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viernes, abril 19, 2024
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«Dismorfia de Zoom», distorsión y angustia por nuestra percepción ante la cámara

Dismorfia de Zoom

¿Cómo me veo? ¿Estoy utilizando filtros para mejorar mi apariencia? Son algunas de las preguntas que muchas personas se hacen al momento de iniciar una videollamada: ponen más atención a su propia imagen que al orador que está realizando su ponencia o a los compañeros que presentan algún punto respecto a su trabajo.

El dermatólogo del Massachusetts General Hospital, Shadi Kourosh; la estudiante de posgrado, Shauna M. Rice, y la doctora Emmy M. Graber, fundadora y presidenta del Instituto de Dermatología de Boston, han escrito recientemente un artículo para la revista Facial Plastic Surgery and Aesthetic Medicine titulado «Una Pandemia de Dismorfia: la influencia de las llamadas por Zoom en la percepción de nuestra apariencia».

En el artículo, los autores explican que han notado un aumento en los pacientes que citan su aparición en Zoom como una razón para buscar atención, particularmente preocupados por el acné y las arrugas.

Detallaron que un análisis reciente de las tendencias de búsqueda de Google durante la pandemia, mostró que los términos «acné» y «pérdida de cabello» están aumentando en esta nueva realidad virtual. 

En ese sentido, atribuyeron dicha tendencia con la ansiedad y la depresión, condiciones psicológicas comunes durante la cuarentena. «Sospechamos que la tendencia también puede surgir de que las personas se vean constantemente en video y se vuelvan más conscientes de su apariencia».

Y es que, antes de que Zoom asumiera el control como la métrica utilizada para valorar la apariencia, los pacientes usaban «selfies» y un arsenal de aplicaciones de edición de fotos para crear versiones filtradas de sí mismos. 

Las cámaras web, que inevitablemente graban a distancias focales más cortas, tienden a producir una cara en general más redondeada, ojos más abiertos y una nariz más ancha. «Es importante que los pacientes reconozcan las limitaciones de las cámaras web y comprendan que, en el mejor de los casos, son una representación defectuosa de la realidad».

Apodada, Dismorfia de Snapchat, la afluencia de pacientes que esperan parecerse más a sus seres editados ha provocado una preocupación generalizada por su potencial para desencadenar un trastorno dismórfico corporal, precisan los autores.

El documento detalla que en 2019, el 72 por ciento de los miembros de la Academia Estadounidense de Cirugía Plástica y Reconstructiva Facial informaron haber visto pacientes que buscaban procedimientos cosméticos para mejorar sus «selfies». 

Además, precisaron, se ha demostrado que los niveles más altos de participación en las redes sociales se correlacionan con una mayor insatisfacción corporal. 

«A diferencia de las “selfies” fijas y filtradas de las redes sociales, Zoom muestra una versión sin editar de uno mismo en movimiento, una auto-representación a la que muy pocas personas están acostumbradas a ver de manera cotidiana. Esto puede tener efectos drásticos sobre la insatisfacción corporal y el deseo de buscar procedimientos cosméticos», subrayaron.

Entonces, ¿por qué las cámaras web son tan inquietantes para los usuarios? 

Durante las conversaciones de la vida real, no vemos nuestras caras hablando y mostrando emociones, y ciertamente no comparamos nuestras caras una al lado de la otra con otras como lo hacemos en las videollamadas. 

Además, las cámaras pueden distorsionar la calidad del video y crear una representación inexacta de la apariencia real. 

De acuerdo con el análisis, un estudio encontró que un retrato tomado a 30 centímetros de distancia aumenta el tamaño percibido de la nariz en un 30 por ciento en comparación con el que se toma a un metro y medio. 

¿Qué es la Dismorfia de Zoom?

La dismorfia de Zoom se refiere a la percepción de varios defectos después de mirar nuestra imagen durante cierto tiempo. A lo largo de la pandemia, los usuarios han buscado más soluciones para mejorar su aspecto mientras están en plataformas de videoconferencia.

Las mejoras pueden ir desde un simple tratamiento facial comprado en supermercado, hasta considerar la cirugía plástica. Lo que permite cuestionarse si es este un fenómeno producto estrictamente por la pandemia, o ha llegado para quedarse.

Para deconstruir aún más las motivaciones detrás de esta afluencia de pacientes en la era de Zoom, los expertos y autores del artículo recurrieron a la hipótesis de la retroalimentación facial. 

La teoría afirma que las expresiones faciales pueden afectar  nuestras emociones y comportamientos, para profundizar en el fenómeno de la dismorfia de Zoom.

«El tratamiento de las arrugas que parecen tristes puede reducir la depresión al hacer que el paciente parezca menos triste ante los demás, lo que, a su vez, los hace sentir mejor consigo mismos». 

«Quizás haya un aumento reciente de pacientes que buscan procedimientos cosméticos simplemente porque ahora ven sus imperfecciones en la cámara a diario, o porque las arrugas que ven en la pantalla los hacen parecer más deprimidos a los demás y  entonces efectivamentese sienten más deprimidos», explicaron.

La teoría en el contexto de Zoom es particularmente interesante, ya que el paciente también es el espectador. 

«Pueden percibirse a sí mismos como tristes debido a las arrugas que ven, lo que afecta aún más negativamente sus emociones, lo que lleva a un peligroso ciclo de autodesprecio». 

Lo anterior, dijeron, «se convierte en un gran problema cuando un individuo se preocupa excesivamente por defectos reales o imaginarios. Una vida gastada de manera desproporcionada en Zoom puede desencadenar una respuesta comparativa autocrítica que lleve a las personas a acudir a sus médicos para tratamientos que tal vez no hayan considerado antes de meses enfrentando una pantalla de video, un nuevo fenómeno de “Dismorfia de Zoom”».

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Pamela Cruz
Pamela Cruz
Jefa de Redacción de Península 360 Press. Comunicóloga de profesión, pero periodista y escritora por convicción, con más de 10 años de experiencia en medios. Especializada en periodismo médico y científico por Harvard y ganadora de la beca International Visitors Leadership Program del gobierno de EE. UU.

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