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martes, abril 30, 2024
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En violencia doméstica, es tan necesario ayudar a la víctima como al victimario: expertos

violencia doméstica
Pamela Cruz. Península 360 Press [P360].

En EE. UU. una de cada cuatro mujeres y uno de cada 10 hombres sufren violencia doméstica, una problemática que el COVID-19 agravó y sacó a relucir; sin embargo, combatir esta otra pandemia, requiere de una perspectiva que, claro, ayude y apoye a la víctima, pero que también ayude a sanar al abusador.

De acuerdo con la Dra. Aleese Moore-Orbih, directora entrante de la Asociación de California para Poner Fin a la Violencia Doméstica, combatir dicha problemática requiere un enfoque centrado en la curación que no siempre remueve al abusador del hogar ni lo criminaliza.

En entrevista con Ethnic Media Services, la experta refirió que a lo largo de su carrera no ha encontrado a mujeres víctimas de abuso, que no pensaran en ayudar a sus parejas, quienes ejercieran violencias sobre ellas. 

«Nunca me he encontrado con una mujer que no quisiera ayudar a su pareja abusiva. Dejar una relación abusiva es un viejo paradigma. Las mujeres de color quieren quedarse con sus parejas y quieren agencias que ayuden a la pareja abusiva a salir de su ciclo de violencia», dijo Moore-Orbih.

Durante una sesión informativa posterior, realizada por la misma organización, la también pastora de la Iglesia Unida de Cristo destacó que a la violencia doméstica se le ve como resultado de la experiencia personal, pero en realidad es un problema social y cultural.

«Habla de la salud de nuestra sociedad, del quebrantamiento de nuestra sociedad. El trauma que uno experimenta en la violencia doméstica, agresión sexual, trata, abuso infantil, cualquiera de ellos tiene un impacto de por vida», agregó.

Moore-Orbih explicó que el trastorno de estrés postraumático se transfiere de generación en generación, situación que no permite a las víctimas, «vivir en la plenitud de sus capacidades como seres humanos».

«Mujeres, niñas y las que se identifican con la energía femenina son siempre las más vulnerables, pero si hablamos de masculinidad saludable, ¿qué tal también de una feminidad saludable? Todos necesitamos ser individuos sanos», refirió.

Cambiar el paradigma 

Para poder ver finalmente un cambio en las relaciones de violencia que se dan en el hogar, es necesario «dejar de adorar el control y el poder como una forma glorificada de ser, cuando dejamos de alentar a nuestros hijos a buscar el poder y el control», precisó la doctora en teología.

El camino hacia una justicia restaurativa

Tina Rodríguez, gerente de Sobrevivientes del Crimen por la Seguridad y la Justicia en California, sabe bien sobre violencia doméstica. Ella era apenas una niña cuando sufrió en carne propia el maltrato por parte de su padre.

Los ataques, que incluyeron abuso sexual, dejaron secuelas, y a lo largo de su adolescencia le provocaron fuertes desórdenes alimenticios y un trauma que tras años de terapia pudo sobrepasar.

Sin embargo, Rodríguez logró lo que pocos, pues en su recuperación logró perdonar al hombre que le destruyó su infancia.

«Existe una brecha en la responsabilidad cultural tanto para aquellos que han sido afectados por problemas de ira o impulsos violentos y la incapacidad de controlarlos, como para aquellos que han sido víctimas de violencia doméstica», dijo.

En ese sentido, Tina aseguró que la educación es clave para la prevención y la intervención de los sistemas criminales, los cuales, aseguró, «han ayudado a crear dolor».

«Necesitamos responsabilizarnos culturalmente de educar a nuestros jóvenes sobre la violencia doméstica y la prevención», agregó.

Tras una pagar su condena por el daño realizado a su familia, el padre de Rodríguez participó en un proceso de justicia restaurativa.

