experiencia en medios. Especializada en periodismo médico y científico por Harvard y ganadora de la beca International Visitors Leadership Program del gobierno de EE. UU.

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