*Solidaridad con migrantes frente al fascismo de Abbott en Eagle Pass, Texas.
«Soy una raya en el mar, fantasma en la ciudad, mi vida va prohibida dice la autoridad. Solo voy con mi pena, sola va mi condena, correr es mi destino por no llevar papel, perdido en el corazón de la grande Babylon, me dicen “el clandestino” yo soy el quebra ley…»
‒Manu Chao, Clandestino
Por Pamela Cruz y Manuel Ortiz. Península 360 Press.
Son las 7 de la tarde y el sol sigue sin dar tregua en Eagle Pass, Texas. Cerca de medio centenar de personas llegan vestidas de blanco al parque Shelby, ese que alguna vez estuvo abierto al público y que hoy está cubierto de alambres de púas y rodeado de vehículos militares y policiacos.
Una vigilia se realiza en honor de todos esos migrantes que han perdido la vida tras la búsqueda de una mejor vida. Los organizadores son residentes y ciudadanos de Eagle Pass que hartos de ver los actos fascistas del gobernador Greg Abbott en contra migrantes, han decidido alzar la voz y velar por las vidas y sueños perdidos en un río que hoy huele a muerte.
De un lado Eagle Pass, del otro Piedras Negras, dos ciudades de diferentes países divididas por un río. Pese a todo lo que las separa, sus ciudadanos hoy tienden puentes de solidaridad para ayudar a todos aquellos que albergan una esperanza, esa de poder alcanzar sus sueños, los cuales viven en EE. UU.
Con pancartas y claveles blancos, hombres y mujeres se reunieron el pasado 7 de agosto para levantar su voz y plegarias en recuerdo por la pérdida innecesaria de vidas de migrantes a lo largo del Río Grande.
Tras poco más de una hora donde líderes de organizaciones y personas narraron la situación que se vive en este paso fronterizo, los asistentes caminaron hasta la rampa para botes en el parque, y ahí, en ese espacio que para muchos es anhelado, soltaron claveles blancos como ofrenda.
La noche cayó, y una vez más, como todos los días, varios vuelven a «jugársela» por un sueño de una vida mejor.
Ayuda del cielo
Para la hermana Isabel Turcios, quien es directora de la casa del migrante Frontera Digna en Piedras Negras, Coahuila, México, la vigilia creará un precedente y demostrará que tanto la comunidad de Eagle Pass como la de la ciudad vecina mexicana, se solidariza con el dolor de los migrantes.
«Estamos solidarizándonos con el dolor el sufrimiento de los migrantes. La forma en cómo se están poniendo barreras o muros para los migrantes nos causa mucho dolor y sufrimiento, tanto para el mismo migrante como para nosotros que estamos también al frente de estas casas donde trabajamos y los acompañamos a cada uno de ellos», cuenta la hermana Turcio a Península 360 Press.
Perteneciente a la orden de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada, refiere que nadie debería ser ajeno al dolor de estos migrantes, pues nadie deja su hogar sin razones poderosas.
«Pienso que estamos llamados a crear puentes, no muros para las personas. Puertas y brazos abiertos para podernos solidarizarnos ante el dolor y el sufrimiento. Cada uno de los migrantes no sale por que quiere salir, porque quiere abandonar su país. Esta es una realidad mundial y es la oportunidad de practicar la misericordia frente al dolor y sufrimiento de tantas personas».
«Esta es una oportunidad para todos nosotros, que como seres humanos creo que somos todos sensibles y nos duele ver realidades que personas como nosotras están viviendo esta situación dolorosa», resalta.
La madre Isabel, quien ha estado con esta misión de servir a los migrantes durante cinco años, señala que las acciones de Abbott van en contra y es una violación a los derechos humanos.
«Todo mundo tiene derecho a migrar. Cuando nosotros estudiamos las sagradas escrituras, el pueblo de Israel fue el primer migrante, iba de un lugar para otro por realidades de hambre, violencia y de tantas otras circunstancias que viven las personas, y eso es lo que les lleva a migrar. Hay que orar mucho por los que tienen el poder para que se sensibilicen ante este dolor de la migración».
Sumado a las innumerables barreras que debe enfrentar un migrante en su lucha por llegar a EE. UU., la madre Turcios sabe que «del migrante vive mucha gente», pues el crimen organizado y «polleros» ganan grandes cantidades de dinero, el cual, dijo, «no les basta. Hasta 12 o 18 mil dólares puede venir pagando un migrante para poder venir a reunirse con su familia ‒a EE. UU.‒».
«El ser humano ha entrado a una situación tan deshumanizante, que vive a costa de sangre de otra persona, y no podemos estar de acuerdo ni aplaudirlo, eso es un delito que debería castigarse. ¿Cómo vamos nosotros a negociar la vida de personas? Eso no puede ser», explica.
Julio Vásquez, pastor de la Iglesia Luterana San Lucas en Eagle Pass sabe de primera mano la situación que viven los migrantes en este desesperado intento por entrar a la unión americana en busca de un mejor empleo para poder mandar un poco de dinero a quienes dejan atrás en su país de origen.
Esta iglesia, creó un ministerio llamado Eagle Pass Frontera, el cual ofrece albergue, comida, ropa y acompañamiento a aquellos inmigrantes que cruzan con o sin documento de permiso.
«Tratamos de dar albergue a los migrantes: unos, los que ya han cruzado con sus papeles, pero no tienen dinero para irse a San Antonio o no tienen donde quedarse una noche aquí en Eagle Pass para planear su salida a Houston o cualquier otro lugar, nosotros los apoyamos dándoles ropa, alimento y se les da un lugar donde descansar».