Dicho proceso, tachado por la propia Tina como «brutal», le permitió, junto a su padre, sanar, y finalmente, inspirarse para iniciar un programa de prevención de la violencia doméstica en la Prisión Estatal de Valley.

«La sociedad tiene asignaciones de género y asume que se espera que los hombres sean los proveedores del hogar. Nadie habla sobre el tipo de presión para un hombre de color que, ya sea que tenga una educación universitaria y sea altamente calificado, es excluido de unas cinco entrevistas debido al color de su piel… la ira proviene del trauma de ser oprimido y excluido de las oportunidades», subrayó.

En el caso de los hombres pertenecientes a la comunidad latina, la presión que se ejerce sobre ellos para que sean los proveedores de sus familias es mucha, a tal grado que puede derivar en impulsos violentos por el temor al fracaso.

Violencia y racismo

Hablar de violencia doméstica es imposible sin considerar la opresión, el racismo, la supremacía blanca y el trauma generacional, de acuerdo con Jerry Tello, Fundador y director de Capacitación y Desarrollo de Capacidades de Compadres Network.

El activista no pudo llorar la muerte de su padre, la cual sufrió cuando era muy pequeño, ello debido al machismo que se ejerce sobre las comunidades latinas.

«Mantuve el dolor dentro de mí. Aprendí que para sobrevivir no podía sentir. Sentir me haría ser vulnerable», dijo.

Tello se convirtió en psicólogo, y junto con otro colega fundó la Red Compadres para desarrollar círculos de curación y un plan de estudios para ritos de iniciación para jóvenes huérfanos, padres adolescentes y para unir familias.

«Tomamos la decisión de que el primer paso de la curación es curarnos a nosotros mismos, tenemos que reclamar lo sagrado de nosotros mismos como hombres. Tenemos la medicina dentro de nosotros y de nuestros vecindarios», abundó.

Violencia doméstica flagela a inmigrantes

Es cierto que la violencia doméstica no distingue de raza, género, edad, sexo y posición económica, sin embargo, para los inmigrantes la situación no es la misma, ya que, en muchas ocasiones, el acceso a la ayuda no es sencillo, refirió la directora ejecutiva del Instituto Asia-Pacífico de Violencia de Género, Monica Khant. 

«Es difícil tomarse el tiempo para correr al baño a hacer una llamada secreta… incluso acceder a información en computadoras ha sido difícil cuando muchas familias inmigrantes no tienen el mismo acceso tecnológico que necesitamos para sobrevivir a la pandemia», añadió.

La experta destacó que la forma en que funciona el sistema de justicia penal en casos de violencia doméstica, especialmente para comunidades étnicas e inmigrantes, comienza con una llamada al 911. 

Luego de ello, dijo, se presenta una denuncia ante la policía y un tribunal interviene, emitiendo una orden de restricción o un tratamiento de manejo de la ira, medidas que, si bien alejan al abusador, no resuelven las causas de la violencia.

Y es que, dijo, la solución que a menudo se ofrece contra este tipo de problemática, es separar al agresor de la familia, no así un camino para sanar la situación.

Así, la comunidad inmigrante e indocumentada sufre al doble la violencia doméstica, pues enfrentan barreras de idioma, tecnológicas, miedos por posibles deportaciones, y, ahora, dependencia financiera hacia sus abusadores debido a la pandemia por COVID-19, la cual ha incrementado la pérdida de puestos de trabajo, pues no pueden recibir ayuda por desempleo, por lo que es necesario cambiar la perspectiva y la ayuda a este sector ante una problemática que se ha colocado como otra gran pandemia en EE. UU.

Pamela Cruz
Pamela Cruz
Jefa de Redacción de Península 360 Press. Comunicóloga de profesión, pero periodista y escritora por convicción, con más de 10 años de experiencia en medios. Especializada en periodismo médico y científico por Harvard y ganadora de la beca International Visitors Leadership Program del gobierno de EE. UU.

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