Tiene 16 años y este 8 de marzo de 2023 es su primera marcha. Preguntó entre amigas y conocidas quién asistiría a la convocatoria para manifestarse este Día Internacional de la mujer, sin embargo, todas sus amigas estaban indecisas de ir. Finalmente se animó a asistir con una conocida.
Aunque es abierta a dar entrevistas, prefiere no decir su nombre por miedo a que le pase algo. Debido a eso, a lo largo del texto usaremos el nombre ficticio de Ana.
El sol golpea sus ojos maravillados de ver a miles y miles de mujeres caminando por Reforma. En cuanto llega a la avenida saca de su mochila el cartel que preparó desde una noche antes y que dice: «No olviden a Sofía».
Después de algunas preguntas, Ana explica que hace dos años su amiga Sofía, quien también tenía 14 años en ese momento, desapareció en el trayecto entre su casa y la escuela en la que estudiaba, en San Juan de Aragón, al nororiente de la Ciudad de México. Ella y sus amigas organizaron unas pequeñas marchas en la colonia para exigir a las autoridades que investigaran adecuadamente el caso.
Un poco desconcertada entre los términos legales, Ana explica que hasta donde sabe, ya se tiene identificado al culpable de la desaparición de Sofía, pero están esperando que lo detengan y lo encarcelen. Se entristece un poco al pensar que debido a su corta edad, cuando Sofía desapareció, no pudo hacer más para ayudar a su amiga.
Uno de los momentos más emotivos de la marcha es cuando Ana se coloca en la banqueta viendo pasar la marcha y eleva su cartel. Su figura menuda con una gran cartulina llama la atención de los contingentes que después de ver lo que dice, comienzan a gritar: «¡No estamos todas, nos falta Sofía!» en repetidas ocasiones.
Los brazos de Ana tiemblan, está a punto de bajarlos pero se aguanta las ganas de llorar, se mueve inquieta y no baja su cartel. Después de unos segundos, las lágrimas bajan por sus mejillas pero el cartel sigue arriba, inamovible. Una protesta morada en medio del asfalto ardiente de la Ciudad de México que exige justicia.
Poco después, dos jóvenes se acercan a ella y la abrazan. Las tres son jóvenes, ninguna sobrepasará los 20 años pero ya tienen toda una vida sobreviviendo en un país en el que diariamente las mujeres son víctimas de feminicidio.
Según cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México, en 2022 se registraron 948 casos de feminicidio y 969 víctimas en todo el país, lo que equivale a un promedio de 2.6 mujeres asesinadas por día
Sin embargo, la cifra oficial es muy distinta de la del Observatorio Nacional Ciudadano del Feminicidio ‒ONCF‒ que aglutina a 40 organizaciones de todo el país y que se especializa en vigilar cómo se desarrolla la violencia en México.
De acuerdo con el ONCF, «el año 2022 cerró con 3 mil 755 asesinatos de mujeres, de los cuales sólo 968 casos fueron reconocidos como feminicidio, es decir, únicamente en estos casos se acreditaron las razones de género, el resto ‒2 mil 787‒ fueron catalogados como homicidios dolosos, sin contar los «suicidios» que no se investigan como feminicidios.
A pesar de que existe un subregistro de la violencia feminicida en México, oficialmente en 2022, fueron asesinadas 10.28 mujeres en promedio cada día.
Ante los diversos debates de las cifras, los distintos feminismos y quienes luchan por los derechos de las mujeres coinciden en algo: el foco no debe estar en las cifras porque ninguna mujer debería ser asesinada por el hecho de ser mujer.
El común denominador de las marchas de los últimos años ha sido la presencia de, principalmente, la juventud, mujeres que han decidido rebelarse contra las imposiciones de un sistema injusto y que no sólo han tomado las calles sino también los centros de trabajo, escuelas, cenas familiares y cualquier espacio para exigir sus derechos.
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