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sábado, septiembre 7, 2024
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Es el pueblo el que sabe cómo defender al pueblo

Es el pueblo el que sabe cómo defender al pueblo
Foto: Heriberto Paredes

Una mañana en que íbamos saliendo de una comunidad, nos encontramos –con mucho gusto he de decirlo– al Gavilán. 

Es febrero de 2023, estamos en la región de la sierra-costa michoacana y nuestro amigo es una de las personas que fueron parte de las autodefensas que irrumpieron en el panorama nacional, a veces desde los reflectores que atraen las vocerías y a veces en los márgenes de los caminos y brechas de las profundas sierras. Ha pasado una década de este alzamiento.

Fue una de estas brechas en donde conocí en 2013 a nuestro amigo: iba con una escopeta y unas cananas casi vacías, una gorra vieja, botas desgastadas y mucha decisión en la mirada. 

«Voy a buscar a estos criminales, no nos dejan vivir en paz, nos cobran cuotas, matan a nuestra gente, nos tienen amenazados. Escuché que allá por Tierra Caliente se están levantando para acabar con ellos y pues yo les voy a ayudar desde aquí», me dijo Gavilán y me hizo una seña para que lo acompañara.

Conocedor de la Sierra Sur de Michoacán, caminó por una vereda estrecha que iba de subida a un peñasco desde donde se podía ver la inmensidad de las montañas. Lo seguí tratando de emparejarme a su ritmo, aunque me dijo que no me preocupara, que el camino era derecho y que no me perdería.

Cuando llegamos a esta punta –que parecía más un dedo gigante que señalaba el horizonte–, Gavilán se sentó, se quitó las cananas y me dijo que desde este punto se podían ver algunos caminos por donde los Caballeros Templarios –al menos algunos de los miembros de esta organización criminal– se trataban de escabullirse. «Desde aquí les voy a dar una rociada de su medicina».

Y ahí pasamos horas. Muchas horas. Casi al atardecer bajamos y nos fuimos a su pueblo para comer y dormir, al día siguiente lo mismo, y así durante casi una semana. Las mejores tortillas que he probado ‒y la competencia está dura‒, muchas fotos del paisaje, y muchas pláticas sobre la vida en este rincón del país. Fue en estos días en donde se forjó nuestra amistad, la confianza que hasta ahora nos genera una sonrisa cada vez que nos encontramos. 

Si algún resultado positivo podemos registrar tras 10 años de violencia, incertidumbre y muchos sinsabores es la amistad y los lazos de confianza con aquellas personas honestas que de verdad se levantaron por una vida digna.

No todo el movimiento tuvo esta característica, aunque más allá de plantear posiciones maniqueas, la escala de grises guarda, además de matices, importantes semillas de resistencia y rebeldía que hoy mantienen algunas zonas todavía organizadas bajo un principio básico: es el pueblo el que sabe cómo defender al pueblo.

El Gavilán es parte de estos pueblos organizados. Su buena puntería está –sobre todo– en la manera en la que ha sabido defender su vida, la de su familia y la de las comunidades en donde hoy, tras 10 años de lucha, continúan firmes. 

Con la inseparable compañía y enseñanza del periodista michoacano Rodrigo Caballero y el trabajo de la fotógrafa Andrea Murcía, comenzamos este corte de caja que también, de alguna manera, podría ser el cierre de una cobertura. 

No ha sido fácil mantener el seguimiento de este proceso tan complejo y enredado. Sin embargo, no ha sido difícil desprendernos de la idea de que nuestro análisis será la última palabra al respecto. Vemos, con esta investigación, que podemos dar cuenta de lo vivido como periodistas y compartir lo que nuestro papel de testimoniantes puede aportar al análisis crítico de una ola armada que cimbró el estado y al país. 

Me gusta pensar en lo que guardan las historias, en el proceso de regresar a ellas y meditarlas sin tantas prisas.

Me gusta guardar la amistad y el recuerdo de personas como Gavilán, o como Hilaria, Tania, Alma, Rafa, Sergio, y tantas otras que fueron claves para la subsistencia del movimiento, para su crecimiento y para dar, de alguna manera, un sentido más humano, una idea de justicia restaurativa, una posibilidad de diálogo en medio de tanto dolor y caos. 

Mi más profunda admiración y respeto para la base de un movimiento que caminó entre la traquetera de las balas, las barricadas, los talleres, las sierras y los valles, el mar y la montaña, entre un sueño de paz y una cúpula de gatopardos y criminales.

Antes de despedirnos, nos abrazamos con Gavilán, nos invita a la fiesta de su pueblo, para que conozcamos a su hija más pequeña, para disfrutar de la vida entre música y risas. Nos despedimos deseándonos cuidado y buenaventura, él toma su rifle y sigue su camino, así como aquella vez en la montaña, sólo que ahora su mirada se ha afinado más.

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Heriberto Paredes
Heriberto Paredes
(Tlaxcala, 1983), fotógrafo y periodista independiente mexicano, dedicado a documentar procesos organizativos en comunidades indígenas y campesinas, búsqueda de personas desaparecidas y temas medioambientales en México. Actualmente explora formatos como el documental y el podcast sin abandonar la fotografía y el texto, en donde explora nuevas rutas narrativas. Ha colaborado con medios de comunicación nacionales e internacionales, ha dirigido cortos documentales y actualmente está en la fase de desarrollo de un largo documental así como en la escritura de un libro que reúne más de una década de trabajo en la costa michoacana. Vive en Pátzcuaro, Michoacán.

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