Rober Díaz. Península 360 Press.
Hay una creciente minoría de científicos y pensadores que, con más ahínco, hablan abiertamente de que el paradigma para nuestra generación y las siguientes será abatir la muerte. Personajes importantes como el gerontólogo Aubrey de Grey, o el erudito inventor Ray Kurzweil que en el año 2012 fue nombrado director de ingeniería y, un año después, puso en marcha una subcompañía llamada Calico cuya misión es «resolver la muerte». Con él, también fue llamado a integrarse a los trabajos de la compañía a otro ferviente creyente en la inmortalidad: Bill Maris para presidir el fondo de inversiones Google Ventures.
Aunque parezca un guion de una película de ciencia ficción, Calico –acrónimo de California Life Company– es una empresa fundada por Google en 2013, cuya vicepresidenta, Cynthia Kenyon, es una reconocida investigadora que busca retardar los efectos del envejecimiento en las personas.
En el siglo pasado, se logró duplicar la edad promedio de esperanza de vida de los seres humanos: pasamos de un promedio de 40 años a poco más de 75. Este logro se debió, en mayor medida, gracias a las mejoras en las condiciones socioeconómicas y el mejoramiento de la calidad de vida de la gente y no por mejoras objetivas en el abatimiento de enfermedades crónicas; dicha alza en la aspiración de longevidad ha abierto un enorme camino y mercado para la búsqueda de medicamentos o procedimientos que retarden o aminoren los efectos del tiempo en los seres humanos.
La investigación que volvió famosas las investigaciones de la doctora Kenyon fueron las realizadas dentro del nematodo Caenorhabditis elegans de no más de 1 mm, elemento que tenía como tiempo de vida máximo dos semanas y al cual le fue modificado el gen Daf-2 y dio como resultado la duplicación de la vida de estos.
La científica está segura de que el salto que provocaría el descubrimiento de un gen como el que fue modificado en los nematodos, sería una revolución en el campo de la Medicina. Calico fue creada con un presupuesto de 1 mil 300 millones de dólares como una respuesta del gigante Google para el mejoramiento de la salud.
No sólo ha llamado la atención su objetivo, que finalmente es retardar los efectos del envejecimiento, sino porque, desde su creación, no ha dado muestras tangibles de su trabajo y esa situación ha levantado a su alrededor distintas especulaciones y un halo de misterio en el Silicon Valley.
Uno de los obstáculos a los que se han enfrentado es que los estudios que realizan no son para atacar un mal en sí, por eso la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) no lo ha autorizado como un tratamiento pues no se considera a la vejez como una enfermedad.
Otra manera de continuar con los estudios es a través de la conducción de estudios por medio de animales y, de esta forma, encontrar avances que puedan ser puestos a prueba posteriormente en seres humanos y, bajo este enfoque, hallar algo que estuviera presente, pero que todavía no se ha sido posible identificar –una hormona, un gen, etcétera–. La innovación es lo que Kenyon y su equipo están buscando; sin embargo, el camino no es fácil y un descubrimiento efectivo en este terreno aún se ve lejano.