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jueves, noviembre 14, 2024
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La crisis de los refugiados en Ucrania pide un “movimiento global” para acabar con la migración forzada

Foto: Manuel Ortíz (Global Exchange)

Nota del editor: Más de 3.8 millones de ucranianos han huido ya de su país a raíz de la invasión rusa, que ya ha entrado en su tercera semana. Muchos se dirigen al oeste, hacia la ciudad de Lviv, a lo largo de la frontera con Polonia. Desde allí, cruzan hacia el oeste, hacia Europa, huyen de una guerra que se intensifica y que, por ahora, no parece tener un final claro. El fotoperiodista Manuel Ortiz Escámez viajó a la ciudad ucraniana de Lviv, cerca de la frontera con Polonia, para documentar el flujo de refugiados, y afirma que la crisis exige un movimiento global de apoyo a éstos y a los más de 84 millones de desplazados en todo el mundo. Habló con el editor colaborador de Ethnic Media Services, Peter Schurmann.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido de su visita a Polonia y Ucrania?

Incluso antes de venir aquí, sabía que vería mucho sufrimiento, pero no esperaba ver el grado de solidaridad que he visto. En Ucrania, las personas están creando redes de apoyo, gente normal. Traen medicinas y alimentos, intentan llevar comida a las personas del frente. Hay unidad. En Lviv, vi a algunos vendiendo flores. También vi música… Un grupo de personas cantaba y era como un pequeño festival en un parque. Durante el día, Lviv estaba muy silenciosa. Veías a la gente caminando, pero lo hacen en silencio. Por la noche, la música rompe ese silencio. En medio de los horrores de esta guerra, son actos sencillos y humanos los que suceden.

¿Ha cambiado tu visión de la guerra durante tu viaje?

En Europa, en Estados Unidos y en América Latina, veo una creciente estigmatización de los rusos. Pero desde aquí es evidente que ucranianos y rusos comparten un profundo vínculo. No he oído a ningún refugiado decir “malditos rusos” o “El Pueblo Ruso es una mierda”. Me entristece ver que el mundo cancela los conciertos rusos, culpando a los artistas rusos. Eso es un gran error, y no está ocurriendo aquí. Me preocupa que si seguimos culpando al pueblo ruso, al final se alineará en apoyo de Putin.

¿Hay alguna persona que hayas conocido o algún momento que destaque en tu memoria?

Muchas personas, por ejemplo la familia que se abrazaba en la estación de autobuses. A veces, como fotógrafo, no puedes llorar con la gente con la que trabajas. Y, sin embargo, sabes que -por culpa de los hombres en el poder- estas personas tienen que estar separadas. (Los hombres de entre 18 y 60 años deben permanecer en Ucrania). Así que, quién sabe, puede que no vuelvan a verse nunca más. Es terrible presenciar ese momento de separación. Hablé con el joven y me dijo que “sólo los débiles son violentos”. Esa familia me conmovió mucho.

Foto: Manuel Ortíz (Global Exchange)

¿Nos describes tu estancia en Lviv?

Llegar a la ciudad es muy difícil. Puedes pasar hasta 4 ó 6 horas en la frontera, esperando en los puestos de control. Puedes ver que los soldados están nerviosos y eso te pone nervioso. En la ciudad hay mucho tráfico, mucha gente caminando en diferentes direcciones. Lviv es como ir al pasado. Polonia es un país muy europeo, pero cuando cruzas la frontera y llegas a Lviv es como entrar en una película antigua. La gente viste de forma muy diferente, camina más despacio. Es como entrar en el pasado. Los trenes son viejos, llenos de gente que viene de diferentes partes del país. Algunos lloran, otros guardan silencio. Se ven muchas mujeres con maletas. Algunas intentan cruzar las vías del tren con los brazos cargados de bolsas, niños e incluso mascotas. Vi muchos gatos y perros. Incluso vi un loro en una caja. Podía oír su graznido.

¿Cómo está el ambiente en Polonia ahora?

Siento que ha cambiado desde que llegué hace apenas una semana. Cuando llegué, los polacos expresaban su apoyo a los ucranianos y a su situación. Una semana después, muchas de las personas con las que hablo dicen que sienten que deben prepararse para una posible guerra. Al principio creían que el conflicto no les alcanzaría, y ahora sienten que pueden ser los siguientes. No sé si Polonia entrará en la guerra, pero la gente de aquí parece estar preparándose mentalmente para esa posibilidad. Uno de mis contactos estaba en Lviv. En mi último día en la ciudad, hubo un ataque a una base militar cercana a la frontera polaca. Mi contacto había planeado inicialmente mantener a su familia en Polonia. Cuando volví a hablar con ella, se estaba preparando para trasladarse más al oeste. Las cosas han cambiado aquí en poco tiempo.

La migración es uno de los temas centrales de tu trabajo. ¿Qué lecciones extraes de tu estancia en Ucrania?

La mayoría de los emigrantes que he fotografiado a lo largo de los años no quieren dejar su hogar, o quieren volver. Hay fuerzas en el poder -generalmente hombres blancos- que son responsables de la migración de millones de personas en todo el mundo. Y el hecho de que millones se desplacen sin quererlo… estamos haciendo algo muy malo. Polonia no será ni puede ser el único país que apoye a los refugiados de Ucrania. Alemania está haciendo lo que puede, pero tendrá que ser un movimiento global, lo que significa que es un momento para discutir no sólo los ucranianos, sino la migración masiva de hondureños, mexicanos, colombianos, sirios. Es un momento para repensar lo que podemos hacer para detener la migración forzada de decenas de millones y poner fin a su sufrimiento.

¿Alguna reflexión final sobre tu visita que pueda compartir?

Cruzar la frontera con Ucrania es, como he dicho, un proceso largo. Haces una larga cola y no puedes hacer fotos. Así que saqué mi diario y tomé algunas notas. Los soldados me indicaron que dejara de hacer incluso esto. “Hay fotos que sólo tengo en mi memoria”, escribí, “que son quizá los momentos más importantes y emotivos. Los momentos de la despedida, las lágrimas y los abrazos y besos a lo largo de la frontera. El dolor está en el aire, se puede oler, se puede ver en las caras de las familias. La gente camina, lleva a bebés en brazos, jala pesadas maletas con ruedecitas que a veces no funcionan porque las bolsas son muy viejas. Están agobiados. No hay ninguna imagen que pueda mostrar el sentimiento en este momento. Las imágenes más emotivas sólo están en la memoria, algo que ni la mejor foto puede transmitir”.

Foto: Manuel Ortíz (Global Exchange)

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