«El odio es un sentimiento que sólo puede existir en ausencia de toda inteligencia». ‒Tennessee William.
En un año promedio, más de 10 mil 300 crímenes de odio en Estados Unidos involucran un arma de fuego, lo que se traduce en más de 28 por día. Las señales no son alentadoras, sobre todo cuando diversos informes indican que estos delitos van en aumento, convirtiéndose en un verdadero «Armagedon».
De acuerdo con la fundación Everytown For Gun Safety, la gran mayoría de los delitos de odio están dirigidos contra comunidades de color, minorías religiosas y personas LGBTQ+, además de estar motivados por prejuicios contra la raza, el color, la religión, el origen nacional, la orientación sexual, la discapacidad, el género o la identidad de género, u otras partes fundamentales de la identidad de una persona.
En 2020, el año más reciente del que hay datos disponibles, 63 por ciento de los delitos motivados por el odio denunciados estuvieron motivados por el racismo; más de la mitad de estos crímenes fueron motivados por prejuicios contra afroamericanos, señala el documento.
Para el resto de los crímenes de odio en 2020, el 15 por ciento estuvo motivado por prejuicios religiosos, en su mayoría antijudíos; y el sesgo anti-LGBTQ+ motivó el 17 por ciento de los crímenes de odio ese mismo año.
Según el Southern Poverty Law Center ‒SPLC, por sus siglas en inglés‒, el clima político actual ha animado a las personas a cometer delitos de odio y también ha contribuido a la formación de más grupos de odio en todo el país. De hecho, la cantidad de este tipo de grupos en EE. UU. aumentó en un 30 por ciento entre 2014 y 2018, con un aumento del 7 por ciento solo en 2018.
El documento revela que los crímenes de odio tienen un impacto devastador en las víctimas individuales, y los efectos reverberantes los experimentan grupos y comunidades enteras.
Para las personas que luchan contra los prejuicios, la noticia de un crimen de odio violento dirigido a miembros de un grupo de identidad compartida puede parecer un ataque personal. Después del tiroteo en el club nocturno Pulse, las personas LGBTQ+ de todo el país informaron haber experimentado niveles más altos de angustia emocional y afirmaron que sería menos probable que asistieran a espacios seguros como los clubes nocturnos LGBTQ+. «Cuando los espacios seguros ya no se sienten seguros, comunidades enteras sufren».
Ante ello, precisa la organización, «es esencial que los estados y el gobierno federal prohíban que los delincuentes condenados por delitos menores violentos o amenazantes de odio compren o tengan armas».
Los delitos de odio con armas de fuego fueron el catalizador de las leyes sobre este tipo de crímenes en Estados Unidos.
Las primeras protecciones federales importantes contra los delitos motivados por el odio se promulgaron a raíz del tiroteo contra Martin Luther King, Jr., mientras que la mejora más reciente de las leyes federales sobre delitos motivados por el odio, se produjo después de la muerte de Matthew Shepard, a quien atacaron por ser gay, lo golpearon con un arma de fuego y lo dejaron morir, señala el reporte.
De acuerdo con las recomendaciones de la organización Everytown For Gun Safety, las leyes federales y estatales actuales sobre armas de fuego no abordan adecuadamente el problema. «Si bien todos los delitos graves están prohibidos por la ley federal, la mayoría de los delitos menores, incluidos los delitos menores de aquellos motivados por el odio, no lo están».
Los delitos menores de odio pueden ser actos graves y violentos, pero según la ley federal, una condena por estos actos violentos o amenazantes no prohíbe que alguien compre o tenga un arma.
Además, precisó, mientras que casi la mitad de los estados tienen leyes que cierran esta brecha, la mayoría de los estados no las tienen, lo que significa que, en gran parte del país, una persona condenada por un delito de odio violento podría pasar legalmente una verificación de antecedentes y comprar y poseer un arma de fuego.
«Los estados deben aprobar leyes para prohibir que las personas condenadas por delitos de odio compren o tengan un arma y deben tomar medidas adicionales para mantener las armas fuera del alcance de todas las personas condenadas por delitos violentos. Un estudio reciente encontró que las leyes sobre delitos menores violentos se asociaron con una reducción de casi el 27 por ciento en las tasas de homicidios con armas de fuego».
A su vez, señaló la organización, los estados también pueden aprobar leyes de riesgo extremo para ayudar a prevenir el acceso a las armas por parte de personas que han mostrado señales de advertencia graves de que son una amenaza para los demás, incluidas aquellas que están motivadas por prejuicios.
«Las leyes de riesgo extremo brindan a los miembros de la familia y a las fuerzas del orden una forma de intervenir antes de que las señales de advertencia se conviertan en tragedias. Según estas leyes, un peticionario puede obtener una orden judicial, a menudo conocida como orden de protección contra riesgos extremos ‒ERPO, por sus siglas en inglés‒, para retirar temporalmente las armas de una situación peligrosa».
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