Su esposa, Emma Espino, es la encargada del ministerio y junto a ella, dice, también apoyan a personas que encuentran caminando en las calles tras haber cruzado el Río Grande, que no tiene a dónde ir y que tampoco tienen documentos.
«Nosotros como iglesia no podemos decirle: tú no tienes tu papel, así que no te podemos ayudar. Nosotros como iglesia tenemos que acogerlos, los llevamos a la iglesia e igual se les permite que se bañen, descansen, tomen ropa, y coman. Ellos agarran fuerzas nuevamente y siguen su camino».
El pastor Vásquez ha escuchado que, si un ciudadano o residente estadounidense encuentra un migrante en la calle, no se le debe subir al auto ni darle albergue, ya que puede ser acusado de ser un «coyote».
Las leyes para los migrantes han cambiado a lo largo de los años, pues, dice, hubo un tiempo en que aquellos que cruzaban y eran detenidos, los llevaban a un lugar donde estaban de 15 días a un mes, a algunos los procesaban y a otros se les daba un permiso para que pudieran continuar, sin embargo y de repente todo cambió, pues todo aquel que se entregaba lo regresaban a México y a otros los meten presos dos o tres semanas para después deportarlos. En todo ese proceso, «muchos han sido deportados».
«Los que traen su papel, que han pasado por migración, vienen de una situación mejor. Algunos han estado en frontera digna, donde ya vienen con su ropita, sus zapatos, y aquí se les apoya con una o dos noches mientras ellos planean su viaje para salir a San Antonio, pero los que cruzan así nada más el río y no tienen papel, vienen con ampollas en los pies, con la ropa sucia, con mucha hambre y desvelados, porque se han estado escondiendo para que no los vea “la migra”».
Diferentes iglesias se han unido para apoyar a los migrantes tras sus largas jornadas, tanto del lado de México como de Estados Unidos. Esta unión fue más fuerte antes de la pandemia por COVID-19, precisa el pastor, pero las dificultades hicieron que se desligaran, aunque, «cada iglesia está haciendo un poquito por los migrantes».
Una esperanza
Valeria Wheeler es directora de Mission Border Hope, una organización sin fines de lucro que ofrece apoyo familiar, alimentos, y atención médica, entre otros recursos, explica que Eagle Pass se ha convertido en una «zona de guerra», un lugar que pasó de ser hermoso a contaminarse con odio.
«Es horrible, la gente está falleciendo en el río. Es como un obstáculo tras otro. La gente va a morir, parece una zona de guerra. Si tú ves el lado mexicano, es tan bello: está el paseo del río, la bandera, los edificios, y ves el lado americano que era hermoso, y tener que estar contaminado con tanto odio, es horrible», apunta.
La zona se ha vuelto sumamente peligrosa para los migrantes, dice. Boyas resbaladizas que no permiten seguir avanzando, alambres con púas, discos dentados sumamente afilados, artículos que lastiman y ponen en riesgo la vida.
Mission Border Hope actualmente recibe a personas que están en espera o que están buscando asilo político por parte de EE. UU. y que son llevadas por el Departamento de Seguridad Nacional ‒DHS, por sus siglas en inglés‒.
Sin embargo, dice no saber que pasa con todos los migrantes detenidos, pues no hay mucha información al respecto. Península 360 Press corroboró la situación, pues, inclusive autoridades, no dan información precisa de dónde son llevados todos los migrantes detenidos, incluyendo mujeres y niños.
«No tengo idea de lo que está pasando realmente, no sé cuál es el procedimiento, pero causa un estrés inmenso en las familias», precisa Wheeler.
‒Tanto Ministerios Eagle Pass Frontera como Mission Border Hope necesitan ayuda para continuar su misión de ayuda. Los interesados en hacer alguna donación pueden hacerlo a través de sus páginas web‒.
Injusticia, el legado de Abbot
Para los tres altruistas ‒y millones de personas‒, las acciones en contra de los migrantes de Greg Abbott no son otra cosa que injusticia, pues todos los que buscan llegar a Estados Unidos por el estado de Texas son recibidos con objetos que, a este día, han causado dos muertes en el Río Grande, en el área de Eagle Pass.
«Yo le llamaría injusticia, porque, como se ha repetido muchas veces, el migrante no es un criminal, no es un terrorista, entonces no se puede traer aquí a la frontera el ejército, poner boyas, poner todas esas cosas, esos alambres de púas, cosas que están bien filosas, que nada más los tocas y te hieren. Todo eso es injusto. Entonces, la palabra para mí es injusticia», dijo el pastor Julio Vásquez.
«En pocas palabras una injusticia, una falta de consideración hacia la vida humana. Están violando los derechos de las personas. Es horrible, la gente está falleciendo en el río», subraya Wheeler.
Para el pasado dos de agosto, sumaban dos los muertos en el Río Grande a consecuencia del «muro flotante» colocado por el gobierno de Texas, para evitar el cruce de migrantes por su territorio.
En lo que va del año han fallecido en el sur de Texas al menos 50 indocumentados, la mayoría por deshidratación. La cónsul de México en Eagle Pass, Vivian Juárez, informó que, del total de víctimas, 36 corresponden a mexicanos, mientras que el resto son centroamericanos.
Cerca de la mitad de dichos decesos ocurrieron en áreas del condado de Maverick, los restantes en los condados vecinos como Uvalde, Dimmit y Kinney. La mayoría de los migrantes murieron por deshidratación o golpes de calor; otros más ahogados en el Río Bravo.
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