jueves, diciembre 19, 2024

Ancianos Hoopa, resilientes ante COVID-19

Ancianos Hoppa COVID-19

Por Pamela Cruz. Península 360 Press [P360P]
Históricamente las comunidades tribales han soportado la peor parte de los brotes de enfermedades masivas que han devastado las poblaciones nativas. 

En lo que respecta a COVID-19, los nativos están entre uno de los grupos minoritarios con mayor riesgo de contraer la enfermedad y de presentar síntomas graves. Los casos de esta enfermedad entre los indios americanos se producen a una tasa 3.5 veces mayor que la de los blancos no hispanos. 

Los impactos devastadores han sido en todas las comunidades tribales del país. Sin embargo, los adultos mayores han dado muestra de resiliencia, amor y paciencia, muestra de ello son aquellos pertenecientes a la comunidad Hoopa.

Situada al norte de California, en el Valle Hoopa, estos adultos mayores no se dan por vencidos y han apostado por la vacuna contra el virus SARS-CoV-2 para volver a abrazar a sus seres amados.

Hasta el momento, en el área se ha colocado tres mil 400 dosis, incluyendo la primera y segunda dosis, además de la de refuerzo, lo que indica que entre 75 y 80 por ciento de los ancianos están vacunados, señaló Angie Brown, suboficial de Salud Pública del Valle Tribal Hoopa y del Centro Médico K’ima: w, durante una sesión con medios realizada por Ethnic Media Services.

Agregó que, los adultos mayores de esta tribu fueron los primeros en adoptar y acceder a las clínicas de vacunación contra el COVID-19, «han sido muy receptivos».

Asimismo, explicó que, hasta el momento, el Valle de Chuppah ha tenido 672 positivos de COVID, mientras que solo 37 adultos mayores tuvieron que acudir al hospital por síntomas más graves, «lo que demuestra que la vacuna está funcionando, que nuestros ancianos están recibiendo la vacuna, y que los está protegiendo».

Estos adultos mayores, dijo, ya han iniciado con sus dosis de refuerzo, pues saben la importancia de aumentar la protección, especialmente en los grupos vulnerables..

«La gente de nuestras comunidades viven unidas y residen en hogares multigeneracionales con muchos miembros de la familia extendida. Así que cuando se trata de una pandemia, se puede imaginar que afectaría a nuestras familias. Si hay un caso positivo de COVID en una familia, puede propagarse por ella muy rápidamente debido a las familias numerosas que tenemos», explicó.

Al estar acostumbrados a tener reuniones con sus familiares y amigos, para estos adultos mayores, «la pandemia ha creado realmente una sensación de aislamiento. Se han perdido eventos cruciales, incluyendo el nacimiento de niños, bodas, funerales, cenas familiares, y la interacción diaria con sus compañeros, solo por nombrar algunos».

Entre los mayores impactos, destacó Brown, están la disminución de su salud social, emocional, mental y física de muchos de los ancianos.

«Eso es el mayor impacto en nuestros ancianos, aparte de su salud física, el COVID ha traído a nuestra gente y nuestros ancianos la sensación de aislamiento, y eso disminuye la salud mental y provoca la depresión. Están acostumbrados a tener interacción con otras personas». 

A la protección de estos adultos mayores se ha sumado la población más joven, quienes han ayudado al ponerse sus vacunas o al no arriesgarlos con encuentros que podrían contagiarlos. Situación que se ha vuelto positiva pues los números de contagios se han reducido gracias a este entendimiento de la pandemia, apuntó la especialista.

Para la residente en la Reserva Hoopa y miembro de la tribu Hoopa Valley, Lois Risling, quien está casada con Steve Baldy, miembro de la misma tribu, y que tienen cuatro hijos y tres nietos, su familia se ha convertido en su fuerza para salir avante de esta pandemia.

Louis, quien está jubilada, señaló que la pandemia les ha obligado a enfrentar miedos y luchar para que todo salga bien. Pensar en sus hijos, quienes viven en otra casa, y a quienes cuidaron desde niños, que podrían enfrentar la muerte por este virus, simplemente los inundó de miedo, pero decidieron ser fuertes y luchar con todas las armas que les era posible tener. 

«Fue muy difícil para mí entender que ‒mis hijos‒ estaban en riesgo de muerte. Y más tarde me enteré de que, incluso después de la llegada de las vacunas, seguían estando en riesgo porque no cumplían los requisitos para recibir una vacuna de inmediato», destacó.

Agregó que al inicio de la pandemia, sufrieron de inseguridad alimentaria, pues les resultaba sumamente difícil hallar alimentos para su familia. 

«Otra cosa que fue difícil, era conseguir comida, porque al principio de todo esto, estábamos viviendo en un verdadero desierto de alimentos. La gente que normalmente traía la comida de la comunidad estaba en esa categoría de edad en la que no podían conseguir vacunas», recordó.

La comida, narró, muchas veces se tenían que dejar en los porches, para después recogerla, sin embargo, el área es un importante paso de animales como osos, zorros, zorrillos, mapaches y muchos otros, que llegaban a robar la comida.

Para este grupo de personas, el dolor resultó exponerse cuando sabían de personas jóvenes que conocían y que habían perdido la lucha contra el COVID-19, y que mientras el sufrimiento estaba, no podían ni siquiera ir a los funerales.

«Así que, esa es mi experiencia. No me gusta el COVID. Estoy cansada del COVID. Quiero que COVID se vaya». Subrayó.

Y es que, a pesar de que la historia entre las enfermedades y las comunidades nativas no es buena, pues grupos enteros murieron de viruela, los nativos han optado por buscar la vacuna y luchar contra esta enfermedad que ha cobrado la vida de miles de personas en el país. 

Louis reconoció que la vacuna contra COVID-19 le ayudó a reconectarse con su familia.

«Me ayudó a reconectarme con mis hijos, porque todavía teníamos miedo. Y, como he dicho, estoy hablando de niños de 40 años para mis hijos, porque ellos tenían hijos que, en aquel momento, no podían vacunarse y ahora todavía tenemos niños menores de 5 años que todavía no pueden vacunarse, y mis hijos dicen: “Estás protegido”». 

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Pamela Cruz
Pamela Cruz
Jefa de Redacción de Península 360 Press. Comunicóloga de profesión, pero periodista y escritora por convicción, con más de 10 años de experiencia en medios. Especializada en periodismo médico y científico por Harvard y ganadora de la beca International Visitors Leadership Program del gobierno de EE. UU.

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