Por Pamela Cruz, con el apoyo de Hans Leguizamo, Constanza Mazzotti, Anna Lee Mraz, Manuel Ortiz y los integrantes del taller de periodismo comunitario de P360P.
A pesar de que el 92.6 por ciento de la población elegible del condado de San Mateo se ha vacunado, la desinformación y los miedos entre la comunidad latina continúan alrededor de la vacuna contra COVID-19.
Para María Segovia, participante en el taller de periodismo comunitario de Península 360 Press [P360P] y residente de Redwood City, los mitos de vacuna COVID continúan circulando con la misma fuerza en redes sociales, sobre todo en Facebook e Instagram.
«Uno de los más escuchados hasta el día de hoy es que las vacunas tienen un chip para podernos localizar. El otro es que dejan estériles y eso también se sigue escuchando tanto en las redes sociales como en la gente que sigue platicando», dijo.
Sin embargo, y de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), las vacunas contra COVID-19 no contienen microchips: fueron creadas para combatir enfermedades y no se administran para seguir sus movimientos.
Las vacunas actúan estimulando la producción de anticuerpos de su sistema inmunitario, de la misma forma que lo haría si se viera expuesto a la enfermedad. Después de vacunarse, desarrolla inmunidad a esa enfermedad sin tener que haberla padecido.
Y es que, el virus SARS-CoV-2 sin duda ha puesto a prueba al ser humano y a su capacidad de creer en la ciencia y sus avances. Al llegar, no una, sino varias vacunas para combatir la COVID-19, las creencias, miedos y dudas de las salieron a flote en todas las comunidades, incluyendo la latina.
Roberto Cruz, voluntario en la organización sin fines de lucro, Casa Círculo Cultural, señaló que también ha seguido escuchando mitos de vacuna COVID, en su caso, las de infertilidad y las de alteración del ADN que siguen siendo muy escuchadas y marcadas, sobre todo en Facebook.
Los CDC han precisado que las vacunas contra COVID-19 no modifican el ADN ni interactúan con él de ninguna forma.
Tanto las vacunas de ARN mensajero (ARNm) como las de vectores virales contra COVID-19 les dan instrucciones ‒material genético‒ a nuestras células para que comiencen a generar protección contra el virus que causa el COVID-19.
Una vez que el organismo produce una respuesta inmunitaria, descarta todos los ingredientes de la vacuna.
El material genético que aportan las vacunas de ARNm nunca ingresa al núcleo de la célula, que es donde se aloja nuestro ADN.
Las vacunas de vectores virales contra la COVID-19 aportan material genético al núcleo de la célula para que estas puedan generar protección contra la enfermedad. Sin embargo, el vector viral no tiene la maquinaria necesaria para integrar su material genético en nuestro ADN, por lo que no puede alterarlo.
Los diferentes tipos de vacunas actúan de distintas formas para brindar protección. Pero, con todos los tipos de vacunas el organismo se queda con un suministro de linfocitos T de «memoria», además de linfocitos B que recordarán cómo combatir ese virus en el futuro.
Si bien es cierto que las redes sociales han sido de mucha utilidad para difundir información confiable y verídica, también lo han sido para desinformar a las personas respecto a la enfermedad que ha cobrado la vida de casi 6 millones de personas en el mundo, y a las vacunas que la enfrentan.
En materia de fertilidad, tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como los CDC han precisado que en la actualidad no existe evidencia que demuestre que alguna vacuna, incluidas aquellas contra el COVID-19, cause problemas de fertilidad en mujeres u hombres.
Inclusive, la vacuna contra el COVID-19 está recomendada para personas embarazadas, que intentan quedar embarazadas o que tienen previsto hacerlo en el futuro, así como para sus parejas.
La OMS también ha puntualizado que los ensayos clínicos de las vacunas ya autorizadas han confirmado que no causan infertilidad.
Celene Gómez, alumna del taller de periodismo comunitario de P360P, coincidió en que los mitos y rumores acerca de la vacuna contra COVID-19 continúan. Ante ello, y al haber perdido seres queridos debido a la enfermedad, hizo un llamado a evitar la desinformación.
«He tenido seres queridos que han fallecido ‒por COVID-19‒ y creo que me daría mucho más miedo morirme ‒que ponerme la vacuna‒, yo les recomendaría a todos que se la pongan. Hay muchas noticias falsas, pero mejor averigüen por su cuenta y póngansela», refirió.
La directora y fundadora de la organización Casa Círculo Cultural, ubicada en el corazón de Redwood City, Verónica Escámez, sabe y conoce de primera mano que los mitos sobre la vacuna siguen siendo una barrera en la comunidad latina para lograr que, sobre todo, los niños sean inmunizados.
«El mito más importante, o al menos el que más escuchamos en la organización es que les van a poner un chip… desafortunadamente es lo que más se escucha aquí. Lo he escuchado en todas partes, de la gente que no se quiere vacunar, porque generalmente nosotros pedimos a todos los niños que se vacunen y algunos papás dicen que no los quieren vacunar porque a través de los niños les van a poner un chip y los van a tener localizados, sobre todo si no tienen documentos para vivir en Estados Unidos y les da miedo que los detengan», subrayó en entrevista.
Agregó que este tipo de ideas y creencias se han difundido por redes sociales, sobre todo en Facebook.
«Lo hemos visto por redes sociales, porque está en todas partes, y también lo hemos escuchado a través de unos a los que les dijeron, y de otros, que es lo que puede pasar, a pesar de que ellos ya están vacunados, aun así, tienen miedo».
De acuerdo con una breve encuesta realizada entre residentes de Redwood City, otros mitos que aún persisten entre la comunidad latina son el que las vacunas contra COVID-19 están hechas de fetos humanos muertos y/o incluyen ingredientes peligrosos para el ser humano.
La realidad es que tanto la OMS como los CDC detallan que prácticamente todos los ingredientes incluidos en las vacunas contra el COVID-19 se encuentran en muchos alimentos, como grasas, azúcares y sales.
Y es que, los ingredientes exactos de cada vacuna varían según el fabricante.
Las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech y Moderna también contienen el ARN mensajero, mientras que la de Johnson & Johnson/Janssen contiene una versión inofensiva de un virus no relacionado con el virus que causa el COVID-19.
Todas ellas, les dan instrucciones a las células del organismo para generar una respuesta inmunitaria.
Dicha respuesta brinda protección a los usuarios para evitar enfermarse a causa del COVID-19 en el futuro. Una vez que el organismo produce una respuesta inmunitaria, descarta todos los ingredientes de la vacuna, del mismo modo que descartaría cualquier información que las células ya no necesitan. Este proceso forma parte del funcionamiento normal del organismo.
Por lo tanto, las vacunas contra el COVID-19 NO contienen ingredientes como conservantes, tejidos ‒como células fetales de abortos‒, antibióticos, proteínas de alimentos, medicamentos, látex ni metales.
A esos mitos se suma el que las vacunas contra COVID-19 contienen magnetita y por lo tanto magnetizan a las personas
Sin embargo, vacunarse contra la COVID-19 no lo magnetiza, ni siquiera en la zona de la vacunación, que suele ser el brazo, detallan los CDC.
Las vacunas contra el COVID-19 no contienen ingredientes que puedan producir un campo electromagnético en la zona de la inyección ni en ninguna otra parte del cuerpo, pues estas no contienen metales.
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