Su olor es inconfundible, su color es radiante, pero el significado de la flor de Cempasúchil va más allá de solo ser un elemento fundamental para acompañar los altares tradicionales que millones de familias mexicanas ponen por el Día de Muertos para recordar a sus seres queridos que han partido.
En lengua náhuatl, Cempasúchil significa flor de veinte pétalos. Crece en otoño, muy cerca de la fecha del Día de Muertos, que se celebra el 1 y 2 de noviembre de cada año.
La tradición de decorar las tumbas y ofrendas con esta flor surgió en la época prehispánica y cuenta la leyenda que sus pétalos amarillos guían a los muertos durante su visita al mundo de los vivos, ya que se dice que contienen el color y el aroma a fuego del sol.
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existieron un par de niños aztecas que se conocieron desde su nacimiento, la niña se llamaba Xóchitl y el niño Huitzilin. Al pasar de los años y entre juegos, su amistad se convirtió en un dulce y tierno amor juvenil.
Se cuenta que tanto era su amor que todas las tardes, los jóvenes enamorados subían a la cima de una montaña a regalarle flores a Tonatiuh, el dios del sol. Un día en el que el sol deslumbraba con mucha fuerza, Xóchitl y Huitzilin se juraron amor eterno, sobrepasando incluso las barreras de la vida.
Así, los enamorados le pidieron a Tonatiuh que les diera su bendición y cuidado para poder seguir amándose. El Dios del sol al verlos tan enamorados, bendijo su amor y aprobó su unión.
Desafortunadamente la tragedia llegó a ellos de forma inesperada, la guerra llegó al pueblo y Huitzilin tuvo que ir a luchar. Poco tiempo después, se le confirmó a su amada Xóchitl el fallecimiento de su pareja, lo cual dejó a la joven con un profundo dolor.
El dolor de Xóchitl fue tan grande que rogó con todas sus fuerzas a Tonatiuh que le permitiera unirse a él en la eternidad. Este, al verla tan afligida, decidió convertirla en una hermosa flor, así que lanzó un rayo dorado sobre ella quien al tocarla la convirtió en un bello y tierno botón de flor, sin embargo, este permaneció cerrado durante mucho tiempo.
Un buen día, un colibrí atraído por el aroma inconfundible de esta flor llegó hasta ella y se posó sobre sus hojas. Inmediatamente, la flor se abrió y mostró su hermoso color amarillo, radiante como el sol mismo, era la flor de Cempasúchil, la flor de veinte pétalos, que había reconocido a su amado Huitzilin, el cual había tomado forma de colibrí para poder visitarla.
Así, la leyenda dice que mientras exista la flor de cempasúchil y haya colibríes en los campos, el amor de Huitzilin y Xóchitl perdurará por siempre.
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